EcuadorUniversitario.Com

Hidropolítica y combate contra la Ferrovía extractivista y la desintegración Latinoamericana (I)

Por Eduardo R. Saguier PhD.
Museo Roca-CONICET
http://www.er-saguier.org

I.- Introducción: En la historiografía política, económica y sociológica que debate el origen del subdesarrollo latinoamericano ha prevalecido una vieja y problemática hipótesis geopolítica que subestima la contradictoria realidad hidrográfica del continente y le resta fuerza a un común destino manifiesto (o excepcionalismo histórico) a construir aún entre todas las naciones de América Latina. Esta vieja hipótesis, inspirada en José Martí cuando elaboró Nuestra América y en cierto determinismo geográfico (Ratzel), en la Escuela de los Anales, y en la obra de Fernand Braudel Felipe II y el Mediterráneo, sostiene que a diferencia de Europa, que por contar con el Mar Mediterráneo, pudo despegar del atraso y el subdesarrollo y alcanzar altos grados de cultura y civilización (con la exclusión del Maghreb en la margen sur del Mediterráneo), Sudamérica en la América Latina, como el África, al carecer de un mar interior, con cursos de agua que comunicaran entre sí sus regiones más profundas, se obligaba a implementar un transporte marítimo costero de larga distancia y alto costo entre dos océanos conectados sólo por el Cabo de Hornos, y más luego por el Canal de Panamá, y en el caso de África, por el Cabo de Buena Esperanza y más luego el Canal de Suez, pero que perpetuaban sus mutuas y estériles rivalidades y chauvinismos.

Vale referir, sin embargo, geología histórica mediante, que hace diez o veinte millones de años, el Amazonas desembocaba en el Océano Pacífico, y que cuando un millón de años después por choque, separación y deslizamiento de la placa tectónica de Nazca emergió la Cordillera de los Andes se fue formando simultáneamente una inmensa cuenca o mar interior. Este mar, cuando Sudamérica se separó de África, fue buscando su salida al Atlántico, hasta en tiempo geológico fue desecando el enorme espacio con creciente zanjeado natural de cuencas hídricas con inundaciones, aludes de rocas y minerales, desprendimientos de laderas y polución química natural o eutrofización, acompañadas por la resistencia del sustrato geológico para descomponerse y formar suelos, y escoltadas por múltiples aportes de sedimentos y nutrientes. El escurrimiento de aguas y consecuente floración de algas y larvas fueron drenando la vida acuática, formando películas bacterianas, humedales y pantanos, y fue apareciendo vegetación emergente dando lugar con el correr de los milenios a inmensos sistemas forestales y muy posteriormente a primitivas faunas silvestres (Cleary, 2013; Albergaria de Queiroz, 2013).

Recién millones de años después, con la aventura expedicionaria del bandeirante portugués Antonio Raposo Tabares (que violaba la línea fronteriza del Tratado de Tordesillas), a través de los ríos Guaporé-Madeira hasta la boca del Amazonas, luego de producida la rebelión de Portugal contra la dominación Habsburga (1648); con la llegada al Ecuador del hijo de la Ilustración Francesa el explorador Charles Marie de La Condamine en 1735; y con los descubrimientos en Venezuela del naturalista alemán Alexander von Humboldt en 1799, la utopía de integrar las cuencas hidrográficas del Orinoco, del Amazonas y del Río de la Plata comenzó lentamente a tornarse verosímil.

II.- Humboldt y proyectos pioneros de canalización

Humboldt conocía los intentos de construir canales por parte de Grecia, Egipto, China y Rusia. En la Grecia antigua, el Canal de Corinto conectaba el Egeo con el Golfo de Corinto. En el Antiguo Egipto, el canal de los Faraones ligaba el Río Nilo con el Mar Rojo a través de la depresión de Wadi Tumilat, y la obra fue comenzada por Darío el Grande cuando Egipto estuvo invadido por los persas (510 A.C.), y más tarde desarrollada por Ptolomeo II Filadelfio (282 A.C.), nieto de Alejandro el Grande, luego por el emperador romano Trajano (117 D.C.), y finalmente en el siglo XIX por el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps (1869). En China, el Gran Canal de 1800 kilómetros, que venía de Pekin y unía los ríos Amarillo y Yang-Tsé, construido por los emperadores a lo largo de sucesivas dinastías había sido mencionado por Marco Polo y el sinólogo jesuita Matteo Ricci (Needham, 1986; 23Avarello, 2015).

