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¿De dónde viene tu apellido?

Por Dr. Pedro Reino Garcés
Cronista Vitalicio de Ambato

Primero estuvo la naturaleza ahí, con sus flores, sus aves, sus animales, sus montañas. Creció el hombre y se vinculó a la tierra con una lengua que habló y habla en un espacio geográfico. Con esta lengua puso nombre a todas las cosas y a lo que le rodea. Lo que no tiene nombre no existe. Poner nombre es singularizar el mundo y aprehenderlo; apropiarse de él. Lo que existe se hace palabra y vive, pero también muere.

Pero el hombre no se quedó con la palabra primaria que es la que denota, la del “primer significado”. El hombre se ve como reflejo, encuentra “parecidos” y crea la metáfora por el sentido de comparación que le es innato. Así crece y se petrifica un nombre y un apellido; es decir una identidad que halla cabida en todos los idiomas.

Primero dijo; esto es flor y luego se dijo yo seré Flor por mi apellido. Primero dijo esta es la rosa, y a mi hija la pondré por nombre Rosa porque será bella. Primero puso nombre al toro y a la vaca, y luego tuvo un apellido producto de una secreta comparación. Así vivimos entre Gavilanes, Cavallos o Cevallos, Naranjos, Moras, Morales, Parras, etc.

Los aborígenes de nuestro entorno quichua nos dan los mismos casos porque por su apellido son Sisa = flor, Guayta = Flores de colores, Guaman = Gavilán, Toroshina = Como Toro, Rasu = Nieve, Pilco = pájaro, Cóndor, Canayuyu = planta tierna, Jinde o Quinde = colibrí, Puma = León, Quishpi = diamante (liberado) etc.

Otra clase de apellidos vienen de los oficios, aficiones, colores, a parte de gentilicios y patronímicos; es decir, de los nombres ligados a pueblos y gentes “apropiadas” de otras gentes. Con estas consideraciones encontramos en español acercamientos a campos semánticos en las palabras que nos identifican. He aquí algunos acercamientos.

Aguileras o de las águilas; Cabreras o de las cabras; Arboledas o de los árboles; Avellanedas o de las avellanas (frutos); Ballesteros o de las ballestas para disparar las flechas; Escuderos o de los escudos medievales empleados en los combates. Los Barreras son los de las guarniciones; los Calderones son las ollas grandes; los Caleros tienen que ver con la cal; los Callejas rememoran las calles pequeñas; los Caminos por lo dicho; los Cañizares aluden a los cañaverales. Hay Campos y Campoverdes; hay Cárdenas o de ese color morado que usa tanto la iglesia cristiana. Los Carrillos tienen que ver con las mandíbulas y las mejillas como Sancho en el Quijote que come a dos carrillos. Los Cepedas tienen que ver con las cepas, los Tinajeros con las tinajas; los Cerdas con lo que Dios les ha dado, los Céspedes con los potreros, los Cisneros con los cisnes y los Constantes con la constancia, etc.

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