Por: Eduardo F. Naranjo C.
Los acontecimientos tecnológicos y su velocidad de cambio presionan la readaptación de los humanos a una nueva sociedad, de cuyo futuro solo se puede aspirar a hipótesis, unas alentadoras y otras desconcertantes. Los resultados de los cambios tecnológicos “acortan el tiempo”, en el sentido de que cada actividad que un individuo debe desarrollar en las 24 horas del día provee tanta información, que la vida aparentemente pasa como un relámpago.
En un escenario como este las generaciones que van llegando se adaptan más fácilmente, es parte de la vida actual, sin embargo las relaciones de una sociedad como la que se vivió en el siglo veinte serán diametralmente diferentes. Cada momento hay nuevas innovaciones supuestamente para mejorar la vida de los habitantes de la Tierra, pero las dudas van apareciendo, un ejemplo es la desaparición del diálogo directo. Hoy el celular bloquea la presencia de las “personas” así estén juntas, lo bueno es que por este medio los diálogos tienden a ser más cortos y quedan registrados para los participantes, como en la “Nube”, donde permanecerán para siempre.
Se sostiene que las investigaciones en neurociencias nos pueden llevar a la comunicación sin palabras audibles, es decir una forma de transmisión energética entre dos cerebros, aunque esto parezca poco probable a lo mejor ocurra y de hecho cambiaría muchas cosas, el tiempo lo dirá.
La introducción de la inteligencia artificial en la vida de los humanos podrá traer muchas ventajas, pero también riesgos, esto sumado a dos factores como son la transmisión súper veloz de información mediante mecanismos cuánticos y la miniaturización de los componentes electrónicos nos llevarán a un mundo invisible que gobernará la sociedad.
Para quienes experimentaron las formas y relaciones sociales del siglo veinte, comparadas con las actuales existe un abismo y se ve claramente en la enorme transformación de la vida. Quizá para los que vengan será de hecho lo natural, pero entonces cabe la pregunta sobre todo aquello que se construyó durante siglos, como los valores y creencias a lo mejor pasen al olvido y de hecho las posibilidades de nuevas formas desconocidas de relaciones entre humanos serán las que determinen la estructura y accionar de la sociedad del futuro.
Si asumimos una visión positiva y los humanos se hacen más humanos, seguramente la vida será mejor y más cómoda aunque menos afectiva, y al contrario, con la asunción de una probabilidad pesimista, si el humano es menos que antes y más competitivo y egoísta a lo mejor la sociedad se convierta en un campo de batalla, sin futuro alentador y altos riesgos.