Por: Rodolfo Bueno
Y uno no puede menos que preguntarse: ¿por qué tanta impunidad?, pues si los nazis ocultaban sus crímenes, los sionistas los cometen a la luz pública y los dirigentes mundiales, en lugar de protestar, aplauden y colaboran en el Holocausto contra los palestinos.
Por qué a estos gobernantes israelíes, emparentados políticamente con los grupos paramilitares que fundaron Israel, no se los denuncia por sus crímenes como lo hizo Einstein cuando en carta abierta, suscrita por más de una veintena de intelectuales judíos, en la que además de denunciar los asesinatos del sionismo, acusarlos de ser nazifacistas, se asombraba de que «quienes se oponen al fascismo en el mundo entero, muy correctamente informados sobre el pasado y las perspectivas políticas de M. Begin, puedan sumar sus nombres y apoyar al movimiento que él representa». Mayor sería su asombro si se hubiera imaginado que este terrorista, que voló el Hotel David de Jerusalem junto con media colonia inglesa, sería luego Primer Ministro de Israel y se le conferiría el Premio Nobel de la Paz.
Las razones para el silencio ante tanta barbaridad no son religiosas, puesto que judíos, cristianos y musulmanes adoran al mismo Dios, tienen prácticamente los mismos principios y fundamentos y solo se diferencian en el rito, lo que es lógico y natural. Sucede que el sionismo controla los complejos industriales, tecnológicos, militares, la banca, el sistema financiero, las decisiones gerenciales a todo nivel, los recursos naturales, los medios de producción que sostienen a muchos países, las grandes cadenas de televisión, los diarios y las revistas más importantes y la gran industria del arte. Se trata del poder mundial superior al de la Bestia apocalíptica, lo que convierte a los políticos de todo el planeta prácticamente en sus esbirros.
Y pobre del que se desvía de la línea de control establecida. Ya vieron lo que le pasó al actor Mel Gibson por hacer esa cruda película sobre Cristo, casi se termina su carrera de artista; lo mismo sucedió con muchos políticos de los Estados Unidos, no fueron reelectos por apoyar la creación del Estado palestino. También, todo el que protesta por el Holocausto de los palestinos en manos del sionismo puede ser enterrado de por vida bajo una lápida en la que se escribe parcamente: «Aquí yace un antisemita». Por eso tan pocos gobernantes se atrevieron a seguir los pasos de Chávez y Morales cuando rompieron sus relaciones con Tel Aviv y prefirieron quedarse tranquilos como si el Holocausto palestino no existiera, es que temen el poder del sionismo representado por Israel. Solo si se entiende que el Israel actual y el sionismo sean la misma cosa, se puede comprender el por qué esa sociedad es de ultra derecha, y que le pasa lo mismo que a la Alemania Nazi, que tenía que ser destruida su estructura política para que en Alemania pudiera haber democracia; así mismo, solo la desaparición del sionismo puede dar paso a la formación de un Estado único, que dé cobijo tanto a palestinos como judíos, o a la formación de dos estados laicos que puedan coexistir en paz y armonía para siempre.