Por: Ing. Andrea Lema Aguirre
Si observamos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de la diversidad de personas que nos rodean, y es muy probable que si preguntamos a varias ¿Qué es felicidad?, quizá cada una nos sorprendan con un concepto diferente; para muchos la felicidad es un estado de ánimo, una emoción en el cual las endorfinas generan un grado de satisfacción, para otros felicidad es cumplir metas, obtener cosas materiales, no tener problemas, entre otras; sin embargo “todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos serlo empiezan las discrepancias” (Aristóteles)
Para mí la felicidad permanente no depende de factores externos (familia, dinero, trabajo) ya que quizá un día pueden desaparecer. La felicidad es un estado interior de equilibrio, paz, realización y plenitud, solo tenemos una vida y ser libres, respirar, disfrutar de cada cosa, de cada acto, de cada instante, del sol, de la lluvia, de la naturaleza, de una sonrisa, es un privilegio; la felicidad es el placer de sentirte pleno y capaz de todo; nada ni nadie tiene la capacidad de hacerte feliz o infeliz solamente ¡TU!
La felicidad no es pretender que todo sea perfecto, sino de estar bien independientemente de lo que suceda, si no te conoces a ti mismo, ni sabes tus objetivos será complicado saber tu dirección. La felicidad significa seguir tu intuición y a cada instante hacer lo que sientes que es más sensato. En la vida no hay varitas mágicas, tú debes forjar tu camino y llegar a tus propias conclusiones.
El secreto de la felicidad, es saber que está en cada uno de nosotros, en ese rincón tan importante llamado corazón y para encontrarla debemos ser fuertes, optimistas, darnos razones para sonreír, aprender a perdonar; el ahora es el mejor momento para ser feliz. Una vez que encuentras la felicidad lo que debes hacer es compartir esa felicidad, ya que no hay nada más feliz que hacer sonreír a quienes nos rodean.
“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas” (Neruda, P.)