Como también estaba al tanto seguramente de los avances en Rusia del Canal Mariinsk, que ligaba el Río Volga con el Mar Báltico (de 368 kilómetros de largo), Humboldt habría querido emular esos antecedentes históricos y remontando el Orinoco y las bifurcaciones del Casiquiare, en la Amazonía, descubrió la función natural de este último (esta expedición fue repetida dos siglos más tarde por otro alemán Klaus Reckling). Y en un intento de extender sus investigaciones hidrográficas (Del Orinoco al Amazonas. Viaje a las Regiones Equinocciales del nuevo continente), Humboldt envió a su socio y colega, el botánico y naturalista francés Aimée Bonpland, al Paraguay, para que explorara la integración fluvial de la cuenca del Plata y el Alto Paraguay con el Río Amazonas, lo que se frustró por la actitud incomprensiva del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia retratado por Augusto Roa Bastos en Yo el Supremo (Kohlhepp, 2005).
http://www.scielo.br/scielo.php?pid=s0001-37652005000200010&script=sci_arttext

III.- Reaparición de proyectos de integración de cuencas fluviales y de expediciones
exploradoras

En la segunda mitad del siglo XIX, con Pedro II (motivado por las dificultades para aprovisionar sus ejércitos tanto desde el Alto Paraguay como desde el Alto Paraná en la Guerra de la Triple Alianza), los proyectos de integración de cuencas fluviales resucitaron, promovidos desde la década del sesenta del siglo XIX por Domingo F. Sarmiento y por el Ingeniero militar brasilero Eduardo Jose de Moraes, y consagrada en su libro A Junccao Do Amazonas Ao Prata: E Estudo Sobre O Rio Madeira (1890). También, para esa época de fines del siglo XIX–en que las compañías navieras inglesas sacaban la goma por el Amazonas– el cauchero peruano Fitzcarrald López descubrió el istmo o varadero (retratado por el cineasta Werner Herzog) que comunica las cuencas de dos ríos alto-amazónicos paralelos, el río Apurimac-Ucayali y el río Madre de Dios, confirmando la hipótesis acerca de la existencia de otros ríos amazónicos paralelos pertenecientes a cuencas distintas que son perfectamente conectables entre sí.

Contemporáneamente con Fitzcarrald López, caído el emperador, el poder político del Brasil se descentralizó, y el boom del caucho (látex o leche maldita) en el mercado mundial corrió la frontera brasilera aún más hacia el oeste que el Matto Grosso, hasta las mismas estribaciones de la cordillera andina (El Acre), generando en Brasil una nueva identidad geográfica, caracterizada por una marcada dualidad entre el macizo oriental y la amazonía occidental, y una desintegración hidrológica continental entre dos grandes ríos con afluentes y estuarios asimétricos. Si bien el estuario del Amazonas corresponde a Brasil, sus afluentes pertenecen a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela; y en el caso del Plata, si bien sus afluentes (Paraná, Paraguay) corresponden a Brasil el estuario le pertenece a la Argentina y a la República Oriental del Uruguay.

Y a comienzos del siglo XX, en 1914 (tres años después que Hiram Bingham descubriera Macchu Pichu), el ex presidente norteamericano Teodoro Roosevelt (invitado por el Presidente del Brasil Hermes da Fonseca), siguiendo las huellas del bandeirante Raposo Tabares, del topógrafo inglés Percy Harrison Fawcett (demarcador de la frontera entre Bolivia y Brasil) y del explorador Arnold Savage-Landor, se integró a una expedición científica encabezada por el explorador caboclo Cándido Rondon. La expedición partió desde Puerto Cáceres (Mato Grosso) en el Alto Paraguay (donde Roosevelt había llegado vía fluvial procedente de Buenos Aires), luego atravesó la meseta o chapada dos Parecis (en el altiplano o planalto del estado de Mato-Grosso del Norte), donde nacen desde distintas serranías los ríos Aguapei, Alegre, Ji-Paraná, Xingú, Araguaia y Juruena, buscando el río Tapirapué o de la Duda (afluente del río Aripuaná), posteriormente bautizado Roosevelt, y desembocando en el curso bajo del Madeira y luego en el Amazonas, epopeya en la que como Raposo Tabares en el siglo XVII casi pierde la vida y aceleró su muerte temprana (Wasserman, 2009).

IV.- Tesis de un dualismo geográfico irresuelto para un continente hidrológicamente
desintegrado

