Así lo manifestaron Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, Guy Ryder, Director General de la OIT,
Anthony Lake, Director Ejecutivo del UNICEF, Helen Clark, Administradora del PNUD, Fred van Leeuwen, Secretario General de la Internacional de la Educación, el pasado 5 de octubre, con motivo de celebrarse el Día Mundial de los Docentes.
Cada año, destacaron, en el Día Mundial de los Docentes reconocemos la importancia de los docentes y la función primordial que desempeñan a la hora de brindar una educación de calidad a los niños en cualquier lugar del mundo. Hoy, en un momento en que la comunidad mundial se une en torno a los nuevos objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la función de los docentes adquiere la máxima importancia.
El nuevo objetivo mundial relativo a la educación (ODS 4), que es la piedra angular de la agenda Educación 2030, persigue “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. El logro de este objetivo es fundamental para alcanzar todas las demás metas mundiales de desarrollo, puesto que para conseguir unas sociedades fuertes es necesario contar con unos ciudadanos bien educados y una fuerza laboral bien capacitada. Ahora bien, solo podremos alcanzar estos objetivos si invertimos en contratar docentes, apoyarlos y empoderarlos.
Agregaron: Cada vez hay más consenso en que el hecho de disponer de docentes de calidad es el factor más importante para el aprendizaje de los niños y, por consiguiente, para mejorar los logros educativos, aumentar la capacidad de los jóvenes para participar en la sociedad y en las actuales economías del conocimiento y fomentar la productividad y la prosperidad. Especialmente en las comunidades pobres y en los países afectados por conflictos, una docencia de calidad puede literalmente cambiar la vida de los niños, puesto que los ayuda a superar enormes desafíos y los prepara para tener una vida mejor y un futuro más prometedor.
Sin embargo, enfatizaron, actualmente hay en todo el mundo demasiados docentes infravalorados y no empoderados. La escasez de docentes de calidad es cada vez mayor, los docentes bien capacitados están desigualmente distribuidos y las normas nacionales para la profesión docente son inadecuadas o inexistentes. Todos estos son factores determinantes de la gran falta de equidad en cuanto al acceso y el aprendizaje. Las regiones y escuelas más pobres y los primeros niveles —los más necesitados— suelen ser los más afectados. Esta brecha es profundamente alarmante, puesto que en un estudio tras otro se pone de manifiesto la importancia crucial de los primeros años para el desarrollo de los niños.
Explicaron que el Instituto de Estadística de la UNESCO calcula que para lograr la enseñanza primaria universal en 2020 los países deberán contratar a un total de 10,9 millones de maestros de primaria.
Esta situación, subrayaron, es indicio de una crisis mundial de la educación, a menos que actuemos. En el Foro Mundial sobre la Educación de 2015, celebrado en Incheon (Corea del Sur), reconociendo la inminencia de la crisis, los dirigentes se comprometieron a “[velar] por que los docentes y los educadores estén empoderados, sean debidamente contratados, reciban una buena formación y estén cualificados profesionalmente, motivados y apoyados dentro de sistemas que dispongan de recursos suficientes, sean eficientes y estén dirigidos de manera eficaz”. En la Cumbre de Oslo sobre Educación para el Desarrollo de 2015 también se puso de relieve la necesidad de hacer frente a la escasez de docentes de calidad y de invertir en la educación de los docentes.
Ahora, al comprometerse a aplicar la agenda Educación 2030, los Estados Miembros de las Naciones Unidas acuerdan aumentar sustancialmente la oferta de docentes cualificados, en particular mediante la cooperación internacional para la formación de docentes en los países en desarrollo, especialmente los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo.
Se trata de un paso importante, y ahora debemos cumplir estos compromisos. Para lograr en 2030 el nuevo objetivo relativo a la educación y todas sus metas conexas, debemos intensificar los esfuerzos para brindar a todas las escuelas, todas las comunidades y todos los niños unos docentes suficientemente cualificados, bien distribuidos, motivados y apoyados, puntualizaron.
Expresaron también que los gobiernos deben redoblar esfuerzos para dialogar con los docentes y sus organizaciones y formular medidas y estrategias políticas concretas que ofrezcan incentivos apropiados, como una remuneración competitiva y unos planes de carrera claros, para ejercer en escuelas situadas en entornos difíciles y para que los docentes no abandonen la profesión.
Los docentes deben ser empoderados mediante la garantía de unas condiciones laborales dignas y unos entornos de trabajo dotados de los recursos necesarios, seguros y saludables, así como mediante la confianza, la autonomía profesional y la libertad académica.
La Recomendación de la OIT y la UNESCO relativa a la situación del personal docente (1966), la Recomendación de la UNESCO relativa a la condición del personal docente de la enseñanza superior (1997) y las Directrices de política de la OIT sobre la promoción del trabajo decente para el personal del sector de la educación de la primera infancia (2014) son normas y criterios de referencia internacionales fundamentales para la profesión docente.
En el primer Día Mundial de los Docentes que se celebró en el marco de la nueva agenda de la educación para el desarrollo mundial, instaron a la comunidad internacional a valorar, apoyar y empoderar a los docentes de todo el mundo, puesto que son ellos quienes educarán a la nueva generación de niños que, a su vez, llevará adelante todos nuestros objetivos para construir un mundo mejor para todos.
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