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Casa de la Otavaleñidad

Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva

La palabra “Otavaleñidad” constituye un neologismo nuevo, al igual que la palabra “Ibarreñidad” que influyó para la construcción de esta Casa en la Ciudad de Ibarra.

La Otavaleñidad refleja el amor a su ciudad, a sus valores, a sus hombres que han hecho historia, a su cultura y costumbres. Gustavo Alfredo Jácome ama tanto a su ciudad que la misma, por su valiosa obra, lo declaró hijo predilecto de Otavalo. Autor del poema: “Balada de amor a Otavalo”, una poesía que perdurará en la memoria colectiva de los otavaleños e imbabureños. El Centro Cultural que lleva su buen nombre se levantó en Otavalo en su homenaje.

Existe en Otavalo el “Parque de la Otavaleñidad, ubicado al ingreso a la ciudad. La reinauguración del parque se desarrolló en el marco de las fiestas del Yamor 2007. Es necesario, ahora, construir la “Casa de la Otavaleñidad”, que debe ser una obra del Gobierno Municipal de Otavalo.

Todos los otavaleños deben practicar la Otavaleñidad, es decir, el amor a Otavalo, su ciudad natal.

Para Juan F. Ruales, “la Otavaleñidad no es otra cosa que el amor a Otavalo, pero no el amor platónico, sino ¡el amor hedónico! No el amor inevitable que todo el mundo siente por instinto de territorialidad, sino el amor militante en el que se le demuestra a Otavalo cuánto se le quiere, más que en palabras, en acciones; aquel amor que deja huellas, incluso heridas; pero siempre deja algo trascendente en todos los ámbitos de la vida de la ciudad; desde los intelectuales que la estudian y la cantan, hasta quienes amasan su pan incomparable, cuyos vestigios casi han sido borrados por el abundante pan globalizado que no nos toca comer inevitablemente.

Considera también que: uno de esos otavaleños de otavaleñidad telúrica fue, es y será siempre Don Alfredito Montalvo”.

“La otavaleñidad” tiene su libro, escrito por Marcelo Valdospinos Rubio, de la serie pensamiento otavaleño, del Instituto Otavaleño de Antropología, editado en 1980, en la editorial “Gallocapitán”, un legado a su ciudad natal para conocer lo que es la Otavaleñidad, que debe tener su Casa. “Tierra nuestra ancestral y diversa”, es su última obra, en la cual escribe sobre la llacta, su tierra natal, de la sierra norte ancestral y diversa.

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