Como fruto de la post-guerra de la I Guerra Mundial (1919), se asiste al pasaje teórico de la homogeneidad étnica a la heterogeneidad geográfica, acentuada por el influjo de Friedrich Ratzel (1903), de Rudolf Kjellen (1916) y de Camille Vallaux (1921), que fue desplazando de la cartelera al pensamiento sociológico (Durkheim, Weber). Así como para el Perú se desarrolló una concepción geográfica triádica con la combinación de costa, sierra y selva, el geógrafo Carlos Badia Malagrida en El factor geográfico en la política sudamericana (Madrid, 1919), desarrolló para el Brasil la tesis de un dualismo geográfico irresuelto entre las tierras bajas de la Amazonía y el macizo sud-oriental platino. Más aún, el geógrafo uruguayo Luis Cincinato Bollo propuso el mismo año en su libro South America, past and present (1919) la integración de las cuencas fluviales sudamericanas. Diez años más tarde, el geógrafo Clarence F. Jones levantó un mapa del Río Madeira en Agricultural Regions of South America (Worcester, 1928); y el ingeniero francés Roger Courteville, alentado por la búsqueda de la ciudad perdida que había explorado Fawcett (quien había desaparecido en la selva a manos de indios antropófagos en 1925 y en su rescate se habían practicado una docena de frustradas expediciones), investigó dos años después, en 1930, una ruta fluvial integradora que iba del Plata al Amazonas por el curso del Madeira, más arriba que las ensayadas en el mismo río por Fawcett, Savage-Landor y Rondon-Roosevelt. Esta nueva ruta iba por el Río Guaporé, la misma vía contigua con las tierras bajas del Alto Perú o Audiencia de Charcas (Bolivia) que el bandeirante Antonio Raposo Tabares supuestamente surcara en 1648, y que el Mariscal Rondon demarcó en 1930 como límite fronterizo entre Brasil y Bolivia.

A fines de la década del 30 prevalecieron las tesis dualistas defensoras de las fronteras naturales (integración política en el seno de las cuencas hidrográficas respectivas), como fue la postura de Malagrida. Esta tesis aventuraba una eventual secesión amazónica a desprenderse del Brasil –semejante a la fragmentación que aconteció en el pasado en el espacio hispanoamericano– si no se encaraban políticas para contrarrestarla. Pero ello fue rebatido por la tesis expansionista y realista del militar brasilero Mario Travassos (1938) quien centraba el motor geopolítico del Brasil en la Amazonía, y paralelamente le adjudicaba a la cuenca amazónica un potencial de naturaleza centrípeta capaz de aunar la fabricación de un creciente espacio geográfico de alcance nacional. El travassismo estuvo entonces influido por las teorías del “área pivote”, o región cardial, del inglés Halford Mackinder (1904), que veía al Brasil como una potencia continental, para lo cual privilegiaba la conexión estratégica del Mato Grosso con el Oriente Boliviano y una eventual anexión del mismo (Favaro Martins, 2011).

V.- Congresos profesionales latinoamericanos para integrar las cuencas fluviales

En la década del 40 y en medio de la II Guerra Mundial, diversos congresos profesionales latinoamericanos alentaron los estudios geográficos, en especial los estudios hidrográficos con el no oculto objetivo de integrar las cuencas fluviales del continente. En efecto, la Conferencia Regional de los Países del Plata, reunida en Montevideo a comienzos del año 1941, el III Congreso Argentino de Ingeniería, celebrado en Córdoba el 4 de julio de 1942, la V Convención de la Unión Sudamericana de Asociaciones de Ingenieros (USAI) reunida en Montevideo del 9 al 16 de marzo de 1947, y el I Congreso Panamericano de Ingeniería, celebrado en 1949 en Rio de Janeiro, resolvieron recomendar a los estados y asociaciones de profesionales representados que continúen y coordinen mediante comisiones técnicas mixtas, los estudios ya existentes sobre la posible conexión o integración de los tres grandes sistemas hidrográficos de la América del Sur: el Plata, el Amazonas y el Orinoco.Y el año 1947, otro geógrafo, Horacio Gallart, levantó la apuesta de los Congresos y Conferencias citados registrando y publicando numerosos mapas e ilustraciones de la misma ruta fluvial.

Como consecuencia directa de estas exploraciones hidrográficas, investigaciones cartográficas y recomendaciones de organismos regionales y asociaciones profesionales, el ingeniero y representante del Radicalismo argentino Gabriel del Mazo, devenido desde hacía años en el vocero político de los ingenieros reformistas, y del pensamiento regenerador de la Reforma Universitaria de Córdoba, formuló en 1948 ante el Parlamento argentino un proyecto de resolución de integración fluvial a escala continental,y posteriormente, en 1962, publicó un libro titulado Proyecto de un Canal Sudamericano. Estas propuestas y recomendaciones de obras públicas de infraestructura continental por parte de asociaciones hemisféricas ligadas al pensamiento Reformista y a la prédica nacionalista del escritor Ricardo Rojas fueron acompañadas por la intelectualidad hispanoamericana, en especial por la boliviana (Carlos Montenegro), la paraguaya (Natalicio González) y la uruguaya (Ardao). Sin embargo, en Brasil, el bonapartismo Varguista acusó el desafío con recelo y desconfianza, pues denunció las supuestas ambiciones de Estados Unidos, Venezuela y Argentina para adueñarse del espacio amazónico.

(Continúa)

EcuadorUniversitario.Com

Salir de la versión móvil