Ecuador: el país científico y académico que quisiera ver

Por: Jorge Alfredo Uquillas, PhD., MSc.

Escribo este artículo desde mi trinchera, mi laboratorio. Un laboratorio como muchos en un país que me abrió cálidamente sus puertas pero que a pesar del tiempo nunca dejó de ser un país extraño. Este país celebra hoy su independencia, hoy es 4 de Julio. Es la suya, no la mía. La Independencia de mi país la celebro cada 10 de Agosto. Por otra parte, mi independencia académica empezó hace más de doce años cuando llegué con dos maletas y una mochila a una residencia universitaria en Carolina del Norte. Doce años representan una vida; mucho cambió en ese tiempo. El Ecuador experimentó con muchos presidentes, clasificamos a mundiales de fútbol y crecimos como nación. Y me lo perdí todo!. Me lo perdí todo por construir pacientemente una sólida formación académica y científica que alguna vez creí que no podría aplicar en Ecuador. Nunca estuve tan equivocado. Ahora bien, ¿me arrepiento de haberme perdido cosas buenas y malas de mi país?. Claro que no. No, porque voy a regresar, porque voy a aportar a mi vuelta. Porque creo en el cambio académico que estamos atravesando.

Coincido con analistas en educación y académicos universitarios quienes han mencionado muchas veces que el Ecuador está experimentando un cambio radical en materia de educación superior nunca antes visto. Muchos lo llaman ´revolución educativa´. Yo lo llamaría ‘evolución educativa´. Me explico. ¿Quién no tuvo un profesor universitario que dictó la misma cátedra durante años sin variar su contenido?. Vengo de una formación en ingeniería y ciencias biológicas, y muy pocas veces mientras era estudiante de pregrado tuve clases avanzadas en las cuales la materia se dictara utilizando artículos científicos relevantes. La materia que se dictaba estaba estancada en el tiempo. Los estudiantes conseguían exámenes de años anteriores con la plena seguridad que preguntas similares aparecerían en el examen. Jamás aprendí a analizar un artículo científico. ¿Cómo leer un artículo científico, entenderlo y obtener la información más importante?. Aún peor, jamás entendí la necesidad de escribir un artículo científico. Jamás comprendí lo que implicaba obtener un doctorado, nadie me lo explicó. No existía una formación formal en la cual el estudiante de pregrado se involucre en un proyecto de investigación con la finalidad de publicar sus resultados.

Los primeros pasos para cambiar íntegramente este formato caduco de educación superior se han venido dando. Bueno, la planificación ha tomado años mas creo que los resultados están saliendo a la luz y muy pronto podrá verse su consolidación. Debo confesar que tengo mis métodos para seguir modificando el estatus quo educativo del país. No son métodos propios pero los he venido desarrollando y modificando a mi manera. Ahora bien, si algo he aprendido en mis años como investigador es a no prometer en nombre de otros. No sé cuáles vayan a ser los objetivos de otros becarios, pero explicaré a continuación y brevemente cómo se manejarán tanto mi laboratorio como mis clases. Aclaro de antemano que no sé a dónde iré a investigar y enseñar pero por lo menos tengo una idea de cómo me manejaré. Aclaro también que existe la posibilidad de que muchas de las formas de enseñar e investigar que utilice cuando vuelva sean también utilizadas por otros becarios. Eso emociona.

Primero que nada, los estudiantes que trabajen en mi grupo de investigación serán mi prioridad profesional. Me dedicaré a formar investigadores como lo han hecho y lo siguen haciendo conmigo mis mentores. No seré tan sólo un profesor o un investigador, seré un mentor. Formaré a mis estudiantes con una ética laboral muy fuerte. Entenderán por qué es importante trabajar hasta altas horas de la noche y durante fines de semana para obtener resultados científicos sólidos y confiables. Estaré junto a ellos muchas horas discutiendo sobre ciencia, planificando experimentos, ejecutando experimentos, discutiendo resultados, escribiendo resúmenes para conferencias nacionales e internacionales, y por supuesto, escribiendo artículos de investigación. Publicaremos. Mucho o poco pero publicaremos. Y claro que los recompensaré. Una vez al año correré con todos los gastos y llevaré a mi grupo a conocer alguna parte interesante de nuestro bendecido país.

