Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva
2. LA CULTURA GRIEGA
Es la formadora de nuestra civilización. Constituye una cultura rica en tareas intelectuales, ya que se fundamentó en la Filosofía: madre de todas las ciencias.
Leer a los griegos en el tercer milenio es como leer a quienes tienen visión de futuro. Ellos fueron capaces de subsistir siendo una nación pequeña e impusieron la fuerza de sus ideas frente a las armas.
Cuando una cultura es superior, como la de los griegos, no importa las armas de los invasores porque al final se impone el pensamiento.
¿Qué interesante que la historia recoja el hecho de sometimiento de los invasores a la cultura de los invadidos?
Tanto ha influenciado la cultura ateniense que a la Ciudad de Cuenca se la llama por su cultura la “Atenas del Ecuador”. Hasta el momento no han surgido filósofos de la talla de: Sócrates, Platón y Aristóteles.
Todo lo que se enseña de Filosofía en las universidades se basa en la Lógica aristotélica, en la Ética socrática y en el pensamiento filosófico platónico. Gracias a Platón existe el llamado: “amor platónico”, pero, lamentablemente, es intangible.
Un ecuatoriano de bien: Benjamín Carrión Mora, lojano, dijo: “nuestro país debe ser grande por su cultura”, luego de la firma del Protocolo de Río de Janeiro con el Perú, en el cual se legaliza la pérdida de gran parte de nuestra heredad territorial. Carrión, obviamente, era un lector de los griegos y, en forma sencilla, nos decía que sigamos el ejemplo de esta gran cultura, producto de hombres que vivieron en un pequeño país, pero grande por sus realizaciones.
2.1. Importancia de la retórica clásica
En su sentido más amplio, es la teoría y práctica de la elocuencia, sea hablada o escrita. La retórica hablada es la oratoria. La retórica define las reglas que rigen toda composición o discurso en prosa que se propone influir en la opinión o en los sentimientos de la gente. Se ocupa, pues, de todos los asuntos relacionados con la belleza o vigor del estilo. En un sentido más estricto, la retórica se ocupa de los principios fundamentales que tienen que ver con la composición del discurso oratorio: invención, disposición, elocución, memoria y acción.
En la época clásica, muchos griegos consideraban a Homero como el padre de la oratoria. El establecimiento de las instituciones democráticas en Atenas en el 510 a.C. volvió esencial para todos los ciudadanos el desarrollo de la habilidad oratoria; así fue como surgió un grupo de maestros, que se propusieron hacer que los hombres hablasen mejor según las reglas del arte.
Protágoras, realizó un estudio de la lengua y enseñó a sus alumnos cómo hacer que la causa más débil se tornase más fuerte. Se dice que el verdadero fundador de la retórica como ciencia fue Corax de Siracusa, quien la definió como “artífice de la persuasión” y escribió el primer manual sobre este arte.
Otros maestros fueron Tisias, alumno de Corax, también de Siracusa; Gorgias de Leontium, que fue a Atenas en el 427 a.C.; y Trasímaco de Calcedón, quien también enseñó en Atenas. Antifón, el primero de los llamados diez oradores áticos, fue el primero en combinar la teoría y la práctica de la retórica. Con Isócrates, el gran maestro de la oratoria en el siglo IV a.C., el arte de la retórica llegó a ser un estudio cultural, una filosofía con un propósito práctico.
Platón satirizó el tratamiento más técnico de la retórica, con su énfasis en la persuasión más que en la verdad, en el diálogo Gorgias y en Fedro, discutió los principios que conformaban la esencia del arte retórico.
Aristóteles definió la función de la retórica basándola, más que en la persuasión, en el descubrimiento de “todos los medios disponibles de persuasión”. Recalcó, por tanto, la importancia de la victoria dialéctica mediante un razonamiento persuasivo y ordenado de la verdad, más que en dominar a los oyentes apelando a sus emociones. Consideraba a la retórica como arte hermana de la lógica.
En Roma, fueron griegos los encargados de enseñar retórica formal, y los grandes maestros de la Quintiliano, estuvieron influidos por los modelos griegos. Cicerón, escribió varios tratados sobre la teoría y la práctica de la retórica.
Durante los cuatro primeros siglos del Imperio romano, la retórica la enseñaban los maestros llamados sofistas, término que equivaldría a lo que ahora es un título académico.
2.2. Importancia de la oratoria en Grecia
La oratoria constituye el arte de hablar con elocuencia, con el fin de persuadir a los oyentes por medio de razonamientos, y de conmoverlos o deleitarlos por medio de las inflexiones de voz y otros recursos intelectuales.
Sócrates no era un buen orador, la historia de Grecia recoge la idea de que se hizo orador a base del trabajo diario por hablar bien en público.
Luego, logró persuadir a la juventud sobre lo que constituye la Ética socrática. El filósofo era calvo, demasiado gordo, deformado y feo, pero supo responder a su no grata apariencia al convertirse en el exponente de la Filosofía más famosa de la humanidad, dando prestigio universal al mundo Greco-romano. Es autor de la frase: “Conócete a ti mismo”.
Cuando llegues a estar frente a frente contigo mismo y puedas mirar lo que en realidad eres, podrás hacer algo acerca de tus limitaciones.
Demóstenes, uno de los oradores más grandes de Grecia, en realidad no lo fue desde joven, pero usó como táctica diaria el asistir a las orillas del mar y practicar hablando con la boca llena de piedrecillas. Su desventaja fue puesta en una prueba muy dura que el hablar normalmente pareció mucho más fácil.
Debemos hacer las cosas que uno tenga miedo de hacer. Si no nos gusta hablar en público, nos unimos a un club de Oratoria o nos presentamos como voluntarios en el lugar en donde se requiera que hablemos frente a otras personas.
Dr. Luis Rivadeneira Játiva: Doctor en ciencias de la educación y Master en nuevas tecnologías aplicadas a la Educación. PhD en Conducta Humana. Docente de la Universidad Tecnológica Equinoccial y Representante al Colegio Electoral – Asamblea del CES.