China es un país misterioso, temido, enigmático e incluso desconocido

Se cuenta que cuando llegó a China el primer Embajador de Su Graciosa Majestad británica, el Hijo del Cielo, exigió a Lord Macartney que hiciera la tradicional reverencia del Ketou -nueve genuflexiones tocando el suelo con la frente- como señal de sumisión. Al negarse el diplomático, el Emperador le envió la siguiente misiva: “Gobernando el mundo entero, no estamos interesados en tentativas extranjeras. China no tiene necesidad de nadie ni de nada”.

Semejante gesto de real orgullo tenía su fundamento. Por algo el inmenso país se conocía como “el Imperio del Medio”, es decir, el centro del universo, y desde siglos constituía una fascinante combinación de barbarie, refinamiento, poder y exotismo, que causaba una contrapuesta sensación de temor y atracción en los europeos. Y esta sugestión es milenaria. En la Biblia se habla ya “del país de los Senienses”, Virgilio y Horacio aluden a los tártaros, “hábiles en el manejo del arco”, como también lo hacen Lucio, Julio Floro, Amiano y Plinio.

Si griegos y romanos lo llamaron Serica o país de la seda, los mismos chinos lo nombran como Hwa-Kwo o “Reino Florido” y Ta-tsin-Kwo o “País de la claridad”. Esta imagen fastuosa y poética es transmitida por los relatos de sucesivos viajeros.

El joven Marco Polo referirá “todas las grandes proezas y maravillas del Gran Khan que reina en la actualidad, llamado Kublai, que en nuestro idioma quiere decir el Señor de los Señores. Y lleva este título justificadamente, pues es sabido de todos que es el hombre más poderoso en tierras, huestes y tesoros que jamás haya existido desde Adán, nuestro primer padre, hasta nuestros días”.

En el 2014, el diario El País, de España, señala que según los datos recogidos hasta 2011 por el Banco Mundial, el PIB de China es mucho mayor de lo que se había calculado antes. A finales del 2011, el PIB chino suponía el 87% del PIB estadounidense. Seis años antes se quedaba en el 72%.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que en estos cuatro años China habrá acumulado un crecimiento del 24%, frente al 7,6 % de EE.UU. Esto, de confirmarse, provocaría que China superaría este mismo año a EE.UU como primera economía del mundo en estos términos.

Varias instituciones especializadas y analistas económicos consideran que a finales del 2014 China será ya la primera potencia económica del mundo. Sorprendentemente, China no parece ansiar ser la primera potencia mundial. El Instituto de Estadísticas chino ha expresado su discrepancia por la metodología empleada en los cálculos por el FMI y el BM.

Cierto que han ocurrido muchas novedades desde la época de los fieros mongoles, pero China continúa siendo un gigantesco Imperio -el tercero del mundo por su tamaño y el primero por el número de sus habitantes (más de 1.300 millones de chinos)- y permanece, pese a la peripecia de sus cambios políticos y económicos como un país misterioso, temido, enigmático e incluso desconocido.

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