El papel clave de la educación para combatir el extremismo violento y sus consecuencias en las niñas y mujeres es el punto común puesto de relieve por los participantes en la mesa redonda “Extremismo violento y radicalización: las mujeres como perpetradoras, víctimas y agentes del cambio”, celebrada el 8 de marzo en la Sede de la UNESCO con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Inaugurado por la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, el presidente del Consejo Ejecutivo, Michael Worbs, y la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo, el encuentro tenía como objetivo exponer casos de mujeres como arquitectas de la paz y motor del cambio y reconocer los esfuerzos de numerosas mujeres que dicen “no” al extremismo radical.
“Me llamo Assïatou, tengo 15 años. Estoy aquí para hablarles de mi historia, porque fui secuestrada por la secta Boko Haram”, dijo una niña nigeriana que logró escapar a su secuestro y vive hoy refugiada en el vecino Níger. Con el rostro cubierto y su nombre de pila cambiado por motivos de seguridad, Assïatou narró su historia así: “Cuando vino la secta, nos llevaron a un burdel. Éramos unas 40 personas. Esos hombres separaron a las niñas y nos encerraron en una casa. Allí me escogieron como esposa. Insultaron a mis padres y nos maltrataron. Nos hicieron creer que nuestros padres no son verdaderos creyentes y que ahí estaban ellos para enseñarnos el Corán. Un mes después, estaba casada. El mío fue un matrimonio forzado y es el peor recuerdo de mi vida […]. Para combatir la ignorancia, es indispensable volver a la escuela, por eso decidí retomar los estudios. Me gustaría ser doctora”.
Por su parte, Amina Sa’id, que dirige una organización que libera a mujeres y niñas de la minoría yazidí secuestradas en Iraq por el Estado Islámico, subrayó que “las mujeres son las primeras víctimas de las guerras en el mundo: son maltratadas y convertidas en esclavas sexuales o ideologizadas para convertirse en terroristas suicidas”. La organización que dirige ha logrado ya liberar a 2.000 mujeres y niños en operaciones individuales, pero se calcula que otras 3.000 personas yazidíes continúan en manos del Estado Islámico en Mosul y sus alrededores. “Hay que educar a la tolerancia y a la igualdad de todas las creencias”, afirmó.
La Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, recordó que “las mujeres son víctimas de abuso, esclavitud sexual, tráfico de personas, matrimonios forzosos y tempranos y mutilación genital” y destacó: “Contra la violencia, debemos responder mediante los medios más poderosos de que disponemos: la educación, la prevención, la sensibilización […] El combate contra el extremismo se juega en el espíritu de cada individuo, y la educación está en primera línea para reforzar las defensas de cada uno y su capacidad para rechazar el odio”.
S.A.R. la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO para la educación de las niñas y las mujeres, destacó la importancia de la cooperación internacional para combatir la radicalización de las jóvenes: “Ningún país, grande o pequeño, podrá tener éxito o convencer por sus propios medios, porque estamos frente a un problema mundial”, declaró. “El papel de las mujeres es esencial, porque dan la vida. Deben poder ser un contrapoder a la propaganda del Estado Islámico, que sólo les propone una sociedad basada en pulsiones de muerte”, añadió.
Por su parte, el presidente del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, Michael Worbs, destacó el compromiso de la Organización de “educar a los jóvenes para mantenerlos lejos de las fuerzas radicales” y subrayó la necesidad de promover programas educativos basados en “la ciudadanía global, los derechos humanos y la paz”.
En el debate, organizado por la División de Igualdad de Género de la UNESCO, participaron asimismo la periodista francesa Mina Kaci, autora del libro “Secuestrada por Boko Haram”, la profesora Feride Acar, miembro del Comité de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres, Hanaa Edwar, secretaria general de la asociación iraquí Al-Amal, Yosra Frawes, representante de la Federación Internacional de Derechos Humanos en Túnez y Jayne Huckerby, directora de la Clínica Internacional de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Duke, Estados Unidos.
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