Por: Dr. César Hermida B. | cesarh@plusnet.ec
En la Cuenca de ayer los productos agrícolas que venían del campo, en donde trabajaban los indios, se vendían en los tres mercados y en las tiendas de abarrotes de cada barrio. Las personas de todas las condiciones sociales los adquirían allí. En los mercados los peones cargaban las canastas en sus espaldas o los llevaban en carretillas de madera a los domicilios. Las tiendas servían para emergencias o compras pequeñas. Sólo ocasionalmente, con motivo de celebraciones o invitaciones especiales, las familias comían en los pocosrestaurantes del centro. Las heladerías eran escasas, y los refrescos embotellados competían con las marcas internacionales.
Poco a poco se impusieron los supermercados en los nuevos “malls” comerciales para aquellas personas que disponían de vehículo.
Paulatinamente las tiendas de abarrotes se redujeron al expendio de refrescos en botellas de plástico y bebidas en cartones. Florecieron las heladerías y las cafeterías en el centro. En los mercados y supermercados no se apreciaba tanto lo verde sino se prefería los cárnicos que comenzaron a venderse incluso en sitios especiales como “delicatessens”. Los pollos fritos se tornaron populares. Junto con la disminución de las comidas caseras naturales, aquellas con excesos de dulces y de sal y grasas se volvieron cotidianas provocando, seguramente, un paulatino incremento de problemas de diabetes, colesterol e hipertensión.
El alto número de vehículos cambió la costumbre de caminar e inició la contaminación ambiental. La basura, antes sólo orgánica, se complicó con las botellas y fundas plásticas y los recipientes de cartón. Las nuevas avenidas resolvieron la movilización hacia el trabajo de los grupos medios y altos, y, ante la dificultad del servicio doméstico, las comidas preparadas o “viandas” facilitaron la alimentación cotidiana.
Se trata hoy de comer bien, comida natural, variada, sin sobrecargas de dulces, sal y grasas. En donde lo natural esté en el cultivo y en el consumo de alimentos. El Sumak Kawsay aporta con los principios del conocimiento, la Pacha Mama como madre de todo, la vida sana, la vida colectiva, los ideales y sueños, basados en la filosofía andina de la reciprocidad, complementariedad y correspondencia. De lo que se trata es de promocionar la salud, evitar el consumismo, soñar con un cambio civilizatorio en el que se cuestione el modelo de mercado para construir una nueva sociedad austera y solidaria, sin hegemonías ni dominaciones.