La Libertad de expresión y libertad de interpretación fue el tema que se trató en el coloquio en el que participaron Luis Antonio Campos de México y Luis García Montero de España, invitados por la Revista Anales y la Cátedra de Cultura Universal de la Universidad Central el Ecuador.
Los escritores fueron parte del Séptimo Encuentro Internacional de Poetas Paralelo Cero, una de cuyas sedes fue la Facultad de Filosofía.
Nadie puede imponer lo que se interpreta ni lo que se escribe, esa es la libertad maravillosa del arte, afirmó Iván Oñate, al iniciar el acto y presentar a los poetas invitados. Siguiendo esa misma línea, García Montero añadió que la poesía le ha enseñado a transformar su vida cotidiana y a definirse a si mismo como ser humano. Sin ello, imposible sostener sueños de libertad en la plaza pública; la libertad de una plaza pública depende de la libertad que seamos capaces de soñar a la luz de nuestra conciencia, enfatizó.
En cambio, refiriéndose a la retórica, el mexicano Campos dijo que hay buena y mala. A él la poesía le había dado sueños y libertad, pero también una perspectiva estética de la vida. Se inició, recordó, con la lectura de libros donde aprendió la ética; escribir un buen poema es como añadir una cosa bella al mundo, es la verdadera ciencia matemática porque cada palabra debe estar perfectamente colocada, pero ante todo, debe provocar emoción.
Los escritores coincidieron en algunos conceptos como el que la poesía y la literatura en general es una reivindicación de la conciencia individual como ámbito de libertad y de responsabilidad en una época donde la tecnología ha desarrollado enormes modos de control y homologación de las conciencias. En ese sentido, García Montero cree que el ejercicio del poema es el ejercicio de aquella persona que no acepta ninguna consigna de ningún tipo.
Con las preguntas del público se despidieron los poetas no sin antes destacar que la poesía es diálogo. Los espacios públicos, como éste, dijeron, permiten que se junten las conciencias en libertad, donde el lector es el que completa la partitura.