Por: Eduardo F. Naranjo C.
Después del bestial acontecimiento que constituyó la Segunda Guerra Mundial, a mediados del modernismo, pareció que los países involucrados tomaron conciencia de la brutalidad cometida y decidieron crear un organismo con poder normativo mundial, la ONU, institución planetaria que, con altos y bajos ha venido aportando algo por los derechos de los pueblos, sin embargo en la actualidad su accionar es precario y sus objetivos iniciales han ido perdiéndose bajo la real presión que ejercen ciertos gobiernos impulsados por las grandes y opacas corporaciones que dominan el mundo, de ahí la casi imposibilidad que tiene el organismo de fomentar y sostener la paz a nivel mundial.
Si los humanos avanzaron tanto en ciencia y tecnología demostrando gran desarrollo lógico, porque no logramos hasta hoy la paz del planeta, asumiendo que todos los pueblos pudieran alcanzar los derechos dictaminados y normados por las Naciones Unidas? Cabe entonces señalar que todo está escrito en documentos que aparentemente fueron aceptados por todos, pero no ratificados y firmados por todas las naciones, evitándose así cumplir con esos mandatos y permitiendo que algunos países hegemónicos usen el derecho internacional a su antojo.
Cuando a un país de estos le interesa algo menciona los derechos y clama por ellos, sin embargo, ellos mismos ni en su territorio aplican tales principios. Se clama por democracia, libertad, igualdad, etc., como valores inalienables, sin embargo, cuando se quiere sojuzgar a otros se los usa como mecanismo de presión y hasta como justificativo de intervenciones militares.
Esto ocurre por el extraño hecho de que la gran mayoría de individuos son poco analíticos o mal informados y por tanto presas fáciles de la retórica y la distorsión provocada por los medios masivos, fabricando escenarios falsos a fin de que el resto se convenza y crea lo que ellos proponen; es decir, es una situación de embudo que facilita el manipuleo, situación en la que se usan los dirigentes sociales para ponerlos al servicio de los grandes poderes, estos a cambio quizá de las migajas del pastel, en tanto sirvan para preparar el panorama para el asalto de los recursos.
En conclusión, el mundo vive escenarios simulados en todos los campos y la gente cree estar defendiendo sus valores, pero no es así. Solo comparando diferencias entre ciudadanos de distintos países, se notará claramente las limitaciones de los unos con respecto de los otros y siempre se dirá que aquellos de menor desarrollo como África, Asia o América Latina viven sus realidades porque son incapaces de lograr los cambios positivos, pero se enmascara la gran corrupción a nivel mundial, que hace que los recursos sean extraídos para incrementar a los países ricos. Un ejemplo citado por el periodista Andy Robinson, denuncia como un diamante encontrado por un garimpeiro en Brasil, le significa a éste 3 dólares, sin embargo la piedra valdrá en Europa o USA unas 300 veces más y eso es igual con todos los recursos naturales, sean minerales o vegetales. El valor agregado nunca se dará en los países de origen gracias a las manos invisibles del mercado.
En el comercio se habla de condiciones preferenciales para los tales y cuales, sin embargo, eso se logra en tanto al país poderoso se le pueda conceder muchísimo más de lo que aparentemente acepta como gran hecho de equilibrio.
La libertad de hablar es posible pero la de difundir ideas nuevas o justicieras es un tabú controlado y ahora más que nunca en los países llamados los más democráticos. Se ha visto la penetración en la intimidad de las vidas ciudadanas gracias a la manipulación de la información y a una persuasión teledirigida.
Creer que vivimos en una sociedad de derechos es utópico como pensar que llegarán días mejores. En todas partes del mundo hay una infiltración de los tentáculos poderosos de las fuerzas hegemónicas que siempre han dominado, de tal forma que todos los clisés con los que nos empapelan cada día, no son conquistas sino una simulación en la que quien tiene el real poder manda, en tanto las masas siguen creyendo que avanzan.