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Ejes temáticos del IV Seminario de la Red ESTRADO Ecuador

El IV Seminario Internacional titulado: “LA PROFESIÓN DOCENTE: DESAFÍOS DE LA AUTONOMÍA Y PARTICIPACIÓN”, que se llevará a cabo los días 17 y 18 de Octubre del presente año en el Auditorio Principal de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central del Ecuador en la ciudad de Quito  ha considerado los siguientes ejes temáticos, sobre los cuales versarán las ponencias y exposiciones que se efectúen: 1) Políticas públicas y formación docente,2) Políticas educativas: autonomía y participación docente, 3) Trabajo docente y cultura escolar; y,  4)       Profesión docente, currículo y diversidad cultural.

El evento académico es organizado por  la RED ESTRADO, Capítulo Ecuador, en asocio con la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Central del Ecuador y con el auspicio de las Universidades Politécnica Salesiana, Andina Simón Bolívar, Pontificia Universidad Católica del Ecuador e Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN).

EJE 1: POLÍTICAS PÚBLICAS Y FORMACIÓN DOCENTE

El reconocimiento de la educación como un derecho humano fundamental y la obligatoriedad del Estado de asegurar el acceso oportuno y de calidad para toda la población trajeron de la mano un conjunto de estrategias orientadas a la universalización de la educación. El Ecuador, al igual de otros países latinoamericanos, registra una mejora importante de las tasas de matrícula y alfabetización en las últimas décadas. Estos avances no siempre han significado una atención a la formación de docentes, entendida en su más amplia acepción, como parte de una política de Estado considerando que, de acuerdo con la investigación disponible, es una de las dimensiones
importantes en la configuración de la identidad profesional y en el desarrollo de las capacidades fundamentales en los docentes para realizar su trabajo y alcanzar los resultados que la sociedad y las comunidades esperan.

El Ecuador ha transitado por momentos distintos en el campo de la formación docente en relación a enfoques, modalidades, duración, metodologías, etc. y si bien hay acciones de política e iniciativas tomadas en los últimos años, aún no es posible hablar de un sistema de formación docente que articule a las instituciones responsables de la formación de docentes, tanto inicial como en servicio, que responda a lineamientos nacionales consensuados y se oriente de modo coordinado al aseguramiento de la calidad de la formación docente en un marco de respeto a la
autonomía, normativas y diversidad institucionales.

El IV Seminario coloca como un eje la urgencia de reflexionar, proponer y avanzar hacia la consideración de la formación profesional como una política docente que ingrese en la agenda educativa nacional como una prioridad nacional con una lógica participativa y de largo plazo y que, desde luego dialogue con las otras políticas docentes indispensables para garantizar una atención integral al desarrollo y fortalecimiento de la profesión docente.

EJE 2: POLÍTICAS EDUCATIVAS: AUTONOMÍA PARTICIPACIÓN DOCENTE

La autonomía y la participación en el campo del trabajo docente resultan dos dimensiones fundamentales en el ejercicio de la profesión, tanto que la mayor parte de perfiles profesionales de directivos y del profesorado incluyen, en un lugar destacado, las capacidades para tomar decisiones y actuar con márgenes de independencia en el quehacer educativo. En la actualidad, el protagonismo docente en las transformaciones educativas en todos los niveles del sistema es considerado una de las condiciones esenciales para el logro de los objetivos educativos en el
campo de las políticas, el liderazgo de las escuelas y el aprendizaje de los estudiantes y fundamentalmente para darle real apropiación e irreversibilidad a los cambios. Este reconocimiento trae consigo el gran desafío de pasar de docentes ejecutores a docentes corresponsables de procesos educativos en sistemas y escuelas que innovan, crean y se abren, a través de mecanismos concretos, a la participación de los directores, profesores y maestros en todos los niveles donde se definen las políticas, estrategias, planes y programas educacionales. De igual forma, promover y garantizar la participación y corresponsabilidad de los docentes conduce a repensar las lógicas normativas de sistemas educativos para estimular su libertad para crear y resolver con autonomía en relación a las necesidades de aprendizaje de los estudiantes y las características de sus contextos. Promover la participación y autonomía es asegurar las condiciones para que las innovaciones tengan cabida en las escuelas junto a espacios para el
intercambio, la difusión y el reconocimiento del saber pedagógico de los docentes. La valorización de este lugar de los docentes en las transformaciones educativas incluye, al mismo tiempo, el respeto a su calidad de sujetos colectivos e individuales que tienen derecho a organizarse, a proponer desde su conocimiento y experiencia, y a expresarse y actuar para asegurar condiciones de trabajo y condiciones profesionales que contribuyan a un ejercicio
profesional óptimo. De igual manera supone reconocer cuáles son los escenarios en los que se despliega la práctica docente, los cuales están fuertemente influidos por un conjunto de políticas llevadas a cabo por las instituciones estatales que dirigen el sector. En esta línea, resulta indispensable analizar el eje propuesto en el marco de aquellas intervenciones estatales educativas (curriculares, evaluación de la calidad, producción de textos escolares, etc.) que operan en la configuración de espacios para alcanzar más o menos autonomía y participación del profesorado.

