El Día Mundial de la Población 2024 sirve para preguntarnos quién sigue sin estar registrado y por qué, y cuál es el coste para las personas, las sociedades, y qué debemos hacer mundialmente para no dejar a nadie atrás. También es una ocasión para que todos nos comprometamos a hacer más por garantizar que nuestros sistemas de datos capten toda la diversidad de los seres humanos, de modo que todos puedan ser vistos, ejercer sus derechos humanos y desarrollar todo su potencial.
Para hacer realidad los derechos y las opciones de quienes se encuentran marginados en nuestras sociedades, debemos contar con ellos, porque todos cuentan. Nuestro rico tapiz humano es tan fuerte como su hilo más débil. Cuando los datos y otros sistemas funcionan para las personas marginadas, funcionan para todos. Así es como aceleramos el progreso para todos.
Para no dejar a nadie atrás, hay que contar con todas las personas
En los últimos 30 años, las sociedades de todo el mundo han logrado grandes avances en la mejora de la recopilación, el análisis y el uso de los datos demográficos. Las nuevas cifras de población, desglosadas por edad, etnia, sexo y otros factores, reflejan en la actualidad la diversidad de nuestras sociedades con mayor precisión.
Con estos avances se ha mejorado considerablemente la prestación de asistencia sanitaria en todo el mundo, lo que se ha traducido en mejoras sustanciales de la salud sexual y reproductiva y de la capacidad de ejercer derechos y elegir. Cada vez más, las nuevas tecnologías permiten una medición más detallada y oportuna que nunca de las experiencias de las personas.
Sin embargo, las comunidades más marginadas siguen estando infrarrepresentadas en los datos, lo que repercute profundamente en sus vidas y su bienestar.
La Organización de las Naciones Unidas -ONU- destaca que tuvieron que transcurrir cientos de miles de años para que la población mundial creciera hasta alcanzar los 1 000 millones de habitantes, y solo en unos 200 años más se multiplicó por siete. En 2011, la población mundial alcanzó la cuota de los 7000 millones de personas y en 2021 la cifra aumentó a casi 7900 millones de personas. Las previsiones hablan de 8500 millones para 2030, 9700 millones en 2050 y 10.900 millones en 2100.
Este espectacular crecimiento, anota, se ha visto impulsado por el creciente número de personas que llegan a la edad reproductiva, y ha venido acompañado de cambios importantes en las tasas de fecundidad, el aumento de la urbanización y la aceleración de la migración. Estas tendencias tendrán consecuencias de largo alcance para las futuras generaciones.
Agrega que en el pasado reciente se han registrado cambios notables en las tasas de fecundidad y en la esperanza de vida. A comienzos de la década de 1970, las mujeres tenían una media de 4,5 hijos cada una; en 2015, la fecundidad total mundial había caído hasta unos 2,5 hijos por mujer. Mientras tanto, la vida media de una persona ha aumentado de 64,6 años a comienzos de la década de 1990 hasta 72,6 años en 2019.
Por otra parte, en el mundo se registran unos elevados niveles de urbanización y una aceleración de la migración. En 2007, por primera vez, vivieron más personas en zonas urbanas que en zonas rurales, y en 2050 alrededor del 66% de la población mundial vivirá en ciudades.
Estas megatendencias tienen consecuencias de gran alcance. Afectan al desarrollo económico, al empleo, a la distribución de la renta, a la pobreza y a las protecciones sociales. Asimismo, repercuten en los esfuerzos por garantizar el acceso universal a la atención médica, la educación, la vivienda, el saneamiento, el agua, los alimentos y la energía. Para satisfacer de manera más sostenible las necesidades de las personas, los encargados de la formulación de políticas deben saber cuántas personas viven en el Planeta, dónde se encuentran, qué edad tienen y cuántas personas habrá en el futuro.
Como nos recuerda el lema del Día Mundial de la Población de este año, invertir en la reunión de datos es importante para entender los problemas, encontrar soluciones idóneas e impulsar el progreso. En ese sentido, también es importante la financiación. Insto a los países a que aprovechen al máximo la Cumbre del Futuro que se celebrará este año para liberar capital asequible para el desarrollo sostenible». António Guterres, Secretario General de la ONU
Bajo el título «Vidas entrelazadas, hilos de esperanza: acabar con las desigualdades en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos», el informe «Estado de la Población Mundial» del Fondo de Población (UNFPA) de 2024 subraya el impacto continuado del racismo, el sexismo y otras formas de discriminación en la obstrucción de avances significativos en la salud sexual y reproductiva de mujeres y niñas. Los datos son demoledores. Las mujeres y niñas pobres, pertenecientes a minorías étnicas, raciales e indígenas, o atrapadas en entornos de conflicto, tienen más probabilidades de morir por falta de acceso a una atención sanitaria oportuna. El informe hace un llamamiento a la acción mundial para desmantelar las estructuras injustas y discriminatorias.
