El ajedrez en las escuelas enseña a los niños a razonar

Por: Wilson Zapata Bustamante / Maestro Nacional

“A mi entender, la enseñanza de ajedrez en las escuelas es para que los niños aprendan a razonar, a pensar, a decidir, a manejar los tiempos. No para sacar grandes maestros y campeones mundiales, pues estadísticamente sería imposible. Lo que busco es que sean grandes maestros de la vida y que puedan construir un mundo más feliz para todos”. Anatoly Karpov, ex campeón del mundo.

Está comprobado, además, que el ajedrez es una beneficiosa práctica para la superación de alteraciones sicológicas como la dislexia; es también un elemento que favorece la integración social del alumnado; ayuda a la superación de problemas de disciplina e, incluso, de diferencia de género, al ser una actividad que puede ser practicada en igualdad absoluta de condiciones por los niños y las niñas.

El ajedrez, desde luego, desde un punto de vista lúdico, es un excelente juego que ayudaría a los alumnos a disciplinar su capacidad de concentración y a emplearla en los momentos necesarios. No olvidemos que quien practica el ajedrez aprende a analizar sistemáticamente problemas, a diseñar estrategias, a obtener conclusiones, a razonar contestaciones. Además, aprende a planificar, aprende a responsabilizarse de sus propios actos asumiendo sus consecuencias, a controlar la impulsividad, etcétera, lo que entendemos que son aportaciones muy válidas para el sistema educativo, para el conjunto de valores educativos de formación.

Yo creo que si conseguimos introducir en el sistema educativo el aprendizaje del ajedrez, podremos aumentar las capacidades relacionadas con el proceso de aprendizaje, potenciaremos la atención y la concentración, aumentaremos la capacidad de razonamiento lógico matemático de los niños y jóvenes.

El ajedrecista se acostumbra a respetar reglamentos, leyes, normas de conducta ética, y aprende comportamientos ante situaciones adversas. El ajedrez ayuda a lo que supone eso que tanto defendemos y que tanto decimos, que es la formación integral del niño y de la niña. Estoy convencido de que, con la introducción del ajedrez en las escuelas y colegios como asignatura oficial o como actividad extraescolar, se contribuye al desarrollo de una sociedad mejor. Como dijo un gran ajedrecista alemán, Tarrasch, el ajedrez, como el amor y la música, puede hacer felices a los hombres y a las mujeres.

Es irrebatible el hecho de que el ajedrez es un juego que puede convertirse en un instrumento pedagógico, enriqueciendo al niño con nuevos mecanismos de pensamiento. Y mucho se ha hablado y se ha escrito sobre el ajedrez, sobre si es un deporte, un arte, una ciencia, e incluso se ha escrito sobre la diferencia del ajedrez como deporte practicado dentro de los clubes deportivos frente al impartido en el marco de la docencia o educativo. Lo cierto —y no lo digo yo: lo dicen los expertos, lo dicen pedagogos— es que el ajedrez contiene, pues valores formativos de desarrollo intelectual, formación de la personalidad y el carácter, fomento del espíritu crítico y una cierta capacidad para el fomento de la creatividad personal.

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