Hemos fijado como fecha matriz del periodismo ecuatoriano el 5 de enero, en rememoración del aparecimiento de las Primicias de la Cultura de Quito que publicara Eugenio Espejo en la Real Audiencia de Quito un 5 de enero de 1792.
Con este motivo, la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador (UNP) realizará a las 12:00, en el boulevard de la 24 de Mayo, en la Plaza del Periodista, un homenaje especial a su patrono el doctor Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Sencillo pero vibrante homenaje a un extraordinario hombre, a cuya vida y pensamiento los ecuatorianos y, en particular los periodistas, debemos rendir tributo, porque es el símbolo de una causa comprometida con la búsqueda del progreso social y cultural del pueblo, utilizando como exclusiva herramienta de combate las ideas, la palabra escrita, la palabra impresa, que multiplica en poderosas ondas expansivas el contenido informativo y crítico del multifacético pensamiento humano.
Nacido en 1747, en las postrimerías del vasallaje colonial, el doctor Eugenio de Santa Cruz y Espejo demostró tempranamente su talento y voluntad para un voraz aprendizaje. La madurez intelectual de Espejo fue precoz: graduado de bachiller en filosofía a los 15 años (1762), de médico a los 20 (1767) y licenciado en derecho civil y canónico a los 23 (1770); adolescente aún, superó largamente a sus preceptores jesuitas y dominicos, y esto, combinado con su altiva capacidad de debatir y mantener sus tesis, atrajo el rencor de los representantes del poder colonial, que buscaron la venganza humillando su origen indígena y mestizo.
Su espíritu rebelde y libertario, manifestado en sus críticas ingeniosas y mordaces, o en los luminosos análisis sobre la educación, la economía o la medicina, le atrajo una persecución tras otra: tres encarcelamientos no lo intimidaron.
El 5 de Enero de 1792 surgió el primer hito del periodismo ecuatoriano, “Primicias de la Cultura de Quito”.
Eugenio de Santa Cruz y Espejo, el precursor, publicó su mítico periódico Primicias de la Cultura de Quito. Apenas siete números circularon, pero fueron suficientes para encender la llama de la libertad. Siete números después el medio de comunicación fue censurado, padeció la autocensura por presiones y asfixia económica y, finalmente, fue prohibido de publicar por España y su séquito colonial americano.
Han transcurrido 226 años y hoy el periodismo, los periodistas, estamos en similar situación. Se han sofisticado los procedimientos. El objetivo de control es el mismo. Sin embargo, hay que reconocer que en el Gobierno de Lenín Moreno las cosas están cambiando.
Unos meses antes de la circulación del primer ejemplar del periódico “Primicias de la Cultura de Quito”, todavía en 1791, Espejo publicó un prospecto que denominó Introducción previa sobre el papel periódico intitulado Primicias de la Cultura de Quito, impreso con autorización del Gobierno. En aquel prospecto, Espejo anunciaba que desde el 5 de noviembre de ese año se admitirían suscripciones a razón de real y medio de plata por cada pliego completo y advertía que cada número del futuro periódico no podría pasar de “cuatro folios en cuarto”.
Según el documento, el periódico se publicaría cada 15 días, empezando desde el jueves 1 del mes de enero de 1792.
Efectivamente, apareció el día cinco de enero de ese año (1792).
Espejo no atacó al Gobierno español desde las columnas de Primicias, pues si lo hubiera hecho el periódico habría sido clausurado inmediatamente y el periodista hubiera sido enviado al cadalso. Lo que en realidad puede leerse en el primer periódico ecuatoriano es una serie de elogios a Quito y sus altos valores culturales, apareciendo en varios de sus números el discurso dirigido a la actual capital sobre el establecimiento de la Sociedad Escuela de la Concordia.
Más adelante, celebra el ingenio del ilustre geógrafo riobambeño don Pedro Vicente Maldonado.
Después de disculparse por no estampar en el periódico los nombres de los Dávalos, Chiriboga, Argandoña, Villarroel, Zurita y Onagoytia, elogia al intrépido Mariano Villalobos, descubridor de la codiciada canela; a Miguel de Santiago, pintor celebérrimo, y al escultor padre Carlos, entre otros.
El séptimo y último número de Primicias de la Cultura de Quito apareció el 29 de marzo de 1792. En la última página de este número se leía la advertencia: “ Se continuará”, pero no apareció nunca más.
El 21 de octubre de 1794 aparecieron unas banderitas rojas cruzadas por fajas blancas en las grandes cruces de piedra talladas por nuestros prodigiosos artesanos a la entrada de las principales iglesias del Quito Colonial en las que se leían inscripciones escritas en laltín, como para que no pudieran leerlo más que los sacerdotes y las personas cultas.(!El latín subversivo es cosa muy seria!).
Espejo, acusado de ser el autor de los panfletos, fue arrestado y estuvo en prisión hasta que, muy enfermo, fue puesto en libertad una semana antes de su muerte, el 27 de diciembre de 1795.
En la cárcel, con grilletes pero victorioso, el prócer dijo: “TODOS MIS ENEMIGOS NO HACEN UN ESPEJO”.
Años más tarde, el presidente de la Real Audiencia, Joaquín Molina, declaró a Espejo autor intelectual del 10 de agosto de 1809, que convirtió a Quito en “Luz de América”, según declaró el Congreso de la República de Chile, explicando que “el marqués de Selva Alegre y su familia, eran herederos del proyecto sedicioso de un antiguo vecino nombrado Espejo”.
Este 5 de enero de 2018 es una fecha para recordarle, rendirle un justo y merecido homeaje y para reflexionar sobre los valores democráticos con los que aspiramos los ecuatorianos fundamentar la búsqueda del desarrollo social e individual en esta nueva etapa.
La libertad de expresión y la libertad de prensa son pilares de la democracia, como lo señala la UNESCO, y porque, en la tradición de Espejo, los periodistas y ciudadanos no claudicaremos en defender este derecho fundamental del ser humano.
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