Investigadores de CENBIO UTE estudian posibles causas del autismo

Un estudio inicial realizado por investigadores del Centro de Investigación Biomédica (Cenbio) de la Universidad Tecnológica Equinoccial -UTE- encontró que la composición de la microbiota intestinal (bacterias que normalmente se encuentran en el intestino) entre niños diagnosticados con autismo y niños de la misma edad sin el trastorno es diferente. Este resultado contribuirá a indagar sobre cómo la microbiota intestinal puede estar relacionada con el comportamiento en humanos.

“Parece inverosímil pero las investigaciones dentro y fuera del país cada vez más demuestran que nuestro comportamiento puede ser alterado por bacterias de la microbiota intestinal”, explica Manuel Baldeón, Director de Cenbio.

El estudio de casos y controles fue realizado en Quito con 27 niños con autismo y 30 niños sin autismo, con edades entre 5 y 12 años. Este trastorno se caracteriza por alteraciones a nivel cognitivo, con limitaciones en la interacción social, reciprocidad emocional, conductas repetitivas e intereses restrictivos.

Los investigadores tomaron los casos y emparejaron con controles, es decir niños y niñas con las mismas características de edad, sexo y hábitos pero sin autismo. Esto permitió cotejar los resultados entre un niño sin autismo y otro con autismo para poder encontrar diferencias, similitudes y patrones.

Baldeón junto con un equipo de investigadores de la UTE, en colaboración con la Universidad Técnica de Ambato (UTA), Universidad San Francisco de Quito (USFQ), Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), Universidad de las Américas (UDLA) y la Universidad de Illinois analizaron la microbiota a nivel molecular, la respuesta inmunológica, aspectos nutricionales y comportamiento de los niños.

«La composición de bacterias es diferente a pesar de que los hábitos son similares», afirma el investigador. Esto se debe a que los niños con autismo demostraron tener patrones de alimentación limitados cuando se comparan con los niños sin autismo, estos últimos prefieren más variedad.

Estas diferencias a nivel bacteriano podrían estar asociadas a los cambios de comportamiento en el autismo. Una hipótesis que Baldeón y su equipo buscan demostrar. Para ello contarán con el apoyo de los laboratorios especializados de medicina de la Universidad de Illinois en Estados Unidos y expertos, como Paúl Cárdenas de la USFQ, María Fernanda Zurita de la UTA,  María Elena Sandoval de la UASB y María Caridad Peña de la UDLA.

«Estamos hablando de una enfermedad relativamente nueva pero el aumento de casos es significativo y por eso debe ser estudiada», agrega. Según el científico, el primer caso registrado se estima fue en 1943 y la relación de diagnósticos que antes era de 1 en 1000 niños,  ahora es de 1 en 80 en países en donde se tienen datos de prevalencia.

Uno de los causantes, que buscan estudiar, es el mal uso de antibióticos, especialmente en edades tempranas de la vida. Baldeón recuerda que en la bibliografía médica existe un caso de un niño en Estados Unidos que luego de recibir un tratamiento para otitis media, desarrolló autismo. «Es importante alertar a los médicos sobre los riesgos de las dosis y el tipo de antibióticos porque pueden ser parte del problema», explica.

Estos estudios iniciales serán críticos para realizar nuevas investigaciones tendientes a restaurar la microbiota de los niños con autismo mediante el consumo de dietas que favorezcan el crecimiento de bacterias presentes en niños sin el trastorno. Este trabajo multidisciplinario también favorecerá la formación de profesionales en microbiología, inmunología, nutrición, sicología, y medicina en las universidades participantes.

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