Cuando un loco habla, el que escucha debe ser precavido

Por: Rodolfo Bueno

Arabia Saudita, país que produce cerca del 10% del petróleo que se consume en el mundo, fue atacada con drones cargados de explosivos. El ataque causó incendios graves en el campo petrolífero de Khurais y en la refinería de Abqaid, la mayor planta de procesamiento de crudo del mundo. El príncipe saudí, Abdulaziz Bin Salmán, Ministro de Energía, comunicó que las explosiones “han provocado la interrupción en el suministro de 5,7 millones de barriles de crudo, lo que significa el 50% de la producción de la compañía Armaco”. Señaló que el ataque, el tercero en cinco meses, es “una continuación de los que se vienen produciendo contra buques cisterna en el Golfo Arábigo e instalaciones petroleras”. El incidente desnudó la fragilidad de las instalaciones estratégicas del Medio Oriente, independientemente de lo sofisticado que sea el armamento de defensa, y visualizó las consecuencias desastrosas que traería el incremento de los precios del petróleo para la economía mundial.

Los huthíes, que luchan contra el derrocado gobierno yemení del presidente Abdo Rabu Mansur Hadise, declararon ser los autores de este atentado, como una respuesta a los bombardeos aéreos realizados en su contra por Arabia Saudita; también afirmaron contar con “ayuda local”. El que los objetivos se encuentren a más de mil Km de la zona controlada por ellos significa un salto cualitativo en su capacidad militar. Por su parte, Arabia Saudita, que desde el 25 de marzo del 2015 encabeza la coalición militar para desalojarlos de Saná, capital de Yemen, los acusa de ser un instrumento político y militar de Irán, argumento con el que justifica su intervención en el conflicto interno de Yemen, que lleva a cabo a petición del expresidente Hadise, con el objetivo de instaurarlo de nuevo en el poder.

El Secretario de Estado Mike Pompeo y el príncipe heredero árabe Mohammed Bin Salman dijeron que el incidente es “un ataque inaceptable y sin precedentes que no solo amenazó la seguridad nacional de Arabia Saudí, sino que también puso en peligro la vida de todos los ciudadanos estadounidenses que viven y trabajan en Arabia Saudí, así como el suministro mundial de energía en general”. Pompeo responsabilizó a Irán de haber suministrado los drones a los huthíes y de que “Teherán está detrás de cerca de 100 ataques en Arabia Saudí, mientras Rohani y Zarif fingen involucrarse en la diplomacia”.

El Ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, rechazó rotundamente estas acusaciones y aseguró que son los aliados de Estados Unidos quienes promueven este conflicto. Pidió que mostraran las pruebas al mundo y advirtió que un ataque como represalia podría tener como resultado una “guerra total”. Por su parte, el portavoz de la Cancillería iraní, Abás Musaví, declaró: “En vez de acusaciones sin fundamento contra otros, el Gobierno de Arabia Saudí debería poner fin lo más pronto posible a la guerra devastadora en Yemen, que no ha llevado nada más que asesinados de personas inocentes y destrucciones de ese país”.

Yemen es importante por su cercanía al estrecho de Bab al Mandab, que vincula el Mar Rojo con el Golfo de Adén, por donde pasa gran parte de los barcos petroleros del mundo. El movimiento huthí controla el norte de Yemen y desde finales del 2014 ocuparon Saná. El conflicto debe ser analizado recordando la guerra de Yemen, de la que se habla poco, en la que en casi cuatro años de lucha han fallecido más de 10.000 personas y cerca de 50.000 han resultado heridas. En marzo del 2015, Arabia Saudita y ocho países árabes, apoyados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, intervinieron en esta guerra civil con la finalidad de restaurar el gobierno de Hadise e impedir que Irán tenga un aliado en el sur de Arabia Saudita.