Los estudiantes más fuertes y productivos de mi grupo de investigación tendrán todo mi apoyo para estudiar y obtener sus doctorados en las mejores universidades del mundo. A su regreso a Ecuador serán ellos quienes formen sus grupos de investigación y el ciclo volverá a empezar. Quienes fueron mis alumnos serán con el tiempo mi competencia por financiamiento científico, por encontrar una nueva terapia médica, un fármaco o un tipo de célula innovadora. No seamos tan costumbristas, la competencia sana y leal es necesaria y una excelente manera de mejorar. Nuestras ciudades serán testigos de estos cambios fomentados por nuestra gente. Viendo esto seré un tipo feliz. Cuando me toque ponerme el mandil de profesor al frente de una clase, explicaré la materia con toda la rigurosidad del caso. Cubriremos la totalidad del pensum académico de la clase cueste lo que nos cueste; tanto a los alumnos como a mí. Asumo que esta aseveración me causará muchos problemas con mi futura esposa. Al fin y al cabo, los estudiantes y sus padres son los que pagan los estudios y hay que devolverles el máximo beneficio por su dinero. ¿Notan hasta aquí el cambio de mentalidad? Qué bueno. Es probable que utilicemos libros escritos por los profesores con quienes tuve la suerte de estudiar, investigar y publicar. Conseguir artículos científicos no será una tarea titánica gracias a que la Senescyt provee ahora acceso a las bases de datos científicos más reconocidas a nivel mundial. Si mis estudiantes me dicen que soy muy exigente y que mis clases son muy difíciles, estoy seguro que cuando se enfrenten a las exigencias de universidades internacionales se darán cuenta que su preparación académica y científica es comparable a la de cualquier otro estudiante y que su esfuerzo ha valido la pena.

Vengo de una familia donde la formación académica y científica es importante y complementaria a la formación humana. Una familia donde el respeto y el amor por las ciencias médicas se evidenciaban desde que era niño. Recuerdo una anécdota que mi tío abuelo le contó a mi padre, y él me la contó hace poco. Cuando mi padre era un residente en el antiguo Hospital Eugenio Espejo, mi tío abuelo era traumatólogo tratante. Por ese entonces, decenas de años ya, llegó al servicio de Traumatología desde Argentina una flamante cirujana ecuatoriana. Cuando la cirujana entraba a operar, tapaba con sus brazos y su cuerpo el campo quirúrgico para que nadie viera lo que estaba haciendo. Tenía uno o dos ayudantes a quienes indicaba a cuentagotas qué hacer durante la cirugía. Cuando mi tío abuelo le preguntaba por qué hacía eso, ella respondía (parafraseo sus palabras): “A mí, mi plata me costó. ¡¿Por qué voy a enseñar si yo estuve allá aprendiendo y poniendo tanto esfuerzo?!”. Esa visión ratonil y acomplejada todavía se ve en algunas aulas universitarias y laboratorios académicos de nuestro país. También la he visto en algunos laboratorios en los que he trabajado. Es penoso, y Ud. que lee estas líneas no me dejará mentir. No de todos, pero uno ve que de algunos profesores universitarios emana un gas con altas concentraciones de un elemento que lo llamaré “Su”. Es un elemento volátil, de corta vida útil, que jamás estará en la tabla periódica de los elementos químicos pero que el estudiante universitario ecuatoriano puede identificar y caracterizar muy bien. Tal elemento es tóxico y tiende a inyectar insoportables dosis de Superioridad (de ahí su nombre) a quién lo contrae. Muchas universidades ecuatorianas ya han acoplado en su metodología educativa procedimientos anti-Su con resultados muy positivos. Ahora bien, si consideran que algunas de mis palabras son un poco duras, puede ser. Quiero recalcar una y mil veces que muchos profesores universitarios en Ecuador son excelentísimos, y frente a Uds. me saco el sombrero. Señores profesores, Uds. saben quiénes son.

