Por: Rodolfo Bueno
Rusia, preocupada de que en Argentina, Brasil y Venezuela se den cambios hacia lo más neoliberal de la derecha mundial, rechaza los intentos de interferir en los asuntos internos de América Latina. Según Serguéi Ryabkov, Viceministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, “Vemos una nueva intensificación de la política exterior estadounidense en esta área, hasta intentos directos de interferir en los asuntos internos en los Estados de la región”, considera que lo ocurrido en Brasil forma parte de la contraofensiva reaccionaria del imperialismo y la oligarquía contra los Gobiernos revolucionarios y progresistas de este sector del mundo.
“Lo sucedido en Brasil es un golpe de Estado disfrazado de legalidad”, ha declarado Raúl Castro, presidente de Cuba. y su gobierno señala que se trata de un “artificio armado por sectores de la oligarquía en ese país… que el pueblo brasileño rechaza el golpe y se opondrá a cualquier intento de desmantelar los diversos programas sociales desarrollados durante los gobiernos de Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva a favor de los sectores más vulnerables de la sociedad”. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, asevera por su parte que “Dilma supo enfrentar la dictadura… Ahora tiene que enfrentar esta canallada contra ella, contra su honor, contra la democracia… Es una jugada injusta con una mujer que ha sido la primera presidenta en Brasil”. Una posición semejante tienen los presidentes Evo Morales, de Bolivia, y Rafael Correa, de Ecuador, quienes expresaron su indignación y rechazo a una sustitución legal, pero inmoral.
¿Por qué Dilma Rousseff, presidenta electa por el voto popular, ha sido suspendida de su cargo por un periodo de 180 días? ¿Por qué este tipo de golpe de Estado “made In USA” se da sin que ningún gobierno del mal llamado mundo libre reaccione? ¿No será porque está dirigido contra los BRICS? Es una lástima que sólo Salvador Sánchez, presidente de El Salvador, ordenara el retorno de Brasilia de su embajador y tomara la decisión de no reconocer al Gobierno provisional de Brasil, comandado por el traidor, intrigante y corrupto Michel Temer, vicepresidente que acompaña a Dilma Rousseff como resultado de la alianza del 2010 entre su partido, el PMDB, Partido Movimiento Democrático de Brasil, y el PT, el Partido de los Trabajadores de Brasil.
¿Quién es este pobre diablo que en representación del neoliberalismo usurpa la presidencia de Brasil? Por una parte, los ministros nombrados por él son todos hombres blancos y ricos, lo que para nada representa la compleja realidad de la sociedad brasileña, compuesta por la mitad de mujeres, un 47,7% de población blanca y una inmensa mayoría de pobres, por otra parte, su carrera política la inicia como compañero de fechorías de Adhemar Pereira de Barros, alcalde y gobernador de São Paulo, famoso por su eslogan electoral ‘Adhemar roba pero hace’. A pesar de haber antes declarado que un golpe como el que acaba de dar él “es impensable y generaría una crisis institucional”, sus ambiciones personales y su deseo de colaborar estrechamente con el imperialismo mundial globalizado, especialmente el norteamericano, le hacen cambiar de postura hasta romper la alianza con el PT, aunque sin abandonar los puestos del PMDB en el gobierno de Dilma. No en vano la Cadena CNN lo define como una figura que “le gusta a Wall Street… un hábil negociador tras bambalinas, que parece ser del gusto de los inversionistas”, y como Temer no agrada “a la mayoría de los brasileños… que opinan que debería ser llevado a juicio político”, en medio de tanta intriga reinante podría haber otro golpe suave. Algo que está por verse.
La pregunta que se plantea en el encabezado de este artículo deberá ser respondida por el inteligente lector que lo lea.