El acceso al conocimiento

No hay nada más rentable en términos sociales que la inversión en educación. Por eso, organismos como el Banco Mundial vienen recomendando a los países en vías de desarrollo como el nuestro que movilicen sus escasos recursos económicos a educación, salud y nutrición. Para ello se valen de la experiencia de países como Alemania, Francia, Corea y Finlandia, que alcanzaron sorprendentes crecimientos económicos, en momentos en que impulsaban la mayor dinámica de desarrollo en sus políticas y programas educativos.

Si aceptamos, como debemos hacerlo, habría que decir que nuestro país tiene un reto gigantesco por delante, tanto en términos de cobertura como de calidad de esa cobertura; en educación básica y superior y también en formación de profesionales con maestrías y doctorados. El Ecuador necesita gente altamente preparada que sea capaz de generar conocimiento. Peter Drucker, en “La sociedad poscapitalista”, lo vaticinó: el recurso económico básico ya no es el capital ni los recursos humanos. Es y será el conocimiento.

Como el conocimiento se genera en las univeriades, el Estado debe hacer todos los esfuerzos posibles para que los bachilleres tengan acceso a la educación superior. La propia LOES, vigente en el Ecuador desde el 12 de octubre del 2010, y sus reformas que entraron en vigencia el jueves 2 de agosto de 2018 definen los principios, garantizan el derecho a la educación superior de calidad que propenda a la excelencia, al acceso universal, permanencia, movilidad y egreso sin discriminación alguna.

En la tarea de posibilitar a los estudiantes de menores recursos el acceso al conocimiento para que el Ecuador supere su propia circunstancia, el Gobierno, las instituciones de educación superior públicas y la universidad privada deben salir en auxilio de todos los jóvenes que tienen muchísimas dificultades para superar el Examen Ser Bachiller, y con mucha más razón, apoyar a los bachilleres que han aprobado la prueba y van a postular de acuerdo a las exigencias de la Senescyt.

El sector privado tiene que coadyuvar con acciones decididas, que trasciendan el acompañamiento básico a la acción oficial y permitan liderar procesos de acceso al conocimiento, como lo ha hecho históricamente, por ejemplo la universidad pública.

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