Desde mi ventana puedo ver el imponente patio principal de la Escuela de Medicina de Harvard. Iluminando el patio y todo a su alrededor explotan unos brillantes juegos pirotécnicos como consecuencia de las celebraciones patrias. Inevitablemente me pongo a reflexionar: ¿cómo llegué hasta aquí?. La respuesta no es complicada ni tampoco mágica. No poseo una inteligencia privilegiada ni memoria fotográfica, nadie me ayudó a acortar caminos ni me facilitó las cosas. Tan sólo la dedicación, el trabajo constante y jamás aceptar un “no se puede” por respuesta me llevaron a tener un puesto privilegiado en este laboratorio. Con el tiempo entendí que debía transformarme en un trampolín para que mis futuros estudiantes puedan conseguir esto y mucho más. Por mi parte erradicaré de la mente de los jóvenes que pueda influenciar la envidia que se siente cuando alguien es mejor que uno. Siempre habrá alguien mejor que uno. El doctorado me permitió llegar a este lugar pero sólo porque sentí la necesidad y la vocación de trabajar por obtenerlo. Un doctorado no me hizo mejor persona pero me hizo entender que tengo una responsabilidad social con las generaciones que vienen detrás. Entendí que a un estudiante de doctorado es seleccionado cuidadosamente de una multitud de estudiantes. Alguien a quién se lo entrena pacientemente. No obtuve un doctorado por cumplir requisitos; requisitos que a muchos profesores ecuatorianos pudo tomar por sorpresa. No estuve a la carrera tratando de buscar un programa de doctorado en lo que fuera y donde fuese para cumplir con los requerimientos de una muy necesaria Ley Orgánica de Educación Superior (LOES). Porque ojo, hay doctorados y doctorados. Sacar un doctorado a distancia no requiere la rigurosidad que demanda obtener un verdadero doctorado en modalidad presencial. Sacar un doctorado en una universidad de cuestionable calidad tampoco vale mucho. Por eso existen escalafones y reputaciones a nivel universitario. Este tema es harina de otro costal.

Repito nuevamente, lo que estamos viviendo es una evolución, mas no una revolución educativa. La evolución cambia en función del tiempo y se adapta a las necesidades del entorno. Las revoluciones generalmente eliminan cualquier indicio de proceder anterior y empiezan a funcionar desde cero. En Ecuador siempre hubo científicos brillantes y calificados quienes publicaron y publican en revistas científicas muy importantes. Sucede que nunca supimos de ellos, nunca les dimos la atención necesaria. Nunca nos importó saber en qué trabajaban. La diferencia es que ahora la ciencia y la tecnología son parte primordial de la agenda del Estado. No sé si mi sueño se hará realidad. Muchos factores influenciarán para su éxito o su fracaso. No depende enteramente de mí. De todas maneras, ansío vivir en un país donde obtener un doctorado no sea la idea de moda y donde el proceso para publicar artículos científicos sea manejado de forma eficiente y productiva. Que publicar no sea motivo para rasgarnos las vestiduras ni nos haga creer que somos más sabios.

Biografía:

El Dr. Jorge Alfredo Uquillas recibió los títulos de Bachelors en Ciencia e Ingeniero Químico de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) con distinción magna cum laude. Durante sus estudios en la USFQ recibió una beca completa para estudiar Química Computacional e Inorgánica en la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington. Posteriormente, el Dr. Uquillas recibió una beca completa del Instituto Tecnológico de la Florida (FIT) en donde obtuvo su título de Master en Ciencias (MSc) en Ingeniería Química y Biológica, además del reconocimiento como summa cum laude. En FIT desarrolló una tesis que consistió en crear un reactor bioquímico para utilizarlo en estaciones espaciales. Su tesis fue financiada en su totalidad por la NASA y recibió el reconocimiento de mejor tesis del Departamento de Ingeniería Química y Biológica de FIT. Inmediatamente después, el Dr. Uquillas fue admitido en la Universidad de Purdue para trabajar en su doctorado en Ingeniería Biomédica con especialización en Ortopedia y Traumatología. Su disertación consistió en desarrollar tendones y ligamentos artificiales utilizando ingeniería de tejidos. Una vez completado su PhD, trabajó como investigador de postdoctorado en Purdue estudiando los perfiles de diferenciación de células madre humanas en tendones y ligamentos artificiales. Su investigación y contribuciones científicas han resultado en más de 25 publicaciones y presentaciones científicas. El Dr. Uquillas es editor asociado de las revistas eCells&Materials, RSC Advances, Lab-on-a-chip, Advanced Materials y Angewante Chemie. Actualmente se desempeña como investigador de postdoctorado tanto en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard como en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). La financiación de este postdoctorado es posible ya que el Dr. Uquillas es becario del programa “Universidades de Excelencia” de la Senescyt.


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