Analizamos las fortalezas y debilidades de la educación superior ecuatoriana a partir de la investigación del Ranking TOP 200 Universidades en América Latina
El 4 de Octubre se publicó el primer ranking de Universidades latinoamericanas. Teniendo rankings previos que observan a las universidades globales y asiáticas, esta fue la oportunidad de ver cómo las instituciones educativas sudamericanas, centroamericanas y caribeñas se miden entre sí.
Como sucede con los rankings asiáticos, se introdujo para América Latina una nueva metodología que tuviera en cuenta los problemas regionales. La diferencia clave es el criterio que mide cuántas de las personas que forman parte del staff de las Universidades poseen un doctorado. Esto vale un 10% del puntaje que se le otorga a una Universidad. El criterio el cual mide la presencia en la web de una institución – se usan datos del ranking Web Webometrics de universidades del mundo – también es nuevo y su puntaje es del 10%.
El otro criterio es la reputación académica (preguntamos a distintos académicos para que identifiquen las mejores universidades de su campo de acción – lo que vale un 30%), reputación del empleador (lo mismo con los empleados – vale 20%), papeles por cada miembro de la facultad y menciones por papel (10% cada uno), y número de alumnos por docente (10%). Las medidas de internacionalización han sido excluidas ya que estas no son asuntos claves para las universidades latinoamericanas.
Como era de esperar, Brasil – con su estridente crecimiento económico y gran población – está a la cabeza con 64 de 200 en el top de Universidades, incluyendo la Universidad número uno de la región, la Universidade de São Paulo (Universidad de San Pablo). México y Argentina, les sigue como potencias económicas, con 35 y 25. Brasil, cabe señalar, gasta el 0.8% de su PIB a la educación pública terciaria, y México y Argentina gastan el 0.9% en las públicas, y el 0.4% y el 0.2% en privadas respectivamente (cifras del OECD).
Análisis de las universidades ecuatorianas
Ecuador puede afirmar tener tres instituciones posicionadas en el ranking, de un total de 200, una es la Universidad Pontificia Católica del Ecuador en el puesto 79, seguida por la Escuela Superior Politécnica del Litoral y por último, por la Universidad de San Francisco de Quito, ambas en el rango del ranking 150-200.
Entonces, ¿cómo llevan a cabo a través de los indicadores? Vamos a empezar con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. A los 65 años de edad, es uno de los primeros ejemplos de instituciones privadas que se están convirtiendo en un lugar cada vez más importante para la educación de América del Sur. Muchos acreditan esto por el hecho de aumentar el acceso a la educación superior, aunque con sólo 6.500 estudiantes (menos que Princeton, una de las instituciones más exclusivas del mundo), la Universidad Pontificia Católica del Ecuador no puede llevarse mucho mérito en este aspecto.
Con una base tan pequeña de estudiantes – se espera que ellos disfruten de una buena relación de cantidad de alumnos por cantidad de profesores – se lo considera un buen indicador de calidad de la enseñanza. No defrauda el hecho de que los estudiantes que logran obtener la admisión y disfrutan de encontrarse en la posición 37º (la mejor en toda la región) en cuanto a la relación de cantidad de alumnos por profesores – sólo dos posiciones por detrás de la Universidad Nacional Autónoma de México (posicionada en el 5º lugar).
Donde sobresale, sin embargo, es en las citaciones en papel, criterio en el cual se posiciona en el 18º lugar. En una nación en la cual, de acuerdo a la Red Americana de ciencia y tecnología, gasta solamente un 0.37% de su PIB en actividades técnicas y científicas, y un 0.25% en investigación y desarrollo experimental (Brasil gasta 1.56 y 1.18 % de su PIB el cual es mucho mayor) esto es impresionante.
Sin embargo, aunque su calidad es alta, la Universidad Pontificia Católica del Ecuador, no se encuentra siquiera en el top 100 en cuanto a la calidad y cantidad de artículos publicados, lo que puede estar relacionado al bajo porcentaje de personas que realizan doctorados. Otra de sus flaquezas incluye el bajo prestigio para con los empleadores y una presencia pobre en el ámbito de la web.
Después tenemos a la Escuela Superior Politécnica del Litoral, la Universidad pública que se encuentra en la posición más alta del ranking, la cual aloja a más de 10.000 estudiantes. Generalmente, se encuentra en una posición similar en todos los indicadores, lo cual refleja su clasificación general. Le va mejor con los empresarios que con los académicos, que es probablemente una consecuencia dado que, su campo de acción en investigación es pobre. Lamentablemente, esto no se compensa con un enfoque en la enseñanza ya que esta se encuentra fuera del top de 200 instituciones en términos de alumnos por docente.
Un área en la que sí destaca es en su presencia en la web, es por eso que está ubicada en el puesto número 50. En un continente en donde la información online puede ser difícil de localizar, esto le da muchas ventajas para atraer a los estudiantes, que será el caso para cuando Ecuador esté listo para encender su mirada hacia el exterior.
Finalmente, tenemos una pequeña y costosa Universidad, la de San Francisco de Quito. Sus fortalezas yacen en la proporción de personas del staff que poseen un doctorado, lo que está reflejado en su alta producción de investigación. No está muy lejos del top de las 50 mejores instituciones. Otro punto notable es que posee más de 200 estudiantes extranjeros en sus libros – muy probablemente atraídos por los programas relativos a las Islas Galápagos.
En conclusión, podemos ver que la educación superior en Ecuador tiene mucho por recorrer. A pesar que diversas universidades tienen sus propias fortalezas, no hay ninguna institución potencialmente poderosa. Sin embargo, antes de intentar competir en rankings, el primer desafío que tiene Ecuador es alcanzar la misma tasa de ingreso a la educación terciaria así como las ya tienen las de secundaria y primaria, aspecto en el cual la educación ecuatoriana puede sentirse orgullosa.
Por QS Latinoamérica