Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Pedro de Mercado, el sacerdote jesuita nacido en la Villa del Villar Don Pardo de Riobamba, el 29 de junio de 1620, falleció en Bogotá en 1701. Estudió en el colegio San Luis de Quito. Luego de estudiar en España y de haberse vuelto sacerdote jesuita, se radicó en Bogotá en donde fue Rector de la Universidad Javeriana. Uno de sus viajes, de los que dará testimonio en sus escritos, los hizo a la región oriental. Su obra HISTORIA DE LA PROVINCIA DEL NUEVO REINO Y QUITO DE LA COMAÑÍA DE JESÚS, entre otras de carácter religioso y místico, constituye un legado testimonial de experiencias y visión de las prácticas religiosas que se aplicaron en la vida colonial de nuestros pueblos. El Banco de la República de Colombia ha divulgado ampliamente esta importante producción que leída en la actualidad nos transporta a lo real maravilloso o al realismo mágico que significó el proceso de cristianización a los habitantes del Nuevo Mundo. Algunos relatos nos parecen sacados del italiano Boccacio (1313-1375), como eso de mostrar una pluma de papagayo y decir que se trata de una pluma del arcángel Gabriel. Las entidades culturales de Chimborazo tienen una deuda con los lectores ecuatorianos, pues dicho libro solo está en manos de coleccionistas que han conseguido el libro en el vecino país donde está mejor honrada su memoria literaria.
“Trae al templo nuestro del colegio de Santa fe (Bogotá) muchas reliquias el padre Luis Santillán”. 1657. “… No contaba siete años desde su fundación del Colegio de Santa Fe, cuando fue a Europa y volvió de ella el padre Luis de Santillán, siendo procurador de esta provincia. Adquirió en Roma y en otras ciudades los tesoros de algunas reliquias para enriquecer en lo espiritual a estas Indias que tanto han enriquecido a España en lo temporal.
Llegó con su riqueza a Santa Fe, y para que se viese que no era riqueza falsa mostró a la sede vacante y cabildo metropolitano los testimonios auténticos que trajo de las reliquias. Cuáles hayan sido estas se verá en la repartición que de ellas se hizo en veinte andas para una procesión de que después trataré; pero ahora haré la nómina de las andas y de los santos.
PRIMERAS ANDAS.- En las primeras andas se colocó un relicario de ébano de gran tamaño que incluía en sí dos canillas de las once mil Vírgenes y en medio de ellas una quijada de San Plácido.
SEGUNDAS ANDAS.- En estas se puso un medio cuerpo dorado que mostraba en el pecho una reliquia de Santa Marina Virgen y mártir. Sobrepúsose con hermosura un relicario de nogal con Agnus Dei muy grande en medio, que por los lados producía varios ramos y en ellos muchas reliquias.
TERCERAS ANDAS.- Las terceras andas fueron todas de canillas, pues en un relicario de ébano con pie y guarnición de bronce iban tres canillas, la primera de San Fidel mártir, la segunda de una de las once mil Vírgenes y la otra del mártir San Félix.
CUARTAS ANDAS.-Estas por ser las cuartas tenían un hermoso cuadriángulo de varias reliquias entre las cuales campeaban especialmente una canilla de San Largo y una quijada de San Ciriaco mártir.
QUINTAS ANDAS.- Un medio cuerpo se labró de madera que bien adornado representaba la persona de Santa Fabia Virgen y mártir, llevando en el pecho un gran pedazo de casco de esta santa, a cuyos lados se pusieron en dos piezas doradas las canillas de San Antolín y de San Secundino porque entrambos fueron mártires dichosos de Jesucristo.
SEXTAS ANDAS.- En estas se colocaron dos relicarios, dorado el uno y plateado el otro. En el dorado descansaban las reliquias de San Ignacio Obispo y de Santa Cecilia Virgen. En el plateado estaban dos costillas de San Constantino Mártir.
