Investigadores de China han identificado 13 proteínas relacionadas con el declive de este órgano. El estudio sugiere cómo los cambios en sus concentraciones en sangre tienden a alcanzar un pico a los 57, 70 y 78 años. Este hallazgo abre la puerta a intervenciones personalizadas para retrasar su degeneración
En la actualidad, rebasar los 90 años y llegar a centenario es cada vez más habitual. Pero la cuestión no es vivir más, sino conservar la lucidez y la calidad de vida a medida que envejecemos.
Uno de los factores que lo impiden son las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, cuyo principal factor de riesgo es la edad. De hecho, a partir de los 65 se duplica el número de casos cada cinco años, según cifras del Ministerio de Sanidad, pasando del 1 % de afectados al 40 % a los 90.
El estudio sugiere que estos tres picos (57, 70 y 78 años) podrían ser clave para posibles intervenciones en el proceso de envejecimiento del cerebro
“A los 70 años observamos muchas asociaciones con trastornos neurodegenerativos, como la demencia por cualquier causa y la enfermedad de Alzheimer. Nuestros hallazgos reflejan la susceptibilidad de padecer estas patologías en esta década”, explica a SINC Wei Cheng, de la Facultad de Medicina de Shanghái, que ha liderado la investigación.
Edades clave del envejecimiento
Estos puntos de inflexión los han determinado a partir de muestras humanas de plasma sanguíneo del Biobanco del Reino Unido, de las que han seleccionado 13 proteínas relacionadas con dicho declive. Además, estas proteínas reflejan la inflamación, la regeneración celular y el estrés ligado al envejecimiento, entre otros parámetros.
Los investigadores chinos utilizaron datos de imágenes cerebrales de 10 949 adultos sanos para estimar la brecha de edad cerebral
“De entre estas proteínas destaca Brevican (BCAN) y el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15). Los niveles de BCAN y GDF15 se asociaron, además de con el envejecimiento, con la demencia, el ictus y la función motora. Estos hallazgos muestran que las concentraciones de proteínas cambian longitudinalmente, reflejando transiciones en la salud cerebral en edades clave”, valora por su parte Inés Moreno, profesora de la Universidad de Málaga, en declaraciones al SMC España.
Las proteínas de la edad cerebral de 70 años están asociadas principalmente a la demencia y el ictus. / Adobe Stock
¿Por qué a los 57?
Los investigadores utilizaron datos de imágenes cerebrales de 10 949 adultos sanos para estimar la brecha de edad cerebral (BAG, por sus siglas en inglés), un indicador de su declive y que surge de la diferencia entre la edad cerebral estimada y la cronológica.
En cuanto al inicio del envejecimiento cerebral en una edad tan concreta, Cheng afirma que “las proteínas en el pico de los 57 años están principalmente asociadas con la inmunidad adaptativa, como el recuento de linfocitos, y con el metabolismo. Dos aspectos posiblemente subyacentes del inicio del envejecimiento cerebral”.

Las proteínas en el pico de los 57 años están principalmente asociadas con la inmunidad adaptativa y con el metabolismo. Dos aspectos posiblemente subyacentes del inicio del envejecimiento cerebral

El declive del cerebro no es lineal
Al analizar estos biomarcadores en el plasma de personas de diferente edad, indica Ávila, los investigadores observaron que los cambios no eran lineales con el aumento de la edad, sino que se observaban tres picos con cambios abruptos, relacionados con cambios metabólicos a los 57 años; pérdidas cognitivas y de movimiento a los 70, y fragilidad neuronal en torno a los 78.
Las proteínas de la edad cerebral de 70 años estaban asociadas principalmente a la demencia y el ictus, señala Cheng. “Por lo tanto, las personas con una edad cerebral cercana a los 70 años pueden desarrollar un estilo de vida saludable o tomar algunas medidas personalizadas para prevenir las enfermedades”.
Serán necesarios más estudios que verifiquen la viabilidad de estos biomarcadores
Eso sí, serán necesarios más estudios que verifiquen la viabilidad de estos biomarcadores. Para Ávila, faltaría en este estudio la posible complementación de los datos de proteómica en plasma con los cambios epigenéticos que relacionan muestras de sangre con la edad cronológica, y la validación en cohortes de otros orígenes.
Referencia:
Liu et al. ‘Plasma proteomics identify biomarkers and undulating changes of brain aging’. Nature Aging (2024).