Por: Fernando Naranjo-Villacís
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Para vivir he nacido y en ese nacer y crecer hay mucho que aprender. Luego de algunos años, toca también desaprender. Aquellos que tenemos la inmensa fortuna de haber transitado algunas décadas, debemos tener momentos especiales para detenernos a pensar, y a manera de auto confesión, sacar nuestras conclusiones de esta aventura vital.
En el oráculo de Delfos, un templo del dios Apolo en la antigua Grecia, se leía esta frase, a manera de saludo a los peregrinos: “Conócete a ti mismo”. Cuando somos capaces de adentrarnos en nuestro yo íntimo para conocer los resultados de todos estos años vividos, lograremos algo muy especial, revestido de mucha sinceridad y sentido analítico.
Cuanta fortaleza hay en la sabia expresión que nos compromete con su urgente aprendizaje, para incorporarla a la realidad de nuestros días, al mundo de los negocios, de la política, de la tecnología, de la guerra amenazante.
Que magnífico sería leerlo a manera de saludo al llegar a las aulas de clases, en las oficinas, cuarteles, templos, hospitales o fábricas. De gran utilidad para orientar nuestras reflexiones y conclusiones. Hay quienes lo precisarían de manera muy especial y aquellos, son los líderes.
Líderes verdaderos, de hoy y del futuro, son los que inspiran y motivan con su ejemplo. Poseen conocimientos y habilidades especiales para conducir de manera positiva sus valores internos. Dejan de lado tres causas nocivas: la irracionalidad, la egolatría y el odio. Reemplazándolas por: la sinceridad, la generosidad y la misericordia.
Hay muchos líderes que vivieron como yoguis, priorizaron su ser interior, profundo y comprometido. Anoto a seis de ellos: Gandhi, Mandela, Einstein, Da Vinci, Voltaire, Velasco Ibarra.
Si queremos liderar a los demás, debemos desarrollar la capacidad de liderarnos a nosotros mismos. Del mismo modo, si queremos conocer a los demás, debemos empezar por conocernos a nosotros mismos. “Conócete a ti mismo”, constituye un oportuno consejo, que, procura destacar lo mejor de nuestra inteligencia espiritual para cambiar, para mejorar nuestra vida y perfeccionar una férrea personalidad inspirada en la honradez, la seguridad y la tolerancia.
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