El Papa Francisco en Ecuador

Por: Fernando Naranjo Villacís/ fnaranjo@gye.satnet.net

Llegó Francisco, el Papa sencillo, aquel que decidió romper con los esquemas protocolares y reemplazarlos por lo simple, lo sencillo, a tono con su prédica, honrando el nombre que lo identifica, aproximándose al ejemplo del santo de Asís.

El Vicario de Cristo, nos recordó la visita de Juan Pablo II hace tres décadas. A pesar de su diario y extenuante trabajo, al aterrizar el Airbus de Alitalia en el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, luego de un agotador vuelo de 13 horas, Francisco, arribó sosegado y vigoroso. Lo recibió el Presidente Rafael Correa con su esposa, junto a la comitiva gubernamental, las autoridades eclesiásticas y los medios de comunicación. Gracias a la transmisión en directo de los canales de televisión, la grey católica ecuatoriana, pudo apreciar el emotivo recibimiento y meditar con su mensaje enriquecedor, inspirado en el amor de Cristo.

El carismático líder espiritual, nos conmueve con su presencia, con su vocación, con su palabra autorizada que alienta a un auténtico discernimiento para ayudar especialmente a las familias a “encontrarse y unirse con la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza”.

El Papa con sus palabras entrañables nos invita a tener amorosa cercanía con la gente, con la familia, especialmente con los niños y los ancianos. “Ellos son nuestra fuerza y nuestra sabiduría –nos dice-. Los ancianos constituyen la memoria de nuestro pueblo. Debemos tener mayor cercanía con los hermanos y hermanas que sufren, que tienen una enfermedad, que están discapacitados, tratemos de darles el sentido de la alegría. Acerquémonos a los pobres y toquemos en su carne la carne herida de Jesús. Vivamos la vocación de ser protectores de la obra de Dios como parte esencial de una existencia virtuosa”.

Francisco, refiere que: “La raíz profunda de los problemas ambientales es un antropocentrismo (Concepción filosófica que considera al ser humano como centro de todas las cosas y el fin absoluto de la creación) que pretende ser criterio de verdad y de bondad, deformando el uso de la tecnología, la ciencia, la investigación, la innovación, el trabajo y la política. Es necesaria una nueva cultura, “otra mirada” para que el hombre se pueda servir de ellas para el cuidado de la casa común. El buen uso de la tecnología y de las ciencias, requiere un cambio en las personas, reconocer que el hombre es para sí mismo, un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado.”

El Papa pone en evidencia el gran valor de cada persona humana al enumerar, entre los graves problemas ecológicos, uno que no suele ser considerado como tal: “El deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación social. Los hombres formamos parte del gran regalo de la creación y el empeño por el ambiente, ha de tener en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima”.

Henchidos de gozo, con el corazón y los brazos abiertos, recibimos al Obispo de Roma, con testimonios de fe, cánticos y oraciones. En los Parques: Bicentenario de Quito y Los Samanes de Guayaquil, con la presencia multitudinaria y emocionada, invocamos por la unidad y la prosperidad de la familia ecuatoriana y planetaria.

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