Por: Javier Andrade Córdova
Abril 2011: sube a escena “Ensueños de Amor” de Luis H. Salgado luego de un letargo de casi 80 años en los archivos. La iniciativa privada de la Fundación Teatro Bolívar hace posible el prodigio de recuperarla, al fin, de manera completa. Sin embargo, el redescubrimiento de esta joya había empezado en el 2007 con muy pocos auspicios. En diciembre de ese año, con motivo de cumplirse el trigésimo aniversario de la muerte del compositor, unos fragmentos son interpretados como avance de la investigación. A pesar de la importancia del evento, la institución pública en la que éste se realiza no invierte nada en la producción y los artistas deben salir al escenario con ropajes adquiridos con dinero propio. Dos historias conocidas: una creación ecuatoriana era tratada con poca altura; y, los artistas iban a escena poniendo trabajo y recursos propios.
Cabe mencionar que otras creaciones del mismo compositor siguen hoy arrinconadas en los archivos. Si esto pasa con las piezas del compositor ecuatoriano más importante del siglo XX, que podemos esperar del trato que se da a creadores nóveles que, ensoñados con la ilusión de abordar el teatro musical, tienen un amargo despertar al reconocer la dura realidad de la producción de nueva dramaturgia escénico-musical en nuestro país. Pero, el problema principal no es la falta de dinero, es la falta de conciencia soberana y de valoración de lo propio. Dinero sobra, basta ver los mega eventos de las fiestas del 10 de agosto en Quito o las producciones comerciales de musicales norteamericanos hechas con dinero público: circo para el pueblo, disfrute para las élites y réditos electorales para los políticos. Un veredicto de subvaloración y marginalidad sigue todavía pesando sobre la creación ecuatoriana. Hace poco, por ejemplo, recién luego de muchísimos años, se ha vuelto a saber de un concurso de composición académica en el Ecuador. Tuvo que ser la joven directora Andrea Vela quien le recordó a la Orquesta Nacional una de sus obligaciones largamente abandonadas y diseñó e instauró nuevamente ese espacio.
Sí, el talante artístico individual hace milagros. Por ejemplo, hace pocos días una parte de “Ensueños de Amor” ha sido interpretada en Budapest, a partir de la iniciativa del tenor Xavier Rivadeneira que conoció la obra en el año 2011. Las interpretaciones de Rivadeneira, de la soprano Carolina Varela y de la Orquesta Sinfónica de Vác son de gran musicalidad e intensidad emotiva y, gracias a la red, podemos apreciarlas en youtube. Probablemente, el portento se repita este agosto en Roma. Otra vez, una iniciativa particular hace posible lo imposible. Para quienes iniciamos el redescubrimiento de “Ensueños de Amor” hace cinco años, esto es un sueño convertido en realidad y el mejor homenaje al compositor. Ojalá algún día estas acciones no sean más el producto de esfuerzos particulares, sino parte de una política pública de promoción de la nueva creación y de recuperación del patrimonio artístico ecuatoriano, así como de su difusión dentro y fuera del país.
Tomado de El Mercurio | Cuenca, junio 5 de 2012