La educación superior debe contribuir a construir un nuevo contrato social

Vivimos auténticas revoluciones del conocimiento y de la información que inciden en los cambios de la forma de reproducción económica y social, en la política y en la cultura. Pero también soportamos intolerables injusticias sociales, por lo que necesitamos construir nuevos paradigmas para nuevas realidades y un nuevo contrato social basado en la solidaridad, la reciprocidad, la participación y el trabajo comunitario, y es allí donde debemos ubicar el papel trascendental que le toca cumplir a la educación superior, señala el informe del Mandato 14 elaborado por el ex CONESUP en el 2009.

Agrega que el mundo actual gira en torno de las nuevas tecnologías de carácter flexible. Asistimos, dice, a una nueva civilización sustentada en el poder de la información y la comunicación que marca nuevas formas de aprehensión de la realidad y nuevos estilos de aprendizaje. En la educación, la microelectrónica y la informática constituyen el principal medio alimentador de información en las más diversas esferas del conocimiento y de la práctica profesional, generando redes sistémicas del saber de carácter inter, trans y multidisciplinario, lo cual conlleva cambios en las teorías del aprendizaje, en los modelos pedagógicos y en las prácticas curriculares.

Universidad debe constituirse en conciencia crítica

En medio de estos adelantos tecnológicos, enfatiza, la educación superior debe retomar su papel trascendental de constituirse en una clara conciencia crítica de la época, conformando una comunidad de profesores, estudiantes, empleados y trabajadores con pensamiento crítico construido en el debate teórico permanente y en la práctica de su vinculación con la sociedad. “La Universidad debe hacer realidad la definición de Jaspers de ser el lugar donde la sociedad permite el florecimiento de la más clara conciencia de la época, organizándose, como propone Habermas, como una auténtica comunidad crítica de estudiantes y profesores.

Recalca que la universidad debe constituirse en una institución forjadora de ciudadanos conscientes y responsables, de profesionales, investigadores y técnicos formados interdisciplinariamente, dotados de una cultura humanística y científica, capaces de seguirse formando por sí mismos, de adaptar sus conocimientos a las transformaciones y de localizar la información pertinente, evaluarla críticamente, juzgar y tomar decisiones. (…) En fin, una universidad donde la innovación, la imaginación y la creatividad tengan su morada natural, y la barca del sueño que en el espacio boga encuentre en ella un lugar seguro donde atracar”.

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