Por: Sra. Audrey Azoulay,
Directora General de la UNESCO
Celebramos este tercer Día Internacional de la Educación en un contexto excepcional: el de la mayor perturbación de la historia en la vida de los estudiantes, los docentes y toda la comunidad educativa.
Con la reaceleración de la pandemia, la mitad de los estudiantes del mundo siguen sufriendo interrupciones en su escolaridad.
En el pico de la pandemia, las escuelas llegaron incluso a estar cerradas para el 91% de los educandos, es decir, 1.500 millones de alumnos y estudiantes.
Con ello, todo el mundo pudo constatar que la educación era un bien público mundial; que la escuela no solo era un lugar de aprendizaje, sino también un lugar de bienestar, protección, nutrición y emancipación.
Para muchos, ha sido necesario organizar una educación sin escuelas, a través de Internet, la radio, la televisión y el correo postal. Sin embargo, debido a la falta de conectividad, se ha dejado de lado a demasiados estudiantes —470 millones—, lo que conduce a una mayor desigualdad.
Hoy en día, la situación sigue siendo inquietante: 24 millones de estudiantes, incluidos millones de niñas para las que la escuela es un refugio seguro, tal vez nunca encuentren el camino de regreso a las aulas, además de los 258 millones de niños y adolescentes que ya antes de la crisis no asistían a la escuela.
Volver a abrir las escuelas, y mantenerlas abiertas, debe ser la prioridad. Pero esta reapertura también debe hacerse preservando plenamente la salud de los docentes, los estudiantes y sus familias. A este respecto, la UNESCO ha elaborado guías prácticas con indicaciones claras.
Por tal razón, la UNESCO, junto con la Internacional de la Educación, ha pedido a los Gobiernos y a la comunidad internacional que consideren a los docentes y al personal educativo como un grupo prioritario en los planes de vacunación.
Al mismo tiempo, debemos seguir desarrollando la educación a distancia: porque la pandemia sigue con nosotros, porque tenemos que hacer frente a las próximas crisis y porque también es una buena manera de mejorar las prácticas pedagógicas y las formas de aprendizaje.
Esto es por lo que trabaja la Coalición Mundial para la Educación, puesta en marcha por la UNESCO. Esta Coalición reúne a más de 160 asociados y actúa en 70 países, en pro de la continuidad del aprendizaje y la reapertura de las escuelas.
Por ejemplo, en la República Democrática del Congo se han elaborado programas educativos para llegar a 4 millones de estudiantes a través de la radio. También se puso en marcha la plataforma ImaginEcole, para ofrecer recursos a más de 6 millones de estudiantes en África, tanto en línea como fuera de línea.
En este contexto sin precedentes, la UNESCO exhorta a los Estados a dar un nuevo impulso a la acción en favor de la educación.
En la Reunión Mundial sobre la Educación, organizada por la UNESCO el pasado mes de octubre, más de 70 jefes de Estado y de Gobierno y ministros asumieron compromisos históricos: reabrir las escuelas, mejorar la capacitación de los docentes, fortalecer las competencias de los estudiantes, reducir la brecha digital y destinar una mejor financiación a la educación.
La educación necesita financiarse mejor, pero también debe repensarse.
Los últimos meses han puesto de relieve nuevos desafíos: la educación científica y sanitaria, por supuesto; pero también la alfabetización mediática e informativa y la alfabetización digital; o bien la educación ambiental y la ciudadanía mundial, para respetar el planeta como nos respetamos unos a otros.
En este mundo de profundos cambios, la UNESCO está repensando la educación con su iniciativa “Futuros de la educación”. Invitamos a todas las personas a unirse a esta reflexión, en la que ya participan casi un millón de estudiantes, docentes y padres.
En este Día Internacional, la UNESCO le invita a promover la educación como un derecho fundamental y como el instrumento más poderoso para el desarrollo. Porque defender el futuro de este derecho es defender el derecho al futuro.