El Camino de la paz es el diálogo

La Declaración del Consejo Académico Pastoral de la Pontificia Universidad Católica de chile, emitida el viernes 25 de octubre de 2019, expresa, enrtre otras cosas:

Hoy, más que nunca, condenamos toda forma de violencia. Hoy, más que nunca, condenamos toda violación de los derechos humanos. Hoy, más que nunca, reiteramos que el camino de la paz es el diálogo. Hoy, más que nunca, la justicia es el fundamento para la paz. Hoy, más que nunca, tenemos la gran responsabilidad de cuidar el estado de derecho democrático, fundamento de todas las deliberaciones. Hoy es el tiempo de saber escucharnos, superando los individualismos y narcisismos que provocan la “globalización de la indiferencia”. Es el momento de que todos nos hagamos responsables por la construcción del bien común y aportemos como académicos al dialogo constructivo y la búsqueda de soluciones creativas que permitan salir de la crisis con la esperanza de hacer realidad la instauración de un cielo y una tierra nueva para el país.

Un modelo de sociedad que reduce a las personas a ser meros consumidores estimula una competitividad sin freno, incluso fuera del ámbito económico, que acaba por producir una masa de “descartados” o “desechables”. El bien individual ha prevalecido por sobre el bien común con una secuela de corrupción en todas las instituciones fundamentales de la sociedad y del estado de derecho democrático, incluida la Iglesia, tristemente. En distintos grados, nadie puede quedar eximido de responsabilidad en una debacle que viene gestándose desde hace décadas.

Tenemos la obligación moral de comprender que la centralidad de Jesucristo exige salir al encuentro de la persona humana, especialmente de los más pobres y abandonados. En esto no puede haber ambigüedad alguna, porque el corazón del Evangelio son los más necesitados en el cuerpo y en el alma. La opción radical por los más desvalidos y por construir una sociedad más ética y humana no puede atribuírsela ningún sector o partido, porque es una llamada a todo el género humano hecho por el Evangelio de Jesucristo: la Buena Noticia de Salvación para todos quienes, sin distingos, quieran acogerlo en su corazón.

Nosotros somos hombres y mujeres que han apostado por la academia para ser servidores de cada persona humana y de su dignidad. Así, estamos llamados a ser instrumentos de la justicia social y testigos de la solidaridad que no hace excepción de personas.

Hoy estamos convocados a no quedarnos en la comodidad de la indiferencia. Debemos observar la realidad, ver qué sentimientos hay en mí, darnos cuenta de las necesidades que nacen de lo más profundo del corazón y cuáles son las que manifiestan los demás. Solo así podremos dar respuestas verdaderas a las peticiones que se hacen y reclaman, resolviendo los problemas sin agresiones y descalificaciones.