Por: Rodolfo Bueno
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Quince años atrás, el mismo imperio, pero con otros actores (Bill Clinton interpretando el rol principal), bombardeaba Serbia para arrebatarle Kosovo, origen ancestral de los serbios, e instaurar allí un gobierno mafioso que, según el informe del Consejo de Europa es culpable del “tratamiento inhumano de la gente y el tráfico ilegal de órganos humanos”. Según revela The Guardian, en ese informe se acusa al exjefe del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) y actual primer ministro, Hashim Thaçi, de ser “jefe de un grupo albano similar a la mafia, responsable del contrabando de armas, drogas y órganos humanos en Europa oriental”.
La investigación realizada por el relator especial de derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Dick Marty (personaje para nada vinculado a la izquierda), encontró evidencias convincentes de que las desapariciones y el tráfico de órganos estaban vinculados a círculos políticos de Kosovo, los que permitieron la instalación de la mayor base militar de EE.UU. en Europa. ¡Qué casualidad!
Por él se supo que los oponentes políticos al Gobierno de Kosovo, los prisioneros de guerra serbios y los gitanos “simplemente desaparecían sin dejar trazas” en una cárcel secreta “en la localidad fronteriza de Kukes” desde donde “…eran enviados a través de la frontera hacia Albania para ser asesinados”. El New York Times informa que los cautivos eran seleccionados por sus condiciones para ser donantes, teniendo en cuenta el sexo, la edad, la salud y el origen étnico. “… los cautivos no solo que eran entregados, sino que también los compraban y vendían… ellos comprendían lo que estaba a punto de acontecer e imploraban a sus aprehensores para que tuvieran piedad de ellos y no los despedazaran”. Un equivalente a pedir peras al olmo.
Según el informe: “En cuanto se confirmaba que los cirujanos de trasplantes se encontraban presentes y listos para operar, sacaban a los cautivos uno a uno de la ‘casa segura’, eran ejecutados sumariamente por un pistolero del ELK y sus cadáveres se transportaban rápidamente a la clínica de operaciones”, donde les extraían los órganos para ser comercializados a nivel mundial. Según The Guardian, los clientes “pagaban hasta 90.000 euros por los riñones en el mercado negro…”.
Para defender esta barbaridad no faltó el vicepresidente Biden, quien reiteró el pleno apoyo de EE.UU. a un Kosovo independiente y saludó el progreso del Gobierno de ese país en la realización de reformas esenciales que fortalecen el vigor de la ley. Sin comentarios.