El Presbítero Juan Pablo de Santa Cruz y Espejo. 1825

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/ Cronista Oficial de Albato

Este acercamiento investigativo sobre la vida del hermano de Eugenio de Santa Cruz y Espejo, de quien nada, pero absolutamente nada se dice en las biografías del Precursor de la Independencia, resulta un aporte que esclarece las biografías romanticonas que hemos aprendido. Todo está enfocado a proyectar la imagen del médico. Ahora que tenemos el dato de su hermano Juan Pablo, podemos decir que hay muchas cosas para volver a repensar sobre aquello de su apellido Chusig, sobre la importancia intelectual de la familia o de los curas que trajeron a su padre desde Cajamarca, sobre la legitimidad del matrimonio de sus padres, etc. Lo que sí va claro es que este presbítero fue también un pensador que no se atemorizó ante las ideas tontas de los esbirros de su tiempo que se escandalizaban porque les afectaba que les digan verdades que incomodan a los dueños del poder. Este sacerdote progresista sufrió también, las persecuciones políticas, según pueden leer en el documento ubicado, por mi investigación, en el Archivo Nacional, en Quito, fondo especial de la Presidencia de Quito, 1825.

Al hablar de un concurso de méritos se señala “…en primer lugar al presbítero Juan Pablo de Santa Cruz y Espejo, cura propio de la parroquia de san Lorenzo de Tanicuchí, opositor al presente concurso, examinado y aprobado, hijo de legítimo matrimonio. Estudió Filosofía y se graduó de Bachiller, ascendió al Presbiterado, a título de la Misión de Maynas, y sirvió en ella diferentes doctrinas a satisfacción de las respectivas autoridades. Fue cura interino de Cusubamba por un año. El año y siglo pasado de 1786, antes de la división de este obispado, se opuso y fue instituido cura del Balsar el 12 de enero, y por las enfermedades que contrajo en lo áspero y penoso de esas montañas, sirviéndolo algún tiempo, lo renunció. Acompañando a su finado hermano el Doctor Eugenio de Santa Cruz y Espejo, pasó a la capital de Bogotá con las correspondientes Letras comendaticias, y en el Obispado de Popayán se le dio la Capellanía del Hospital. Restituido a este su domicilio, la extinguida Inquisición le comisionó la revisión de Libros prohibidos, y el de 1794, le nombró el antiguo tribunal de su capellán. Por oposición fue colacionado en la Montaña de Pallatanga, que por iguales causas a los del Balsar, la renunció. En el concurso del año de 1814 se le confirió el curato de Aláquez, y por permuta pasó al de Calacalí. En el año de 1821 se le promovió al que posee. Ha reparado las faltas de las respectivas iglesias, residiendo material y formalmente llenando los deberes de su Ministerio y observado una conducta irreprensible. El año y siglo pasado de 1793 se le denunció haber concurrido a fijar en varios lugares principales de esta capital unas banderas, proclamando por la Libertad civil y política, y fue reducido a prisión por 14 meses en las Cárceles de Corona y pública de corte; se le siguió Causa de Estado por ambas potestades, y desde aquella época hasta el día ha conservado sus sentimientos liberales, siendo su casa y familia el blanco de la saña del Despotismo Español, comprobándose con el saqueo que sufrió en Amaguaña donde hacía de Cura Escusador a la entrada del General Montes, quien lo declaró en bando público, por uno de los proscriptos y lo remitió con una arroba de fierro a Guayaquil. En el de 1822, auxilió con cuanto estuvo a su alcance a las partidas de tropas libertadoras de los señores comandantes Cestareo Chiriboga e Illingrot, y Gil Rodríguez, de que le dio las gracias a nombre de la República el Excelentísimo Señor Gran Mariscal Antonio José de Sucre, cuyo documento protesta presentarlo si se considera necesario, como ha presentado los que comprueban sus anteriores servicios a la iglesia y a la República. Designa el curato vacante de Cajabamba».