El poder de la igualdad de género
A pesar de que suponen el 49,7 por ciento de la población mundial, a las mujeres y a las niñas no se las suele tener en cuenta en los debates sobre demografía. Además, las políticas de población vulneran sus derechos. Como resultado, nuestro mundo excluye y margina a la mitad de la población del planeta, un problema que nos impedirá a todas las personas disfrutar de un futuro más próspero, pacífico y sostenible. En la raíz de este problema se encuentra la desigualdad de género.
Esta injusticia generalizada aleja a las mujeres y a las niñas de la escuela, del mercado laboral y de los puestos de liderazgo; limita su autonomía y su capacidad para tomar decisiones sobre su salud y su vida sexual y reproductiva; e incrementa su vulnerabilidad ante la violencia, las prácticas nocivas y la muerte materna prevenible, ya que cada dos minutos muere una mujer a causa del embarazo o el parto.
Debemos promover la igualdad de género para crear un mundo más justo, resiliente y sostenible. La creatividad, el ingenio, los recursos y la fuerza de las mujeres y las niñas son fundamentales para abordar los retos demográficos y de otro tipo que amenazan nuestro futuro, como el cambio climático y los conflictos.
Cuando las sociedades empoderan a las mujeres y a las niñas para que ejerzan autonomía sobre sus vidas y sus cuerpos, tanto ellas como sus familias prosperan, como muestra el informe Estado de la Población Mundial 2023 del Fondo de Población de las Naciones Unidas(UNFPA).
El UNFPA aporta datos, experiencia y testimonios para apoyar a las mujeres y niñas de todo el mundo, y el Día Mundial de la Población nos brinda la oportunidad de señalar la necesidad de promover la igualdad de género para ayudar a hacer realidad los sueños de los 8.000 millones de habitantes de nuestro planeta.
Tendencias demográficas
Tuvieron que transcurrir cientos de miles de años para que la población mundial creciera hasta alcanzar los 1 000 millones de habitantes, y solo en unos 200 años más se multiplicó por siete. En 2011, la población mundial alcanzó la cuota de los 7000 millones de personas y en 2021 la cifra aumentó a casi 7900 millones de personas. Las previsiones hablan de 8500 millones para 2030, 9700 millones en 2050 y 10.900 millones en 2100.
Este espectacular crecimiento se ha visto impulsado por el creciente número de personas que llegan a la edad reproductiva, y ha venido acompañado de cambios importantes en las tasas de fecundidad, el aumento de la urbanización y la aceleración de la migración. Estas tendencias tendrán consecuencias de largo alcance para las futuras generaciones.
En el pasado reciente se han registrado cambios notables en las tasas de fecundidad y en la esperanza de vida. A comienzos de la década de 1970, las mujeres tenían una media de 4,5 hijos cada una; en 2015, la fecundidad total mundial había caído hasta unos 2,5 hijos por mujer. Mientras tanto, la vida media de una persona ha aumentado de 64,6 años a comienzos de la década de 1990 hasta 72,6 años en 2019.
Por otra parte, en el mundo se registran unos elevados niveles de urbanización y una aceleración de la migración. En 2007, por primera vez, vivieron más personas en zonas urbanas que en zonas rurales, y en 2050 alrededor del 66% de la población mundial vivirá en ciudades.
Estas megatendencias tienen consecuencias de gran alcance. Afectan al desarrollo económico, al empleo, a la distribución de la renta, a la pobreza y a las protecciones sociales. Asimismo, repercuten en los esfuerzos por garantizar el acceso universal a la atención médica, la educación, la vivienda, el saneamiento, el agua, los alimentos y la energía. Para satisfacer de manera más sostenible las necesidades de las personas, los encargados de la formulación de políticas deben saber cuántas personas viven en el Planeta, dónde se encuentran, qué edad tienen y cuántas personas habrá en el futuro.
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