La UNESCO publicó el Informe de seguimiento de la educación en el mundo (GEM) 2016, estudio independiente que se realiza desde el 2002 con el propósito de supervisar el progreso de la educación global. Se trata de una “referencia acreditada para examinar y promover el seguimiento y la evaluación de la labor educativa” (página web UNESCO) en aquellos países que cuentan con cifras veraces.
Bajo el título “La educación al servicio de los pueblos y el planeta: creación de futuros sostenibles para todos”, el GEM 2016 pretende lograr la consecución del objetivo 4 (ODS 4) para el afianzamiento de la agenda global de desarrollo sostenible 2015-2030 relativo a la educación que expresa: “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Este objetivo nace a raíz de la Declaración de Incheon (República de Corea) realizada en 2015 con motivo del Foro Mundial sobre la Educación.
Irina Bokova, directora general de la UNESCO, exhorta en sus palabras introductorias a la búsqueda de nuevos enfoques que incluyan a los niños de los países más pobres en el sistema educativo; a actuar con rapidez y con compromiso hacia la consecución del ODS4; y a repensar la educación en función del bienestar humano y el desarrollo mundial: “La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible nos exhorta a concebir respuestas integrales e integradas a los muchos desafíos sociales, económicos y ambientales que afrontamos. Esto significa ir más allá de nuestros límites tradicionales y crear asociaciones y alianzas intersectoriales eficaces”, aclaró, para luego invitar a los involucrados en el diseño de políticas públicas a enfocarse en hacer posible la meta de la educación para todos en el año 2030.
Jeffrey D. Sachs, asesor del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los ODS, alerta en el prólogo sobre las inquietudes que surgen a partir del informe: “las disparidades entre los logros educativos de los ricos y los pobres, dentro de los países y entre ellos, son sencillamente alarmantes (…) (los más pobres) no tienen libros en casa, carecen de acceso a la educación preescolar y sus escuelas no disponen de electricidad, agua, saneamiento, maestros cualificados, manuales ni ninguno de los demás elementos necesarios para una educación básica, y mucho menos una educación de calidad. Las consecuencias son sobrecogedoras. A pesar de que el ODS 4 insta a la terminación universal del segundo ciclo de la enseñanza secundaria para 2030, la actual tasa de terminación de ese ciclo en los países de bajos ingresos no supera el 14%”, acota Sachs, haciendo énfasis en la financiación como elemento clave para lograr la inclusión. De allí que la invitación sea a estudiar minuciosamente el informe y a considerar seriamente la información en él contenida.
Relativo a la educación superior
La participación en la educación superior (ES) es “un reflejo de las políticas nacionales para la enseñanza secundaria, las normas de admisión, los exámenes de ingreso estandarizados, los costes y la ayuda financiera, la oferta privada, así como del diseño de los planes de estudio universitario” según el GEM 2016 (p. 266). Es por ello que es necesario visualizar el sistema educativo en su totalidad para analizar el estado actual de los sistemas de ES en América latina y el Caribe.
En este informe, los temas relacionados con la “enseñanza técnica, profesional y superior” son analizados a partir de tres nociones específicas: acceso (equitativo), asequibilidad y calidad. En lo relativo a la ES, específicamente al acceso, ella se mide –entre otros factores- a través de la tasa de matriculación, la cual mostró un aumento de la educación superior en el mundo, pasando de “100 millones de estudiantes (…) en el año 2000 a 207 millones en 2011″. Lo mismo sucedió en América Latina y el Caribe, debido a diversos factores como estudios a tiempo parcial, edad de los estudiantes al momento de la matriculación y créditos repartidos en un periodo más largo.
“En Chile, alrededor de 165.000 estudiantes empezaron a asistir a la universidad de manera gratuita al inicio del nuevo año académico en marzo de 2016”. Ese porcentaje representa “aproximadamente la mitad de los estudiantes procedentes del 50% de las familias más pobres de Chile” (p. 273). Este fenómeno fue posible a raíz de las fuertes protestas estudiantiles que llevaron al gobierno chileno a reestructurar el sistema de ES y a formular la ley de gratuidad en la ES en diciembre de 2015 haciendo gratuita la universidad a partir del 2016.
Por otro lado, la disparidad entre pobres y ricos que culminan los estudios de ES sigue siendo una constante: “en 76 países, el 20% de los jóvenes más ricos con edades comprendidas entre los 25 y 29 años han terminado al menos cuatro años de la educación superior; sin embargo, entre los más pobres sólo el 1% logró este objetivo” (p. 269), según fuentes de encuestas y censos realizados para complementar esta información.
Es importante destacar que la asequibilidad, el segundo punto analizado en el informe, está estrechamente vinculada con los niveles de ingresos familiares. Hay que considerar no solamente los costes relacionados con la propia educación superior, sino también los gastos de subsistencia para el transporte, alimentación y alojamiento, cálculos que, según el análisis, no son sencillos de recopilar. Por ejemplo, “el coste total de la educación superior en México es 1,75 veces el nivel de la media nacional de los ingresos familiares” (p. 272).
La mayoría de los países cuenta con estudiantes inscritos en la ES pública. Son excepciones Brasil, Chile, Colombia, Indonesia, Japón, México y la República de Corea, donde ese porcentaje es de alrededor un 80% (p. 271). En paralelo, se hace mención a la educación a distancia, especificando que “al depender menos del tiempo, el espacio y el ritmo de un campus, permite que el acceso a la educación superior resulte más equitativo y asequible” (p. 271). Sin embargo, el informe afirma que “los datos en este ámbito aún son insuficientes”.
Finalmente, el GEM analiza la calidad en la ES, tercer factor examinado, a través de dos enfoques: clasificación de las universidades y resultados de los estudiantes. Por un lado, “las clasificaciones de universidades han seguido creciendo en número y popularidad como referencias básicas. Por otro lado, en lo relativo a los resultados de los estudiantes, este fenómeno se evalúa a través de la tasa de graduados acompañada de ciertas competencias como las “cognitivas, afectivas, conductuales y psicológicas” para así poder determinar la calidad en la ES. Es así como en Brasil “alrededor del 80% de los estudiantes en instituciones públicas y privadas hacen el Exame Nacional de Desempenho dos Estudantes (ENADE) al iniciar y al finalizar los estudios de licenciatura” permitiendo analizar sus competencias cognitivas a lo largo de esta etapa y en consecuencia evaluar la calidad de la educación superior brasileña (p. 276).
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