EJE 3: TRABAJO DOCENTE Y CULTURA ESCOLAR

Las culturas de la enseñanza, según Hargreaves (1999) comprenden creencias, valores, hábitos, y formas de hacer las cosas asumidas por las comunidades de profesores que tienen exigencias, desafíos y limitaciones similares. Los elementos que constituyen la cultura escolar proporcionan el contexto de los procesos formativos que inciden de manera directa sobre la vida de docentes, estudiantes, familias y comunidades. El conocimiento y la atención de las culturas escolares adquieren un valor central si se considera que las escuelas son los espacios en los cuales cobran vida las políticas educativas y su efectividad se expresa de modo directo en múltiples dimensiones: el aprendizaje de los estudiantes, la formación y práctica de valores, la satisfacción de los directivos y docentes con su trabajo, un
clima laboral positivo y motivador, el desarrollo de estrategias de formación docente entre pares y entre escuelas, el espíritu colaborativo entre maestros y directores, el respeto y el buen trato a los estudiantes y entre directivos y docentes, la plena participación de la familias, el compromiso permanente de la escuela con las metas establecidas por la comunidad educativa, etc.

Las cifras y denuncias públicas sobre diversas manifestaciones de violencia extendidas en las instituciones educativas, como las de acoso sexual a los estudiantes, el “bullying” y otras formas de indebido tratamiento a los estudiantes, demandan una profunda reflexión entre todos los actores del sistema educativo y la necesidad de aportar con urgencia propuestas para “garantizar que los centros educativos sean espacios democráticos de ejercicio de derechos y convivencia pacífica” y “erradicar todas las formas de violencia en el sistema educativo”, según establece la Constitución del Ecuador en su art. 347.

En este sentido resulta de crucial importancia profundizar la investigación sobre las culturas escolares e identificar los factores sobre los cuales hay que trabajar para contribuir a que las escuelas sean realmente comunidades de aprendizaje y aseguren el derecho de estudiantes, docentes y familias de desarrollarse y trabajar en las mejores condiciones materiales y afectivas.

EJE 4: PROFESIÓN DOCENTE, CURRÍCULO Y DIVERSIDAD CULTURAL

Los cambios vertiginosos que vive el mundo tienen un efecto directo sobre la educación, los espacios educativos y el trabajo de los docentes. Por una parte, los estudiantes y las familias que llegan a las escuelas tienen demandas, expectativas y condiciones que han cambiado significativamente en los últimos años fruto de múltiples factores como: el impresionante desarrollo de las tecnologías de información y comunicación; el reconocimiento a las diversidades  y a los derechos de grupos poblaciones: la legítima demanda de las comunidades de recibir educación en su propia lengua; el derecho a la integración de la población escolar con necesidades educativas especiales; la masificación de los nuevos códigos de comunicación y estilos de aprendizaje, etc., etc. Por otro lado, la sociedad y las familias delegan a la escuela y a l@s profesores la atención de temas que no siempre están dentro de su ámbito de acción.

Las escuelas no son espacios homogéneos para los cuales basta currículos, metodologías y materiales estandarizados. Las escuelas son, en la actualidad, espacios donde emerge la diversidad cultural, lingüística, étnica y que requieren capacidades institucionales, directivas y docentes con una mirada y una actitud flexibles, creativas, comprometidas con las nuevas características de las actuales generaciones. Una educación que promueva valores de respeto, convivencia, solidaridad, requiere docentes que además de asumir y promover el reconocimiento y la valoración de las diversidades, las aprovechen para enriquecer el aprendizaje colectivo y una educación integral. La
Constitución en su Art. 27, enfatiza que, la educación será intercultural, participativa, incluyente y diversa. Por estas razones, las nuevas demandas y expectativas sobre las escuelas y docentes deben acompañarse de políticas y estrategias que los apoyen a transitar por estos nuevos caminos, lograr los resultados de aprendizaje que se espera y ejercer su trabajo en las mejores condiciones profesionales y personales.

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