Según el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la situación en Yemen es el peor desastre humanitario causado por el hombre. La mayoría de heridos son civiles, víctimas de “violaciones continuadas de la ley internacional humanitaria”, causada por los ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudita y realizados contra zonas residenciales, mercados, funerales, bodas, lugares de detención, barcos con civiles e instalaciones médicas. Afirma contar con “fundamentos razonables para creer que individuos en el gobierno de Hadise y la coalición pueden haber llevado a cabo ataques que son violaciones graves a los derechos humanos y podrían constituir crímenes de guerra”. La gran prensa mundial le presta escasa atención a este conflicto pese a que hay 18 millones de personas que se levantan cada día sin saber de dónde vendrá su próxima comida y están en riesgo de sufrir una hambruna devastadora que podría ser la peor en 100 años. El deterioro de la situación es tal que el organismo internacional pide a Arabia Saudita que detenga los ataques aéreos contra los rebeldes hutíes. “Si la guerra continúa, se proyecta que podríamos ver entre 12 y 13 millones de civiles en riesgo de morir por falta de comida… Muchos de nosotros confiábamos en que esto no volviera a pasar nunca y, sin embargo, la realidad en Yemen es que es eso precisamente lo que estamos viendo”. Helle Thorning-Schmidt, jefe ejecutiva de Save the Children, declaró que “la guerra puede matar a toda una generación de niños yemeníes que se enfrentan a múltiples amenazas, desde bombas hasta el hambre, pasando por enfermedades evitables y cólera”.

Sólo en este contexto se entiende la propuesta del Presidente del Consejo Supremo Huthí, Mahdi al Mashat: “Dejamos de lanzar ataques contra el territorio de Arabia Saudita con el uso de drones y otros tipos de armamento, esperamos que Arabia Saudita haga una declaración similar sobre la suspensión de todos los tipos de ataques contra el territorio yemení”. Señaló que los huthíes reanudarían los ataques si de manera recíproca no se responde a esta iniciativa. En cambio, el movimiento yemení Ansar Alá amenazó a Arabia Saudí con ataques más devastadores si no renuncia a sus operaciones bélicas en Yemen. La declaración la hizo el líder hutí Abdul Malik al Huti en ocasión del quinto aniversario de la toma de Saná por los hutíes. “En caso de los continuos disparos, bloqueos y agresión nuestros ataques se harán más dolorosos, mortales y devastadores y afectarán zonas más distantes y entonces no habrá líneas rojas”. Por su parte, el líder de Hezbolá, Nasrallah, instó a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos a que en lugar de comprar más armas detengan la guerra en Yemen.

En Teherán, en una ceremonia en la que se exhibieron una serie de drones interceptados y derribados cuando violaban el espacio aéreo iraní, casi todos intactos, el General Hossein Salami, comandante en jefe de los cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, recalcó que las fuerzas iraníes “están listas para cualquier escenario… Si alguien vuelve a cruzar nuestras fronteras, lo atacaremos… Estamos en pos del castigo y seguiremos hasta la destrucción total de cualquier agresor… No pararemos y no dejaremos ningún lugar a salvo. No calculen mal y no cometan un error”.

Por otra parte, a raíz de los ataques a las instalaciones petroleras de Arabia Saudita, Estados Unidos anunció el despliegue de tropas adicionales y sistemas de armamento en ese país y en los Emiratos Árabes Unidos. También, como parte de la Operación Centinela, planifican trasladar en noviembre 55 buques a las aguas cercanas al territorio de Irán. En este contexto y sin proporcionar fecha alguna, le responde el jefe adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, el general de brigada Qadir Nezami, con el anuncio de que en un futuro próximo se realizarán en las aguas internacionales del golfo de Omán maniobras navales conjuntas con Rusia y China. Enfatizó que las mismas forman parte de la diplomacia defensiva de Irán, cuyo objetivo es mantener relaciones con los Estados no hostiles.

Y cualquiera piensa: “Cuando un loco habla, el que escucha debe ser precavido”. La pregunta del millón, ¿quién en este caso es el loco? La respuesta queda para que la descubra el lector; sin embargo, se da una pequeña pista, Bolton, que a ojos vista no es muy cuerdo que se diga, fue arrojado de su cargo, entre otras causas, por ser el mentor de la ruptura del Pacto Nuclear con Irán, y hace poco criticó la política exterior del Presidente Trump, en lo referente a Irán, Corea del Norte y Afganistán. Adivina adivinador, ¿qué fruto no nace de flor?