En el Centro de Investigación de Genética y Genómica (CIGG) de la Universidad Tecnológica Equinoccial -UTE- se investiga el origen de los ecuatorianos. Este estudio de ancestría es parte del trabajo sobre genética poblacional del centro. Los resultados de más reciente investigación refuerzan que la conformación de la población es mayoritariamente mestiza, aunque también arrogaron hallazgos particulares en la conformación genética de los ecuatorianos.
“Hemos venido trabajando durante algún tiempo sobre el origen de la población local y sus relaciones genéticas con otros grupos poblaciones. El objetivo es crear un mapa de los ecuatorianos que nos permita tener una visión sobre la ascendencia de la población”, comenta el doctor César Paz y Miño, Director del CIGG.
Para la investigación se analizaron tres huellas génicas a partir del ADN: la común (ADN nuclear), mitocondrial (heredada solamente de la madre) y del cromosoma Y (solo heredada del padre). Estas huellas genéticas informativas de ancestría se analizaron en más de 2.000 individuos mestizos, indígenas y afros en todo el país.
Los resultados demostraron que en promedio los mestizos están compuestos por 61% de genes indígenas, 32% caucásicos, y 7% afroecuatorianos. Los indoamericanos tienen 90% de genes indígenas, caucásico 7% y afro 3%. Mientras que los afrodescendientes tienen 65% de afro, caucásico 23% e indígena 12%. “En otras palabras hay una variación, pero los ecuatorianos tiene genes amerindios entre 30 y 80% dependiendo de la ascendencia e historia familiar”, agrega el investigador.
Estos resultados confirman las respuestas entregadas en el Censo Poblacional de 2010, en la que los ecuatorianos se autoidentificaron: como mestizos (71,9%), afroecuatorianos (7,20%), indígenas (7,1%), montubios (7%), blancos (6,10%) y otros (0,3%). “Somos mestizos y la genética lo confirma”, afirma el doctor César Paz y Miño.
Sin embargo, uno de los hallazgos particulares fue la presencia de la relación genética con poblaciones de Oceanía, un marcador que no se encuentra ni en Colombia, Perú o Chile. Este marcador demostraría que existió una migración genética entre estas dos poblaciones.
Paz y Miño llama a que otros investigadores tomen estos datos para continuar la investigación de una teoría sobre los asentamientos en América que no implicaría el cruce por el estrecho de Bering sino una migración transatlántica, teoría debatida y mayoritariamente rechazada por la arqueología e historia moderna.
Pero saber de dónde venimos o a qué grupo étnico pertenecemos por sí solo no es lo importante de esta investigación. Para el grupo de investigadores del CIGG UTE estos datos les permitirán incorporar este indicador para estudios biomédicos que permitan analizar si una población es más o menos susceptible a un tipo de enfermedad.
“Por ejemplo, mientras más genes europeos se tiene es menos probable que seas intolerante a la lactosa ya que esa población tiene una larga herencia de consumo. Mientras que para la población amerindia estos productos fueron introducidos relativamente hace poco tiempo, lo que incrementa su probabilidad de ser intolerantes”, explica Paz y Miño.
Para próximas investigaciones, en el Centro se trabajará sobre la relación entre etnicidad y cáncer y también la susceptibilidad de ciertos grupos étnicos para contraer enfermedades raras. “Un estudio como este elimina por completo la idea de una raza pura, pero si nos da a conocer que existen grupos con más o menos homogeneidad genética y esto es importante estudiar”, concluyó.
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