Exministro de Educación recomienda el diálogo para sostener la democracia, la justicia social y la economía

Milton Luna, exministro de Educación en el Gobierno de Lenín Moreno Garcés, afirma que “no es momento de seguir lanzando gasolina al fuego, acción a la que de manera desquiciada, todos nos hemos dedicado en estos días, tanto desde las alturas del poder, como desde algunos medios, o del poblador que sale a expresar su inconformidad”.

Anota que se puede canalizar y resolver la crisis a través del diálogo. Sin embargo, dice, el diálogo por diversas razones está devaluado, razón por la cual el esfuerzo es enorme para crear condiciones que permita sentarse a los actores confrontados, gobierno-movimiento indígena y movimientos sociales.

Explica que lo primero es crear voluntad política para que el diálogo se desarrolle. Esta voluntad, agrega, debe construirse con intervención-movilización urgente de la sociedad civil, que presione al Ejecutivo y a la dirigencia indígena a ir a una mesa de negociaciones sin posturas rígidas, y con la intención de ceder y conceder, bajo los principios del bien común, justicia social, ética y visión estratégica para el país.

Enfatiza que no podrá haber conversación sino se crea un ambiente de confianza, que debe traducirse en acuerdos y compromisos tangibles y mensurables en el tiempo.

Confianza no solo para los dialogantes, sino para todo el país, que debe observar el desarrollo de las conversaciones en la más absoluta transparencia y abundante información. Tal escenario bajará las tensiones de todos y obligará a uno y otro, a llevar a la mesa propuestas de solución, no consignas, particularismos, prejuicios o demandas desmedidas, expresa Milton Luna, exministro de Educación de este Gobierno.

Para dialogar, insiste, es necesario bajar el nivel de influencia de los halcones en cada uno de los lados. No es la hora de los dogmáticos y violentos. Es momento de sabiduría, creatividad y de visiones integrales en las soluciones.

El diálogo, acota, es para sostener la democracia, la justicia social y una economía sostenible, por lo que el gobierno, para canalizar ese proceso, debe establecer las medidas legales para detener a los azuzadores y golpistas, que los tiene identificados.

En todo este ejercicio, concluye, es necesaria una mediación, que cree el ambiente y espacio de confianza. Las universidades ya han presentado sus buenos oficios.

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