Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Cronista Oficial y Vitalicio de Ambato
Hay noches cortas y noches largas, Las noches largas no son sino fantasías que se fabrican en los insomnios de quienes les gusta las verdades compartidas. En cambio son felices en las noches cortas aquellos que engordan su alma con cebos de tiniebla. Es en la oscuridad donde se acunan mejor los fantasmas y los sueños de quienes no pueden soñar de día. Por eso las palomas se hacen cuervos. Drácula sonríe tranquilo, los perros aúllan como lobos, los murciélagos se creen pájaros, y los fantasmas embuten sus cuerpos inverosímiles entre los árboles. También los ojos se acostumbran a la luz de la noche; y el hombre, animal de costumbres, fabrica sus historias.
Tal como dijo Neruda; cojo una lámpara de piedra para alumbrarme en la Edad Media. Me encuentro en esa noche con los especialistas en tinieblas. Cojo mi lámpara de piedra y casi no avanzo a divisar desde aquí, desde qué siglo vienen con esa costumbre los habitantes de los pueblitos de Aragón. Diviso una redundancia: es la Noche de la Historia y es denoche en el tiempo. En las calles largas y torcidas una dragón de piedra se retuerce en el olvido. La torre de la iglesia aplasta su cabeza. En la plaza se acumulan los griteríos.
Las gentes han salido de sus casas a demostrar su «jubillo». Casas de piedra, torre de piedra, noche de piedra. De pronto los griteríos se redondean y caen al suelo chamuscados por las antorchas que parpadean huidizas ante la inminente llegada y paso de la bestia. Trotan con «jubillo» una procesión de piróforos de tras de un toro inmenso. El toro es del dolor del otro lado de la luna. Viene vomitando luceros de espuma y embistiendo las carcajadas, los abucheos, los alaridos de los piróforos que revuelcan pisoteados siglo a siglo. «El tora lleva en las astas unas grandes bolas de pez y de resina encendidas», preparadas especialmente para esa noche de «jubillo». El toro corre por las callecitas de los pueblos de Aragón como un auténtico diablo desde la alta Edad Media.
Dicen que el «jubillo» de los aragoneses devino del «jubileo» de los israelitas. Los latinos tomaron el júbilo olvidándose de la idea inicial del «yugo» que al ser desbaratado producía el regocijo manifiesto y colectivo. El jubileo de los israelitas era una «fiesta pública que celebraban al terminar cada periodo de siete semanas de años o sea al comenzar el año quincuagésimo. En este año no se sembraba ni se segaba (cosechaba), todos los predios vendidos o de cualquier manera enajenados volvían a su antiguo dueño, y los esclavos hebreos, con sus mujeres e hijos recobraban la libertad.»
La Edad Media tomó algunas alternativas para instituir el júbilo. La iglesia instituyó la jerarquía del «lector jubilado», y la trasplantó a América. Así se instaló una rara costumbre para «los lectores tres años enteros lógica y filosofía en la Religión, o en el siglo, y después, por doce años continuos la Sagrada Teología, sin interrupción; o el que hubiere leído quince años continuos la teología, aunque no haya leído artes, todos desde allí en adelante sean jubilados y gocen de voz activa y pasiva en todos los Capítulos Provinciales, como si fuesen perpetuos guardianes, y procedan siempre y en cualquier parte a todos los que fueren Definidores…»
La Biblioteca Nacional de Bogotá tiene una «Sección de Libros raros y Curiosos». Allí un manuscrito habla de la elección de Fray Pedro Simón como lector jubilado El galardón consta en el libro definitorio como dice: «Elección de Nuestro Padre Fray Pedro Simón. Lector Jubilado, Calificador del Santo Oficio y Ministro Provincial de esta Provincia del Nuevo Reino de Granada, hecha en tres de junio de mil y seis cientos y veinte y tres años por nuestro Muy Reverendo Padre Fray Pedro Becerra, Predicador, Padre Perpetuo de !a Provincia de San Francisco de Quito, Guardián de dicho convento y Vice Comisario General de estas provincias del Nuevo Reino de Granada, por nuestro Muy Reverendo Padre Fray Juan Moreno Verdugo, Predicador, Padre perpetuo de la Provincia de Granada, Comisario General de todas las Provincias de! Perú y Tierra Firme».
¡Cuántos deseaban ser lectores jubilados!. Fray Pedro Becerra aconseja a los religiosos de Quito que sigan los pasos de Fray Pedro Simón que realmente es un hombre superior. En tanto, la palabra se ha vuelto arisca y jabonosa. Atrapada por la burocracia se ha vuelto triste, desgastada y relegada en los labios resecos de los actuales jubilados.