Prometeo ecuatoriano presenta innovador sistema para tratamiento de la epilepsia

El doctor Carlos Valencia, neurocirujano guayaquileño, se integró como Investigador Prometeo al servicio de Neurocirugía del Hospital Baca Ortiz de la ciudad de Quito, en agosto de 2012. Desde su llegada, su labor ha consistido en integrar un equipo multidisciplinar para tratar casos de epilepsia refractaria. Además de conformar el equipo, Valencia ha sido responsable de introducir dos sistemas innovadores en Ecuador para diagnosticar y tratar la epilepsia.

El Hospital Pediátrico Baca Ortíz de Quito recibe diariamente a niños y niñas con distintos tipos de afecciones. Tal vez una de las áreas con mayor complejidad sea la neurocirugía, pero los pacientes del Centro de Tratamiento para la Epilepsia encuentran nuevas oportunidades de recuperación gracias al trabajo del investigador Prometeo.

Los niños con epilepsia son pacientes con tratamiento de más de un año y sin mejora. “Nosotros buscamos una opción quirúrgica, tratamos de localizar el foco de la epilepsia y sacarlo”, señala el doctor Carlos valencia.

Equipo de trabajo

El equipo que dirige el doctor Carlos Valencia está integrado por cuatro neurocirujanos, tres neurólogos, una neuropsicóloga, dos neurofisiólogos, tecnólogos y enfermeras. El investigador Promeeo afirma que la variedad de especialidades les permite abordar cada caso desde diferentes ángulos.

“Hemos tenido suerte, afirma, de instalar la primera sala de video encefalograma en el sistema público del país”; este consiste en dos cámaras que graban la actividad biológica y el registro encefalográfico del paciente, lo que permite comparar cada una de las áreas cerebrales e identificar el foco epiléptico.

Otra aplicación del sistema es discernir los verdaderos casos de epilepsia de aquellos que son un condicionamiento psicológico. “Hay pacientes epilépticos que requieren tratamiento y otros que no”, aclara. “Hemos tenido casos de niños que tienen una mímica de convulsión, pero su actividad cerebral no es de convulsión, a lo mejor es un niño que ha sufrido abuso sexual o maltrato”, precisa el doctor Carlos Valencia. Enfatiza que identificar estos casos es esencial, pues, los medicamentos para la epilepsia bajan el nivel de actividad cerebral y esto puede acarrear consecuencias negativas en un paciente mal diagnosticado.

El segundo sistema es un neuronavegador, un equipo que a través de resonancia magnética permite elaborar una imagen tridimensional de alta resolución del cerebro, sus áreas y sus componentes. “Podríamos decir que es una especie de GPS que permite saber cuáles son las trayectorias más adecuadas y seguras para abordar una patología”, indica el Dr. Valencia. Con incisiones de 0.8 mm desde todos los ángulos, el navegador permite al cirujano una visión clara y aislar determinadas zonas para planificar el área y modo del procedimiento. Por otro lado, “la resonancia permite detectar las zonas del cerebro que consumen más oxígeno con cada tarea”, de esta manera pueden predecir las funciones que se afectarían si se intervienen determinadas áreas del cerebro.

“Es de ciencia ficción”, comenta Valencia; “esto no existía y tenemos el orgullo de hacerlo en Ecuador”. Explica que el sistema fue creado en Alemania y es el segundo en Sudamérica. Afirma que uno de los principales beneficios que genera es el ahorro de recursos. “Una cirugía convencional puede tardar 8 horas, una con neuronavegación puede reducirse a tres y media”. Explica que esto reduce las horas de quirófano, los recursos utilizados, el tiempo de recuperación y las listas de espera. “Ya no operaríamos 35 pacientes al mes, sino que podríamos operar a 60”, añade.

Valencia se especializó en Barcelona, donde vivió durante 14 años. Regresó a Ecuador a través del Proyecto Prometeo con la motivación de transmitir su experiencia. Ha brindado capacitaciones en los hospitales Andrade Marín y Eugenio Espejo de Quito. “Ya nos están llegando las hojas de transferencia”, revela.

Anota que el equipo, cuando empiece a tener más pacientes tendrá la necesidad de contar con más recursos. Por otro lado, tiene un interés personal en que esto se extienda a los adultos. En su opinión, la formación de nuevos profesionales nacionales es vital para mejorar los servicios de salud,pero está convencido de que el Proyecto Prometeo va a cambiar el conocimiento científico del país. “Necesitamos que más profesionales de salud retornen al país con una buena capacitación; creo que de aquí a 10 años, si cada uno de los Prometeos cumple al menos la mitad de sus proyectos, daremos un cambio importante”, concluye.

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