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Tecnologías de poscosecha se estudian en los laboratorios de la UTE

Una de las etapas más críticas en la producción de alimentos agrícolas es la poscosecha, en esta fase ocurren más del 40% de las pérdidas, tanto en frutas como vegetales. Es por esta razón que cinco docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería e Industrias (FCII)  de la UTE se dedican a estudiar nuevas tecnologías y métodos para alargar la vida útil y calidad de los productos.

El Grupo de Investigación en Calidad y Tecnología Poscosecha (Icatep) es una de las tres iniciativas del Centro de Investigación de Alimentos (CIAL) de la UTE. Está conformado por Christian Alcívar, Carlota Moreno, María José Andrade, Michelle Guijarro y Silvana Cuaspud, quienes estudian y evalúan la aplicación de tecnologías y técnicas emergentes en la poscosecha, enfocándose en productos frutihortícolas nativos del Ecuador.

“Nuestro interés es mantener los nutrientes de los productos y generar mayor cantidad de estos, alargando su vida útil. Además dar un impulso a nivel internacional a aquellas frutas y vegetales nativos del Ecuador”, explica Carlota Moreno, quien junto a María José Andrade conformaron el equipo en el 2008 con una investigación sobre la carambola y tratamientos ultravioleta.

En la actualidad el grupo tiene tres objetivos de investigación: análisis de tecnologías con radiación UV-C, reguladores vegetales como el 1-MCP, atmósferas modificadas y ozono en productos frescos y mínimamente procesados; estudios sobre la fisiología, calidad fisioquímica, microbiológica y determinación de compuestos antioxidantes en productos frutihortícolas; y el desarrollo de biomateriales con características antimicrobianas y antioxidantes con potencial uso en el empacado y procesamiento poscosecha.

Sobre el primer eje han trabajado con estudios de aplicación de radiación UV-C para disminuir el deterioro en la uvilla al momento de la exportación y sobre los efectos de estos métodos en la composición química de los frutos como naranjillas, mortiños o mora de castilla. Además, junto a la carrera de Mecatrónica, han diseñado y construido cámaras de ozono y atmósferas controladas.

Aprovechando la síntesis de estos bioactivos realizaron una investigación para incorporarlos en alimentos con el fin de observar cómo se comportarían en el organismo. “Realizamos investigaciones de bio-accesibilidad para saber cuánto es liberado y aprovechado por el ser humano en el tracto digestivo”, comenta Michelle Guijarro.

El resultado fue la producción de panes hechos en base de harina de naranjilla, mortiño y uvilla. El trabajo fue presentando en el IX Congreso Iberoamericano de Tecnología Poscosecha y Agro exportaciones que se realizó en Chile en el 2017, organizado por la Asociación Iberoamericana de Tecnología Poscosecha (Aitep), de la cual todos los investigadores son miembros.

Estos acercamientos realizados con el campo de la biomedicina han permitido desarrollar otro de los ejes de estudio: los biomateriales. “Estamos trabajando con Jorge Heredia del Centro de Investigación Biomédica de la UTE para sintetizar nuevos compuestos y analizar su reacción con bioquímicos para obtener estos materiales”, explica Christian Alcívar.

Los biomateriales producidos permitirían, en la primera etapa, sustituir el uso de empaques plásticos o recubrimientos dañinos al medio ambiente. Y en una segunda etapa esperan que los compuestos bioactivos del empaque no solo brinden protección sino una funcionalidad para incrementar o mantener antioxidantes y detener la presencia microbiana.

Al momento se encuentran trabajando en estos proyectos y esperan finalizar en el 2018 con seis publicaciones y una ponencia en la décima edición del congreso de la Aitep, que se realizará en Brasil. Además a finales de junio de este mismo año fueron premiados con el mejor Póster científico en el I Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología Agropecuaria.

“Estos logros son parte de un trabajo conjunto y varios años de investigación que nos permitirán seguir produciendo resultados tanto para el grupo como para la Facultad”, concluye Carlota Moreno.

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