Por: Dr. César Hermida B. | cesarh@plusnet.ec
Hay críticas al rol del conocimiento científico, tanto desde lo moral, por sus aportes a la guerra y la destrucción, lo económico por los azares de una tecnología de fabricación ilimitada que interesa sólo a las ganancias y la acumulación de capital, como por sus desconocimientos, inconsistencias e incertidumbres en muchos campos, particularmente en el de la salud. Silvio Funtowicz y Bruna de Marchi, plantean que “las intervenciones científicas en procesos naturales complejos, pueden constituir una fuente de generación de problemas que afecten no solamente al medio natural, sino también a la salud…” y que “la creencia de los fundadores de la ciencia moderna fue que la ignorancia sería conquistada por el poder de la razón (y que) la incertidumbre era el resultado de las pasiones humanas. La tarea de la ciencia era la creación de un método que asegurara la separación entre la razón y la pasión”.
Los autores opinan que el método científico suponía que la naturaleza podía dividirse en componentes aislados, y los objetos de estudio separarse del sujeto que los estudiaba, y que esto dio como resultado la ciencia dividida en disciplinas, que constituye la base del sistema universitario, así como el mito de una ciencia neutral, que legitima a los expertos. Sostienen que, al mismo tiempo que Europa conquistaba nuevos mundos, la ciencia moderna conquistaba la naturaleza, y que ambas conquistas están interrelacionadas.
En la cultura occidental se esperaba que la ciencia diera al Estado moderno los instrumentos necesarios para decisiones “racionales” y acciones correctas, y que “lo verdadero conduciría al bien”. Así se habló de “racionalidad científica” y “conocimiento científico”, descartando el conocimiento práctico agrícola, medicinal o artesanal, por considerárselos de menor categoría. Luego se etiquetaron los “riesgos” como probabilidad estadística. Pero los valores e intereses, sostienen los autores, “están implícitamente presentes en el proceso, que esconde, al mismo tiempo, profundas incertidumbres científicas… Es la pasión y no la razón, la que da el contexto de confianza que hace falta para que la gestión de riesgo pueda funcionar bien”.
“El supuesto tradicional de que sólo la ciencia puede llegar a lo verdadero está ahora en entredicho. (…) Como lo está el bien que deriva de la ciencia. (…) El sistema científico moderno y su modelo de toma de decisiones no puede por sí mismo dar respuestas completas a los problemas de salud individuales, sociales o ambientales. La salud sólo puede entenderse y abarcarse como un concepto sistémico que incluye una pluralidad de perspectivas legítimas”.
Con estos y otros antecedentes, se ha propuesto en los últimos tiempos, el concepto de una ciencia denominada “posnormal”, que trata de resucitar los valores genuinos del conocimiento, más complejo, pero más humano, y que será motivo de otra entrega.
Con autorización del autor: tomado de El Tiempo. (Cuenca 12-03-2012)