La propaganda ha sido insistente y exagerada. En sucesivos espacios de la televisión se nos trata de convencer que Ecuador está bien y al borde del despegue y que, por culpa de la recesión mundial, ahora nuestro “avance” es un poco lento.
Lo malo es que ni siquiera los economistas oficiales se atreven a sostener una cosa así. El triunfalismo ingenuo que nos muestran los publicistas no pasa de ser una pretensión que ahonda la falta de credibilidad como principal característica de los tiempos que vive Ecuador. Posiblemente, al mantener la campaña propagandística, se cree que volverán el optimismo y la fe, casi por arte de magia. Hay quienes piensan que la televisión obra milagros y que uno de ellos podría ser el demostrar a la gente que lo que ésta sabe que es negro se ha transformado en blanco.
Lo cierto es que el gobierno del encuentro…empresarial ha fracasado rotundamente. La inmensa mayoría de ecuatorianos ha perdido la confianza y muchos de los que depositaron en él sus esperanzas hoy están tremendamente arrepentidos de haberse dejado llevar por el entusiasmo.
La crisis económica existe, pues. No es necesario probarla. Tampoco habría que demostrar que hay una crisis política, desde el momento en que el corazón del régimen ha faltado de manera tan ostensible. Cuando falta la credibilidad, cuando las medidas adoptadas por un gobierno son analizadas a la luz de los resultados y éstos no son auspiciosos, cuando la división crece especialmente entre quienes sustentan el régimen y, sobre todo, cuando dentro del sistema no pareciera haber opciones de relevo que puedan ser más eficaces que las reemplazadas, naturalmente hay una crisis que será necesario reconocer y abordar.
El gobierno necesita abrirse caminos, modificar sus estilos y crear las condiciones para restablecer la democracia. Para ello se ha sugerido la concertación de una especie de pacto social, lo cual supone medidas concretas de conciliación y de término de la represión. Y, sobre todo, una voluntad seria y honesta de dar los pasos para la plena vigencia del estado de Derecho, para favorecer la participación pluralista de los ciudadanos y asegurar un futuro sin odios ni rencores.
Con estas herramientas en sus manos, el gobierno podrá pedir nuevos sacrificios en lo económico si es preciso, tendrá razones para infundir optimismo respecto del futuro y adoptar las medidas necesarias para reactivar la economía sin olvidar su deber de fomentar y resguardar la justicia social. Si el país participa se sentirá perfectamente motivado para ganar la batalla contra tanta adversidad.
Ecuador Universitario