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Enseñar es inspirar

Por: Ximena Ortiz Crespo

La directora del colegio marcó en mí la profesora que soy. Me dijo: “Cuando lleguen tus estudiantes, debes estar en la puerta del aula y recibirlos con cortesía, porque son tus invitados”.

Tengo decenas de años enseñando en colegios y universidades. He ido captando modelos de enseñanza-aprendizaje, he experimentado mucho, y mis clases son bulliciosas y alegres. Allí sucede algo mágico, allí se aprende. Al menos, me ufano yo de que es así. Aprendí que lo primordial de enseñar es respetar a tus estudiantes. Para ello, es necesario crear una atmósfera, desde el principio, en que ellos se sientan cómodos y seguros. Y decirles claramente que los tomas en serio, que crees en sus facultades para aprender y que los vas a querer y a ayudar incondicionalmente. El primer paso será aprenderte de memoria sus nombres en la primera semana de clases y trabajar, durante el curso, para establecer una relación personal con ellos, saber de su vida, conocer qué les interesa y cuáles son sus estilos de aprendizaje.

La clave de educar es planificar. Y para ello lo primero que debes saber es qué saben sobre tu materia. Preguntarles. Ir construyendo sobre ese andamiaje el contenido del curso. Debes establecer con anticipación qué vas a enseñar en cada sesión de clase, cómo se va a desarrollar, en qué ejercicios van a trabajar los estudiantes, cuáles son las preguntas clave que quieres que respondan. Planifica. La improvisación no va con la educación.

Debes, además, modelar cómo aprender. Estar maravillado con lo que enseñas y transmitirlo. Acuérdate de que eres un guía en el aprendizaje del otro. Deja al estudiante descubrir, cuestionar, reflexionar. Preséntale problemas e interlocuta. Guíale para que aprenda a pensar de forma crítica. Crea pausas creativas y también pausas de total relajación. Pon entusiasmo en el arreglo de tu clase. No es menor el entorno educativo estético, visual y sonoro. Que se vea cuánto amas enseñar. Que se vea que has puesto trabajo en mostrar asuntos importantes (pósteres, objetos, fotografías) relacionados con la materia.

Y cuando enseñar te llene de adrenalina, acuérdate de que debes tomar nota de lo que funciona en clase y de lo que no. Reflexiona sobre cómo enseñas, ese es el mejor momento para mejorar tus metodologías, para investigar cómo aprenden tus estudiantes y seguir planificando. Enseñar es inspirar a tus estudiantes a que aprendan a pensar. Tu materia es solo una herramienta hacia ese fin.

FUENTE: EL TELÉGRAFO
22 de febrero de 2020

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