SÉPTIMAS ANDAS.- Aquí se colocó un relicario de plata de tres cuartas de alto con dos canillas de los santos Tebeos a quienes iban honrando dos Sumos Pontífices con sus reliquias engastadas en dos cuerpos dorados que representaban su dignidad pontificia. El del un lado era San Alejandro, el del otro San Eleuterio.
OCTAVAS ANDAS.- Un castillo estaba en estas andas plantado; en él se veía una reliquia del vestido de Ignacio que se mostró valeroso en el castillo de Pamplona. Las piezas de batir contra el demonio que había en este castillo, eran algunos cabellos de Santa María Magdalena, que recibió a Jesús en su castillo y también los cabellos y hueso de Santa Juliana Mártir; un retazo del silicio de San Carlos Borromeo, una costilla de San Ponciano, casco de San Crescencio Mártir, costilla de San Guillermo Mártir, mano de San Valentín Mártir, dedo de San Marcial Mártir; juntamente con reliquias de San Benito Abad y de los santos mártires Donato, Justo, Sereno, Faustino, Aniceto y Filiberto.
NONAS ANDAS.- En la parte superior de unas gradas pusieron una imagen de San Calixto Sumo Pontífice, con una grande reliquia suya en el pecho, y en la grada inferior dos imágenes de los obispos, Eluardo y Porciano con sus reliquias también a los pechos como mostrando que es acción muy religiosa el traer a los pechos las reliquias de los cuerpos santos.
DÉCIMAS ANDAS.- Un torreón de bronce de excelente hechura y de maravilloso artificio del cual pendía todo género de armas contra el infierno, pues estaban en él las reliquias de los santos mártires Lorenzo, español insigne, Claro, Celestino, Basilio, Donato, Timoteo y Marcelino. Aquí lucía el casco de un Santo Niño Inocente y la cabeza de San Joan Papa y mártir; dos canillas, la una de Sereno, la otra de San Fianosimo mártires; empeine de Santa Margarita Virgen y mártir. Y para honrarlo todo con las insignias sacerdotales se puso en esta torre un retazo de la casulla del Eminentísimo y Santísimo Cardenal Carlos Borromeo.
UNDÉCIMAS ANDAS.- Incluían estas un hermoso relicario con una redomilla de sangre de San Fulgencio Mártir. Dos pedazos de cascos, el uno de San Lucio, el otro de San Ciriano mártires. Ambos encajes de los dos oídos de San Severiano mártir, dedo de San Antonio mártir, dos canillas, una de San Gaudioso y otra de San Vital mártires.
DUODÉCIMAS ANDAS.- Teníanse aquí en pie tres cálices; en el uno estaba la canilla de San Victorino mártir que es patrón de una de las parroquias de la ciudad de Santa Fe. El segundo cáliz sustentaba un dedo de San Nicolás Obispo. En el tercero estaba un cíngulo de San Carlos Borromeo.
DÉCIMAS TERCERAS ANDAS.- Aquí se miraban muela, diente y dedo de San Venancio en un relicario. Una redoma de sangre de San Sabino Mártir. Un dedo de San justo mártir. Las canillas de estos Santos Mártires, Macario, León, Aniceto, Fortunato, Sempronio y Julio. Una chocozuela de San Bonifacio el de Aglaes.
DÉCIMAS CUARTAS ANDAS.- Un cofre de terciopelo carmesí que encerraba varias reliquias y encima de sí mostraba un relicario de plata, una canilla de las once mil Vírgenes, y dos canillas de los santos Tebeos.
DÉCIMAS QUINTAS ANDAS.- Aquí levantaba su cabeza uno de los soldados de San Mauricio y le acompañaban dos canillas; el dueño de la una era San Fulgencio mártir y el de la otra Santa Crispina que tuvo juntas las aureolas de la virginidad y del martirio…(finaliza en Vigésimas)”