Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato
Parecería que íbamos por la senda republicana, aunque por el camino escabroso de la falsa democracia, pero algo transitable. Mas de pronto, ¿Qué nos íbamos a imaginar que bajo la hojarasca de la misma democracia, agravada por una pandemia, estaba la trampa del abismo, en cuyo fondo ahora nos debatimos pidiendo auxilio. Los únicos que nos oyen arriba son quienes nos llevaron por esa senda, y han quedado contentos y con los oídos sordos.
¿Habrá alguien que desde arriba se duela de nuestra suerte, y nos lance una cuerda para salir a flote? Sería un milagro. Estamos enfermos y atrapados en el fondo. ¿Saben quiénes son los que manejan las cuerdas de nuestra salvación? Es de imaginar lo que piensan: Si salen de alguna forma o les sacamos, se contagian. Deben darse cuenta entonces que igual van a morir ahí adentro o acá arriba en la superficie. Confinados: ustedes y nosotros estamos seguros. Ustedes se cuidan y a nosotros nos cuidan.
Si les sacamos, tenemos que cumplir protocolos de seguridad. Si no entienden por brutos e ignorantes, les hemos de multar, les hemos de mandar a la cárcel, les hemos de perseguir con la ley en la mano y con la policía y el ejército, por aire, mar y tierra. Y si así no entienden, han de morir contagiados como perros.
¿No tienen qué comer? Para ustedes no es problema porque están acostumbrados. Además se conforman con cualquier cosa, con cualquier arroz con plátano o un poco de mote con tripas de animales. Para no quedar mal en público y para salir en televisión ya les vamos a dar un “kid” deshidratado que nada dice y que nada especifica, porque el pobre no entiende más que de “bolsa” con cuatro miserias que en la colonia llamaban “socorros”. Los que reparten los “kid” tampoco saben lo que contienen porque nunca avisan a los de la televisión o a los que les hacen los videos. Son hombres bolsa repartiendo otras bolsas de quien sabe qué caducidades y con qué otros contagios de la beneficencia. “Dioselopague amito”, como en la colonia, comentan en las redes quienes no tienen sino que agradecer por todo, porque nada tienen. Esa es la felicidad de la miseria. Esa es exactamente la felicidad que vivía y vive el esclavo de la vida colonial, vida que la estamos sintiendo reproducida por quienes se han ratificado en la conquista ratera que ejerce el poder y sus aliados.
No hablemos mal de nuestros conquistadores. Han sido producto de nuestra espléndida democracia con voto obligatorio. ¿A quién más van a elegir los ignorantes? Pues a nosotros mismos. ¿Quién les va a salvar si no saben ni dónde están parados? Nos elegirán a quienes les damos algún empleo. ¿Podrán revelarse algún día? Si pero muy en el futuro si van a la escuela, y después a los colegios que vamos a dejar cerrados, y a las universidades que entreforman a alguna gente consciente y a explotadores con título. Mejor dejarles sin presupuesto.
No hay vacunas, no tenemos implementos para pruebas, no podemos regalarles mascarillas a todos porque nos cuesta, las camas, las insuficientes camas de los hospitales ya están contaminadas, los médicos también y sus enfermeras. Los ataúdes pasaron de moda, incluidos los velorios Mejor bolsas de basura para gente basura, o basura de gente que calza mejor en el lenguaje del “kit” que nada dice y que nada especifica.