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Fatídico aniversario (I)

Por: Rodolfo Bueno
rsbueno@netlife.ec

Este martes, 24 de marzo, se cumplen 16 años del inicio de la intervención armada en Serbia, guerra en la que participaron cerca de mil aviones que partían a bombardear ese país desde las bases de la OTAN en Italia y del portaaviones norteamericano Theodore Roosevelt, estacionado en el mar Adriático. Entre esa fecha y el 12 de junio de 1999, la OTAN, que podría ser denominada la mano negra terrorista de EE.UU., lanzó un total de 2.300 misiles crucero Tomahawk contra mil objetivos y sus aviones realizaron unas 38.000 misiones de combate, que destruyeron cerca de 40.000 casas residenciales, unas 300 escuelas y más de 20 hospitales. Solo sobre Belgrado, ciudad que pocos estadounidenses son capaces de señalar en el mapa, cayeron unas mil bombas. Estos ataques criminales cobraron la vida de más de 3.000 civiles, entre ellos 100 niños, muchos otros perdieron los brazos o las piernas, y dejaron 6.000 heridos. Tanta bomba convirtió a los serbios en expertos capaces de reconocer por el ruido del avión si iba cargado de bombas o no y el tipo de aviones que los bombardeaban.

Según el entonces portavoz del Pentágono, Kenneth Bacon: “La televisión serbia formaba parte integrante de la máquina de terror de Milosevic, al mismo nivel que sus fuerzas armadas”, por lo que la OTAN la bombardeó, la dejó fuera del aire y eliminó a 16 miembros de su personal técnico, en cuyo honor se han plantado frente al edificio 16 árboles. ¡Bravo! Así se consigue la verdadera libertad de prensa, basta con transformar la guerra de información mediática en guerra real, para que en la parte contraria haya muertos, heridos, desaparecidos y surja el caos por doquier.

El 7 de mayo se bombardeó la embajada de la República Popular China, lo que causó la muerte de tres de sus funcionarios. Aunque hubo justificativos y disculpas, la tensión entre ambas partes no disminuyó porque un alto funcionario de la OTAN afirmó que este ataque fue premeditado. Estos crímenes de guerra se justificaron con bulo de evitar el genocidio por parte de Serbia contra la provincia separatista de Kosovo; en realidad lo que hicieron, al iniciar la guerra aérea contra Serbia, fue violar de manera flagrante y bárbara la Carta de la ONU.

Incluso se bombardeó un tren de pasajeros que pasaba por las cercanías de la ciudad de Nis, el impacto de la explosión lo levantó del suelo para luego caer sobre rieles retorcidos, cristales rotos y polvo espeso, con los correspondientes gritos y los gemidos de los heridos pidiendo inútilmente socorro. En este ataque perecieron 15 pasajeros, 44 resultaron heridos y hasta hoy los desaparecidos son muchos. La OTAN dijo que se trató de un error, algo completamente falso porque no fue una sino muchas las bombas que se lanzaron sobre el tren. “¡Malditos! ¡Sufrirán huracanes y tsunamis, estoy segura! ¡Ojalá los terroristas consiguiesen atacar la Casa Blanca!”, exclamó una de las tantas viudas, indignada de que no se cuente la verdad sobre los bombardeos de la OTAN y sin comprender por qué los culpables de EE.UU. no han pedido perdón por lo pasado en Serbia.

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