Hemos fijado como fecha matriz del periodismo ecuatoriano el 5 de enero, en rememoración del aparecimiento de las Primicias de la Cultura de Quito un 5 de enero de 1792, en cuyas páginas llegaron a expresarse de manera cabal y abierta, en pluma del propio Espejo, todas las aspiraciones, objetivos, sueños e ideales de la cultura ilustrada tal como se manifestó en Quito y, por extensión, en los territorios de la Real Audiencia.
Eugenio de Santa Cruz y Espejo, el precursor, publicó su mítico periódico tres años antes de morir. Apenas siete números circularon, pero fueron suficientes para encender la libertad.
En Primicias de la Cultura de Quito figuró como único redactor el doctor Eugenio Espejo, quien cuando preparaba el prospecto de su periódico tenía 44 años, tres años antes de su muerte, el 27 de abril de 1795.
Unos meses antes de la circulación del primer ejemplar del periódico, todavía en 1791, Espejo publicó un prospecto que denominó Introducción previa sobre el papel periódico intitulado Primicias de la Cultura de Quito, impreso con autorización del Gobierno.
En aquel prospecto, Espejo anunciaba que desde el 5 de noviembre de ese año se admitirían suscripciones a razón de real y medio de plata por cada pliego completo y advertía que cada número del futuro periódico no podría pasar de “cuatro folios en cuarto”.
Según el documento, el periódico se publicaría cada 15 días, empezando desde el jueves 1 del mes de enero de 1792. Efectivamente, apareció el día cinco de enero de ese año.
Espejo no atacó al Gobierno español desde las columnas de Primicias, pues si lo hubiera hecho el periódico habría sido clausurado inmediatamente y el periodista hubiera sido enviado al cadalso. Lo que en realidad puede leerse en el primer periódico ecuatoriano es una serie de elogios a Quito y sus altos valores culturales, apareciendo en varios de sus números el discurso dirigido a la actual capital sobre el establecimiento de la Sociedad Escuela de la Concordia.
Más adelante, celebra el ingenio del ilustre geógrafo riobambeño don Pedro Vicente Maldonado.
Después de disculparse por no estampar en el periódico los nombres de los Dávalos, Chiriboga, Argandoña, Villarroel, Zurita y Onagoytia, elogia al intrépido Mariano Villalobos, descubridor de la codiciada canela; a Miguel de Santiago, pintor celebérrimo, y al escultor padre Carlos, entre otros.
El séptimo y último número de Primicias de la Cultura de Quito apareció el 29 de marzo de 1792. En la última página de este número se leía la advertencia: “Se continuará”, pero no apareció nunca más.
El 21 de octubre de 1794 aparecieron unas banderitas rojas cruzadas por fajas blancas en las grandes cruces de piedra talladas por nuestros prodigiosos artesanos a la entrada de nuestras principales iglesias en nuestro Quito Colonial en las que se leían inscripciones escritas en laltín, como para que no pudieran leerlo más que los sacerdotes y las personas cultas. (!El latín subversivo es cosa muy seria!).
Espejo, acusado de ser el autor de los panfletos, fue arrestado y estuvo en prisión hasta que, muy enfermo, fue puesto en libertad una semana antes de su muerte, el 27 de diciembre de 1795.
Con la figura de Espejo, bautizado el 21 de febrero de 1747 también se ha fijado esta fecha en su memoria, como Día del Bibliotecario, sabiendo que este personaje primeramente reunía en su apreciable biblioteca, a los interesados en comentar los libros de la ilustración de la época que podía disponer a su alcance.
Pero no hay periodismo sin imprenta; y no hay periódicos sin periodistas; y no hay bibliotecas sin libros. En las mismas palabras de Espejo, hablar de los hombres ilustrados y amantes de la libertad es pensar en “el hombre público que sin duda lo es, el que sacrifica sus luces y su pluma al servicio de la Patria; y que debe observar qué género de voz, de gesto, de acción, de habla, de intereses y de asunto conviene, y se adapta al niño, al joven, al varón y al anciano”.
Todos estos tópicos hoy la semiótica inculca metodológicamente a los periodistas. Pero debemos decir que ya Espejo los apuntaló desde su primer periódico hace exactamente 229 años.
El 31 de marzo de 2009 mediante el Decreto Presidencial n.º 1654 se declaró el pensamiento y la obra del doctor Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo (Quito, 1747-1795) como Patrimonio Cultural del Ecuador.
Este hecho significativo, que recupera a uno de los personajes más influyentes del pensamiento ecuatoriano, es también un compromiso que nos invita a conocer con mayor profundidad los aportes intelectuales que nos legó. Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo fue un prominente investigador, científico, médico, historiador, escritor, abogado, periodista, pensador, ideólogo, político y prócer de la independencia de Ecuador.
Wilson Zapata Bustamante
Director de EcuadorUniversitario.Com