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El Ángel: hogar del milenario árbol de papel

Adentrarse en la Reserva Ecológica El Ángel es una experiencia única. La vegetación es extravagante: plantas con forma de orejas de conejo, árboles cuyos troncos parecen retazos de papel y pequeñas lagunas con textura de espejos. Ingresar en este ecosistema es como si el mundo  fantástico de los cuentos de hadas se estuviera haciendo realidad.

La Reserva Ecológica El Ángel está ubicada en la provincia del Carchi, al norte de la sierra de Ecuador; su extensión es de 15 000 hectáreas; el clima varía de 0 a 18°C. y está a 4692 metros sobre el nivel del mar. Aquí coexisten dos ecosistemas propios del páramo andino: el Bosque de Polylepis y el Páramo de Frailejones.

El Bosque Milenario de Polylepis es un ecosistema maravilloso, donde se pueden apreciar a los polylepis o polylepis inca-na, árboles endémicos cuya corteza posee múltiples capas que se desprenden como si fueran  hojas de papel. Su tronco curvo y rojizo refleja los miles de años que estos árboles tardaron en crecer. En sus raíces se encuentran pequeños riachuelos colmados de piedras y troncos viejos  caídos, con una historia por detrás. De pronto, baja la neblina y el paisaje se vuelve un poco escalofriante.

El valor del polylepis, también llamado árbol de papel, radica en su antigüedad, pues cada árbol tiene una edad de 2 a 4 millones de años. La reserva ecológica El Ángel protege a estos árboles en especial, ya que este es el último bosque milenario de polylepis en el mundo.

Dentro del segundo ecosistema habitan los frailejones o espeletia pycnophylla, plantas de hojas alargadas y con diminutas vellosidades que se asemejan a las orejas de conejo. Esta especie es indispensable para todo el páramo, ya que es el reservorio de humedad para todo el hábitat: los frailejones atraen las lluvias, recolectan y distribuyen agua a todo el ecosistema cuando hay escasez.

Hay que atravesar este lugar para observar los hermosos curiquingues que reposan a lo lejos, ver los pequeños conejos de páramo y los diminutos insectos que escarban en la tierra. Es extraño encontrar la chuquiragua, también conocida como flor del andinista, porque solo se la encuentra en sitio de mucha altura. Entre los árboles se esconden verdaderas lagunas de páramo, pequeñas y muy similares a espejos colocados en medio del paisaje.

La convivencia de estos dos ecosistemas ha construido un mundo casi fantástico, donde la antigüedad y la sabiduría natural viven en conjunto. Es difícil visitar este lugar sin asombrarse de la diversidad y complejidad de sus seres, pues, más allá de la ciudad y la monotonía, se encuentran poco lugares, seres o ambientes que poseen un bagaje natural y milenario tan grande como la de la Reserva Ecológica de El Ángel, en Ecuador.

Paúla Díaz | El Imperdible

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