Princesas que no quisieron serlo

Por: Inés Rodríguez
Estudiante universitaria (Islas Canarias-España)

1994, un año difuso en la década de los 90. Ese año, el 8 de abril, desaparece a los 27 años el máximo icono del grunge: Kurt Cobain. Una estrella absorbida por el remolino de la fama, los excesos, y un constante sentimiento de no pertenencia a los escenarios. Causas que, según la opinión general, le llevaron a quitarse la vida y a dejar el famoso mensaje escrito a mano, donde se dirigía a su amigo invisible, y rogaba que cuidara de su hija a una persona en concreto: Courtney Love.

Ni la diva del grunge, ni un icono de la escena noventera. A pesar de que se dedicaba a lo mismo que su marido, Courtney Love era para la prensa “la mujer de Cobain” y “la madre de la hija de Cobain”. Desgraciadamente, son etiquetas que ha ido arrastrando con el pasar los años, aún cuando hace casi 30 años que enviudó del cantante de Washington.

Love y Cobain se conocieron en 1990 en medio del ambiente tóxico de las drogas. Ambos eran vocalistas de dos bandas que comenzaban a emerger: Hole y Nirvana. Quizá el hecho de que compartieran vidas muy similares es lo que les llevó a enamorarse y convertirse en una de las parejas más mediáticas de la época. Sin embargo, el éxito de Nirvana comenzó a subir como la espuma, y si lo comparamos con el de Hole, era indestructible. Eso mismo es lo que originó todos aquellos comentarios machistas que, a partir de su matrimonio en 1992, se referían a Love. En los tabloides no se elogiaba a su música ni al talento de su banda, sino que se cuestionaba su papel de madre y esposa. Ambos artistas compartían adicciones, sólo Love recibía críticas por pincharse heroína.

De este modo, la prensa se encargó de hundir a Love durante su corto matrimonio, pero los problemas no habían hecho más que empezar. Hole lanza su segundo álbum, “Live Through This”; una semana después de la muerte de Cobain. Este trágico suceso opacó por completo el nuevo proyecto de Courtney, y es que la prensa buscaba la manera de culpar a la cantante de todo lo sucedido. Algunos hablaban de un miedo a perder la fortuna de su marido, otros del daño psicológico que les provocaba a ambos cantantes la relación, hasta el punto de tomar la cruda decisión. El caso es que, de nuevo, su carrera artística poco importaba. Y no hace falta más que escuchar con atención este  disco de Hole para darse cuenta de todo el sufrimiento que los medios habían provocado en su ser. Algunas de sus vastas temáticas son los pensamientos suicidas, la obsesión con el aspecto físico o la incapacidad para decir no. Su portada lo dice todo: una chica que imita al estereotipo de reina del baile, y que parece haber estado llorando. Podría ser perfectamente el reflejo de una Courtney, harta de la prensa y del hecho de querer contentarla.

Y es que la sociedad necesita que todas seamos una especie de reinas o princesas, siempre bellas y perfectas para cualquier ocasión. El caso es que no todas queremos ser princesas, Courtney no quería, pero tampoco querían Britney o Miley. Todas sufrieron los estragos de la fama en sus propias carnes. Y de las drogas en su defecto.

El éxito puede resultar un arma mortífera si no se sabe gestionar, y aunque hoy en día hay más normas respecto a la protección de figuras famosas, lo cierto es que aún cuesta que la prensa elogie de igual manera el trabajo de un hombre que el de una mujer. Son diferencias sutiles, pero es innegable que una mujer en el medio artístico tiene que ser más creativa que un hombre para lograr destacar. Y lo peor de esto es que de poco sirve la creatividad cuando también se exige un aspecto y actitud impecables.

Creo que ya va siendo hora de separar al artista de la obra, porque ya ni siquiera hablamos de que se hayan cometido delitos. Hablamos de personas con sentimientos que son ninguneadas por cualquier error. Courtney Love fue una de ellas.