11F: Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia
Si la menstruación en el planeta Tierra está poco estudiada, imagínense fuera de él. A día de hoy, la regla aún es suprimida con hormonas antes y durante las misiones espaciales.
Hace ahora cinco años, la astronauta estadounidense Christina Koch batió el récord de permanencia en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) para una mujer: 328 días, casi un año. De haber estado en tierra, Koch habría pasado —de media— por unos once ciclos menstruales, pero allí arriba no tuvo ninguno.
El tema de la menstruación en el espacio siempre ha sido problemático de abordar. En primer lugar, por las consecuencias sobre la salud de las astronautas o las dudas sobre su capacidad para realizar ciertas tareas
Este desequilibrio alcanza su punto álgido con la salud reproductiva femenina. De hecho, la ciencia tuvo que recurrir a una rana africana (Xenopus laevis) para descubrir que la ovulación en órbita era posible.
El tema de la menstruación en el espacio siempre ha sido problemático de abordar. En primer lugar, por el temor a las consecuencias sobre la salud de las astronautas o las dudas sobre su capacidad para realizar ciertas tareas.
Mirar hacia otro lado
En sus primeros estudios al respecto, en los años sesenta, la NASA valoró incluso que una astronauta podía morir al menstruar, ya que en condiciones de microgravedad aquella sangre liberada del endometrio podía acabar deslizándose bajo el abdomen y provocar una peritonitis en pleno espacio. Esto nunca sucedió, aunque no está claro quién ha sido la primera mujer en menstruar en el espacio… o si alguna vez alguien lo hizo.
En segundo lugar, tener en órbita a astronautas con el periodo también requería acomodar las condiciones del cohete o la nave para satisfacer sus necesidades de higiene y planteaba un problema extra de material a bordo (una de los principales tareas de quienes planean una misión se centra en cómo reducir la carga, ya que cada kilogramo extra supone mucho dinero) o generación de residuos.
En sus primeros estudios al respecto, en los años sesenta, la NASA valoró incluso que una astronauta podía morir al menstruar
La matemática Ariadna Farrés, investigadora en el centro de vuelo espacial Goddard de la NASA, anda estos días en el desierto de Utah liderando a un grupo de investigadoras españolas en la misión Hypatia II. Entre otras líneas de investigación, estas “astronautas terrestres” se centrarán en ofrecer respuestas a cómo compatibilizar el ciclo menstrual con la carrera espacial.
Hasta ahora, tener en órbita a astronautas con el periodo también requería acomodar las condiciones del cohete o la nave para satisfacer sus necesidades de higiene. / Adobe Stock
Abriendo el paso a la menstruación
“Actualmente, muchas veces a las mujeres que van al espacio normalmente se les para el ciclo menstrual, toman medicación para cortar la regla”, indica a SINC. La suya es una misión corta, de apenas 15 días, pero tratarán de aprovecharlos para “poner el foco en este tipo de preguntas y estos problemas, será un pequeño paso para entenderlos un poco mejor”.
A menudo se requiere que las astronautas que van a viajar al espacio pasen hasta 11 años con una amenorrea (ausencia de menstruación) médicamente inducida
“También queremos investigar si el flujo menstrual puede tener utilidades en una misión en Marte, en nuestro caso veremos si sirve como fertilizante y los nutrientes sirven para poder cultivar plantas y demás”, indica Farrés.
Copas menstruales, test de infección urinaria
“En el tema de la menstruación hay muchas cosas que aún resultan tabú y no se estudian, igual que tampoco se ha estudiado la reproducción en sí misma en el espacio”, explica a SINC la ingeniera aeroespacial Estel Blay, también a bordo de esta misión Hypatia II.
Otra de las patas de este proyecto consiste en una colaboración con AstroCup, un proyecto de la Universidad Técnica de Lisboa para desarrollar “una copa menstrual para mientras estamos en el espacio”, indica Blay, empleada en el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña y responsable de salud y seguridad de la misión. “En colaboración con ellas estamos probando cómo sería estar en una base marciana usando una copa menstrual, ya sea para minimizar los residuos o simplemente para tener más opciones”.
El objetivo es que, si en un futuro la humanidad logra llegar a Marte con mujeres a bordo, estas no se vean obligadas a hormonarse como única opción viable
“Si le dices a una mujer: ‘Tienes que poner tu sistema reproductivo en pausa durante cinco años y esta es la única forma en que puedes ir a Marte’, vamos a tener problemas”, dice Lígia Fonseca Coelho, cofundadora de AstroCup.
Aunque importante, la menstruación es tan solo uno de los muchísimos aspectos sobre la salud femenina de las astronautas para los que aún no hay respuesta. Por ello, Fonseca, además de la copa menstrual, ha desarrollado un test para infecciones del tracto urinario —mucho más comunes en mujeres que en hombres— que pueda llevarse al espacio.