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Forjando un futuro

Por: Karina Guallpa

El presente está lleno de situaciones inciertas y el futuro se presenta como una realidad precaria para todos. Sin embargo, en nuestras manos está el formar a los nuevos herederos de esa realidad, a los que aún se encuentran en una fase de formación, en un proceso de conocer y entender el mundo en que vivimos. De modo que el futuro desconocido recae en las manos de los infantes del presente.

Los deseos de los padres generalmente se orientan a que sus hijos sean personas exitosas e importantes, por tal motivo prefieren que sean médicos, abogados, arquitectos, ingenieros, etc., es decir, profesiones que les garanticen una vida económicamente estable. No obstante, olvidan aspectos relevantes en su formación intrapersonal, porque no sólo tienen la responsabilidad de asesorar una profesión sino el compromiso de formar seres críticos y pensantes.

La familia constituye el núcleo básico de la sociedad y, por tanto, su entorno debe ayudar a consolidar un conjunto de enseñanzas que permitan ver la realidad desde enfoques críticos, que giren y repercutan en su día a día y que contribuya a un desarrollo emocional, transmisor de valores y creencias que fortalezca su herencia cultural, social, familiar y que permita actuar equitativamente en su comunidad apoyando los ideales del grupo.

De modo que se hace imprescindible potenciar en nuestros jóvenes capacidades para afrontar retos, aprovechar oportunidades y actuar con compromiso en una sociedad que cada día avanza a pasos agigantados, con transformaciones tecnológicas, nuevos modos de comunicación y diferentes formas de pensar y actuar. Un ritmo social que puede restringir o impulsar las expectativas de desarrollo personal y profesional en nuestros jóvenes. Evidentemente esta responsabilidad de formar a las nuevas generaciones trasciende más allá del entorno familiar y es de vital importancia una relación y conexión con otros ámbitos que faciliten lograr tales objetivos.

El entorno escolar es otro eslabón, ya que el sistema educativo forja en los estudiantes capacidades de aprender a aprender, aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer, aprender a interactuar, que junto al desarrollo de competencias teóricas y prácticas, potencian autonomía y corresponsabilidad, sin duda, instrumentos que permiten una decisión de sus actos como parte de su enriquecimiento moral y social.

El entorno familiar y el mundo educativo cumplen funciones diferentes, aunque son complementarias, pues entrelazan enseñanzas para incorporar a un nuevo ser humano a la sociedad: un ciudadano que aporte a la transformación. Es así, que todas esas enseñanzas transmitidas deben incentivar a los niños a cumplir sus sueños, metas y objetivos, con bases en la responsabilidad, independencia y respeto mutuo.

Trabajar para alcanzar tales propósitos representa una ardua labor que recae en muchas manos y, por ello, es necesario repensar las acciones que realizamos para poder trasmitirlas a quienes en un futuro cercano, tendrán la capacidad de organizar y decidir. Los cambios comienzan por reconocer nuestra realidad y actuar frente a los retos que se nos presentan en cada momento, sin dejar de analizar, repensar e intervenir en la construcción de una sociedad mejor en todos sus aspectos.

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