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La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina y la Universidad Católica de Cuenca ponen a disposición de la ciudadanía mundial en acceso abierto el libro «MODELOS DE AUTOEVALUACIÓN: Institucional y de carreras» de los autores Santiago Moscoso Bernal, Enrique Pozo Cabrera, Andrés Cañizares Medina y Pedro Álvarez Guzhñay.
PRÓLOGO
La evaluación es una práctica bastante amplia y aplicable en todos los niveles del sistema educativo. Conceptuarla como «práctica” desea mencionar que estamos frente a una actividad que se lleva a cabo siguiendo una metodología
concreta que cumple con diversas funciones, se basa en una serie de ideas y maneras de realizarla, y que es la contestación a unos determinados condicionamientos de la educación institucionalizada.
La práctica de la evaluación se distingue por la manera en que se llevan a cabo las funciones que implementa la institución educativa: procesos de enseñanza – aprendizaje, transmisión del conocimiento, interacciones entre profesores y estudiantes, relaciones en el conjunto, procedimientos que se aplican, disciplina, expectativas de los estudiantes, expectativas de profesores y familias de los alumnos, valoración por la sociedad, etc.
En el lenguaje diario se da al verbo “evaluar” el sentido de calcular, estimar, señalar el valor o, atribuir costo a algo. En la práctica educativa, la evaluación de un conjunto de actividades de un ambiente educativo, fines educativos,
materiales, profesores, programas, etc., incluye el quién y qué se evalúa, examina y se estima la funcionalidad de criterios o aspectos concretos para producir un juicio que sea importante para la enseñanza.
La evaluación ejerce distintas funciones y actividades educativas sirve a diversos objetivos, no solamente para el individuo evaluado, profesor o estudiante, sino para la institución educativa, para la familia y para la sociedad.
Partimos de una realidad institucional históricamente condicionada y bastante asentada que pide su uso: se evalúa por la funcionalidad social que con ello se cumple. Es una tarea históricamente asignada a la organización educativa, a los profesores en específico, se hace en un entorno de valores sociales por unas personas y con unos aparatos que no son neutrales.
Las universidades deben tener una política interna de aseguramiento de la calidad que forme parte de su administración académica y estratégica. Los miembros internos de la sociedad universitaria tienen que desarrollar y llevar a cabo esta política por medio de procesos y construcciones apropiados, con la colaboración e integración de piezas externas interesadas.
Las universidades deben tener una política formal específica de garantía de calidad, que sea parte de su táctica y debería hacerse pública. Todos los actores internos importantes tienen que participar en el desarrollo y utilización de esta política, con las construcciones y métodos apropiados, no obstante, debería facilitarse como eje transversal la colaboración de los alumnos y de los equipos sociales externos interesados. Dichos procesos tienen que alentar a los alumnos a realizar un papel activo en la configuración del proceso de autoevaluación de la universidad.
Para que una universidad ingrese o siga siendo parte de la excelencia mundial, debería disponer de un sistema de construcciones internas en un proceso de autoevaluación continua a nivel institucional. En este entorno, las
universidades deberían tener mecanismos oficiales y formales para monitorear siempre las funciones sustantivas de docencia, investigación, vinculación con la sociedad y, las condiciones institucionales. A nivel de carreras, se necesita tener modelos de autoevaluación para los criterios de pertinencia, organización y recursos, docentes, alumnos y, currículo.
La información de la autoevaluación institucional y de las carreras, tanto cualitativa como cuantitativa, debería ser objetiva, imparcial y actualizada periódicamente. Esto dejará una retroalimentación constante y un sistema dinámico de optimización continua de la calidad que va a partir de la planeación hasta la acreditación de la universidad ecuatoriana.
Los autores, Santiago Moscoso Bernal, Enrique Pozo Cabrera, Andrés Cañizares Medina y Pedro Álvarez Guzhñay, analizan y presentan los aspectos antes mencionados con profundidad en el libro “Modelos de Autoevaluación
Institucional y de Carreras”. Un aporte, sin duda, muy interesante y útil para toda la comunidad universitaria a nivel nacional y representa un gran paso a la excelencia académica.
Dr. EFSTATHIOS STEFOS (PhD)
www.EcuadorUniversitario.Com